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Respuesta a una estudiante de periodismo

Fichero Político

Angel Mario Ksheratto


Buscan regular las actividades de las
"edecanes", para evitar la
propagación del SIDA.

“¿Qué diferencia hay entre un ‘comunicador social’ y un ‘periodista’? ¿Cuál cree que debe ser la función de cada uno?”, me preguntaba hace unos días una estudiante de la carrera de Ciencias de la Comunicación; su inquietud se deriva, según ella, de la “sospechoza” (sic) asociación entre periodistas y jefes de prensa que, a su parecer, están “encubriendo la corrupción y la violencia contra las mujeres”. Creo, de entrada, que la percepción que la estudiante tiene de la tarea informativa, es errónea. Básicamente, el trabajo de un comunicador social y un periodista, es el mismo: informar. Sin embargo, los conceptos pueden variar dependiendo de la posición de cada quién. En nuestro esquema laboral, el comunicador social es aquel que representa a una empresa ó institución pública ó privada. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española lo define como “aquel que comunica o sirve para comunicar; dícese de una persona con una actividad pública: que se considera capacitada para sintonizar fácilmente con las masas”. Su función, evidentemente, es asistir, elaborar, manejar, promover, proteger la imagen de la institución para la que ha sido contratado.
El periodista, en cambio, tiene como primer responsabilidad, no callar, no ocultar; de ello deriva su función de informar con veracidad y objetividad, auque en las circunstancias actuales hay quienes opinan –y no con desapego a la verdad– que ésta se ha perdido en la subjetividad de los intereses. Así, cada quién cumple una función similar, pero al mismo tiempo distinta. Pero en ningún caso, comunicadores sociales y periodistas están obligados a resolver problemas como la corrupción y la violencia de género que tanto lastima a la sociedad en general. Hay instancias legales encargadas del lograr el cumplimiento de las leyes en la materia a cuyas acciones no tienen los aludidos acceso, más que al meramente informativo. Cierto es que el comunicador social podría incurrir en omisión al no informar los resultados de las indagaciones u obstruir el trabajo de los periodistas, pero el que no informe adecuadamente o sencillamente, no comunique, no significa, en modo alguno, complicidad de parte de éstos últimos.
Ahora bien, la aspirante a comunicadora social ó periodista, inquiere sobre el papel que debe cumplir un comunicador social y los requisitos que debe reunir. Obviamente, la materia prima de un comunicador oficial o jefe de prensa, es la acción; la del periodista, la palabra. Un buen comunicador social, un buen jefe de prensa debe tener por lo menos, cuatro cualidades excepcionales y básicas para su buen desempeño: Inteligencia, sensibilidad, sencillez y discreción. Si padece de delirios de grandeza, actúa con torpeza, utiliza un lenguaje prepotente y abre de más la boca, tiene frente a sí, no solo su fracaso como profesional, sino el fracaso de la empresa o institución que representa. Nunca debe sentirse más que el jefe ni tampoco tiene facultades para suplantar el cerebro de quien le paga para representarlo en los medios. Además de las cualidades mencionadas, el buen jefe de prensa debe tener capacidad para, primero, mantener buena interlocución con los periodistas; si tuviera enconos, diferencias insalvables derivadas de acciones deplorables ó simplemente por caprichos personales, no va a tener una buena comunicación con los periodistas. ¿Quién sale perjudicado? Su jefe, puesto que, hablando de subjetividad, influirá para que la información sea contraproducente.
Segundo: poseer ingenio y talento para estar informado en lo externo e interno y así mantener a su jefe en condiciones de respuestas y reacciones rápidas ante eventualidades diversas. Pongamos el ejemplo del Gobernador del Estado; su jefe de prensa debe mantenerle informado de lo que ocurrió hace diez minutos en la gira del Presidente por el estado de Sonora; si un periodista le interrogare sobre la hipotética declaración de estado de alerta por los ciclones hecha por el Presidente, el gobernador debe tener los pormenores de lo dicho por el mandatario para estar acorde a las estrategias y propuestas federales y no caer en contradicciones y malentendidos. Esa es parte de la función de un comunicador social. Muchos creen que tener bien informado a su jefe es llevarle la síntesis informativa a su cama, por la madrugada. O que la buena información es atiborrarlo de chismes sobre la vida pública y privada de los periodistas ó sus opositores. ¿Se acuerdan de aquel llamado “vocero mudo” en los tiempos de la dictadura? Pues muchos de los odios irracionales y burdos que Pablo Abner agarró contra mucha gente, se derivó de los chismes de alcoba que el tal David Tovilla le llevaba. Eso no es ser un buen comunicador social.
La tercer habilidad es detectar y comunicar adecuadamente las ideas de su jefe. Muchas veces los discursos no comunican exactamente la idea central de éste, sino sus beneficios colaterales. Es decir, debe ser un buen entendedor, por lo menos; pedirles que sean hermenéutas es demasiado, pero sí, deben tener nociones de elucidación efectiva para que el mensaje institucional, tenga resultados positivos. Y la última capacidad es tