Fichero Político
Angel Mario Ksheratto
Los yerros del Presidente de la República
conducen al país a un callejón riesgoso.
Lo que empezó con una elección sindical fraudulenta, llegó a un camino de cardos e imprecisiones políticas que arrastran al Presidente de la República a otro callejón sin salida; decretar unilateralmente la extinción de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, es una acción que pone en completo fuera de lugar al gobierno en cuanto a asuntos de negociación se refiere. Es decir, el Gobierno Federal muestra su incompetencia para el diálogo y abre las puertas para una especie de dictadura, cuyos errores intenta disfrazar con una benevolencia fingida que va más allá de las promesas de campaña y pone en riesgo la estabilidad social del país.
Sesenta y seis mil nuevos desempleados, pintan la nueva careta del llamado “gobierno del empleo” y miles, muchos miles más pueden sumarse a lo que desde ayer ya era un riesgoso movimiento sindical que articulaba acciones para oponerse abierta y decididamente a una medida absurda que, si bien puede tener fundamentos sólidos, carece de inteligencia para aplicarse en el momento menos oportuno para una administración federal que parece haber olvidado los principios de una nación que se debate entre la inseguridad y la pobreza extrema.
De todos es sabido que el sindicalismo en México es obsoleto; es una pesada carga laboral que ha provocado la paralización del país en materia de calidad, competitividad y eficiencia. Los sindicatos han servido solo para acentuar la corrupción en todos los niveles. Ahí tenemos a la CTM, reunión de sindicatos que no ha podido superar la muerte de su sempiterno dirigente Fidel Velásquez. Ahí está el sindicato magisterial, convertido en protector de un grupo de mafiosos encabezados por Elba Esther Gordillo y su pandilla, cuya única aportación al país ha sido atrasar la educación de manera alarmante. No cumplen, pues, los sindicatos, un papel de coadyuvancia con México y los mexicanos. Son en sí, un estorbo para crecer.
Sin embargo, no son los métodos calderonistas los adecuados para poner fin al régimen sindicalista y tampoco era el momento para iniciar una guerra que podría llevar al país al caos total. Para empezar, estamos en una crisis económica impresionante y casi insuperable, debido a la incompetencia de los funcionarios federales encargados de administrar el dinero público. Se dice incluso que el Gobierno de la República, no tiene dinero para enfrentar la crisis como debiera. No obstante, la liquidación de la empresa Luz y Fuerza del Centro, costará al erario ¡20 mil millones de pesos! ¿De dónde los van a sacar?
Es un insulto que mientras millones de mexicanos no tienen para comer, el Gobierno desembolse tal cantidad de dinero, tan solo para cubrir la soberbia del Secretario de Trabajo, Javier Lozano, molesto porque no quedó como secretario general del sindicato, un pelafustán aliado suyo. El otro, el que supuestamente ganó la elección dentro de ese gremio, tampoco es una perita en dulce y cometió un fraude descomunal, muy al estilo de esos grupos de explotadores de los trabajadores.
A la inconformidad por el despido masivo de trabajadores –a quienes han ofrecido una liquidación conforme a la ley y si no aceptan, a ser recipiendarios de un probable club de perseguidos por la justicia– empiezan a sumarse voces sumamente preocupantes. No por el peso político específico del que ciertamente carecen, sino por la veleidosidad de sus lenguas viperinas. Aquel tal Noroña, porro bestial con gafete de diputado federal, ha anunciado que su amo, el fracasado Andrés Manuel López Obrador, entrará a la arena para “defender” a los trabajadores despedidos por Calderón.
Con ese anuncio, el panorama es incierto, temible. ¿Acaso no advirtieron los asesores del Presidente los riesgos de poner en manos de un rijoso como AMLO un movimiento que podría descalabrar al país entero? ¿Pretenden dar armas de fortaleza a un politiquero izquierdoso que predica la democracia pero golpea a la sociedad liberal con sus acciones?
Está claro que el golpe no es contra una empresa que ha mostrado altos índices de corrupción e incompetencia; ha sido contra el sindicalismo, un sindicalismo corrompido e inútil, pero suficiente para convertirse en el objeto contundente de quienes quieren un país violento. Mala decisión presidencial; mal momento, pésima estrategia. Y más, cuando recién el mismo Calderón enfatizó en un discurso que el empleo está repuntando en medio de la crisis. Imposible tener tantita ecuanimidad para creerle ahora.
El presidente debe estar urgido de cambiar a sus asesores y estrategas y más aún, de despedir a funcionarios federales incapaces de tejer un clima de estabilidad y armonía. No les ha bastado la crisis económica, la inseguridad y el brote de “epidemias” sospechosas para llevar al Presidente a todos los callejones sin salida que se les ha ocurrido. Y a Calderón, no le basta con dejarse manipular. Pobre país, ¡en qué manos está!
Tarjetero
*** Otra víctima más en la autopista Tuxtla-San Cristóbal. Ahí, se ha dicho miles de veces, falta vigilancia; pero no lo hay ni la habrá nunca. Es raro ver una patrulla de caminos por esa carretera. Y si la hay, los agentes se dedican a molestar a gente inocente, pidiéndoles mordida por cualquier detallito de los carros. Imposible hacerlos entrar en razón. Pareciera que la PFP en la rama de caminos, solo está para causar problemas, no para proteger a la ciudadanía. Algún día esto acabará. Algún día. Cuando ya nadie quede vivo. Triste pero así es. *** Luego nos leemos.
ksheratto@hotmail.com
ksheratto@gmail.com
www.ksheratto.com
http://ksheratto.blogspot.com
Angel Mario Ksheratto
Los yerros del Presidente de la República
conducen al país a un callejón riesgoso.

Sesenta y seis mil nuevos desempleados, pintan la nueva careta del llamado “gobierno del empleo” y miles, muchos miles más pueden sumarse a lo que desde ayer ya era un riesgoso movimiento sindical que articulaba acciones para oponerse abierta y decididamente a una medida absurda que, si bien puede tener fundamentos sólidos, carece de inteligencia para aplicarse en el momento menos oportuno para una administración federal que parece haber olvidado los principios de una nación que se debate entre la inseguridad y la pobreza extrema.
De todos es sabido que el sindicalismo en México es obsoleto; es una pesada carga laboral que ha provocado la paralización del país en materia de calidad, competitividad y eficiencia. Los sindicatos han servido solo para acentuar la corrupción en todos los niveles. Ahí tenemos a la CTM, reunión de sindicatos que no ha podido superar la muerte de su sempiterno dirigente Fidel Velásquez. Ahí está el sindicato magisterial, convertido en protector de un grupo de mafiosos encabezados por Elba Esther Gordillo y su pandilla, cuya única aportación al país ha sido atrasar la educación de manera alarmante. No cumplen, pues, los sindicatos, un papel de coadyuvancia con México y los mexicanos. Son en sí, un estorbo para crecer.
Sin embargo, no son los métodos calderonistas los adecuados para poner fin al régimen sindicalista y tampoco era el momento para iniciar una guerra que podría llevar al país al caos total. Para empezar, estamos en una crisis económica impresionante y casi insuperable, debido a la incompetencia de los funcionarios federales encargados de administrar el dinero público. Se dice incluso que el Gobierno de la República, no tiene dinero para enfrentar la crisis como debiera. No obstante, la liquidación de la empresa Luz y Fuerza del Centro, costará al erario ¡20 mil millones de pesos! ¿De dónde los van a sacar?
Es un insulto que mientras millones de mexicanos no tienen para comer, el Gobierno desembolse tal cantidad de dinero, tan solo para cubrir la soberbia del Secretario de Trabajo, Javier Lozano, molesto porque no quedó como secretario general del sindicato, un pelafustán aliado suyo. El otro, el que supuestamente ganó la elección dentro de ese gremio, tampoco es una perita en dulce y cometió un fraude descomunal, muy al estilo de esos grupos de explotadores de los trabajadores.
A la inconformidad por el despido masivo de trabajadores –a quienes han ofrecido una liquidación conforme a la ley y si no aceptan, a ser recipiendarios de un probable club de perseguidos por la justicia– empiezan a sumarse voces sumamente preocupantes. No por el peso político específico del que ciertamente carecen, sino por la veleidosidad de sus lenguas viperinas. Aquel tal Noroña, porro bestial con gafete de diputado federal, ha anunciado que su amo, el fracasado Andrés Manuel López Obrador, entrará a la arena para “defender” a los trabajadores despedidos por Calderón.
Con ese anuncio, el panorama es incierto, temible. ¿Acaso no advirtieron los asesores del Presidente los riesgos de poner en manos de un rijoso como AMLO un movimiento que podría descalabrar al país entero? ¿Pretenden dar armas de fortaleza a un politiquero izquierdoso que predica la democracia pero golpea a la sociedad liberal con sus acciones?
Está claro que el golpe no es contra una empresa que ha mostrado altos índices de corrupción e incompetencia; ha sido contra el sindicalismo, un sindicalismo corrompido e inútil, pero suficiente para convertirse en el objeto contundente de quienes quieren un país violento. Mala decisión presidencial; mal momento, pésima estrategia. Y más, cuando recién el mismo Calderón enfatizó en un discurso que el empleo está repuntando en medio de la crisis. Imposible tener tantita ecuanimidad para creerle ahora.
El presidente debe estar urgido de cambiar a sus asesores y estrategas y más aún, de despedir a funcionarios federales incapaces de tejer un clima de estabilidad y armonía. No les ha bastado la crisis económica, la inseguridad y el brote de “epidemias” sospechosas para llevar al Presidente a todos los callejones sin salida que se les ha ocurrido. Y a Calderón, no le basta con dejarse manipular. Pobre país, ¡en qué manos está!
Tarjetero
*** Otra víctima más en la autopista Tuxtla-San Cristóbal. Ahí, se ha dicho miles de veces, falta vigilancia; pero no lo hay ni la habrá nunca. Es raro ver una patrulla de caminos por esa carretera. Y si la hay, los agentes se dedican a molestar a gente inocente, pidiéndoles mordida por cualquier detallito de los carros. Imposible hacerlos entrar en razón. Pareciera que la PFP en la rama de caminos, solo está para causar problemas, no para proteger a la ciudadanía. Algún día esto acabará. Algún día. Cuando ya nadie quede vivo. Triste pero así es. *** Luego nos leemos.
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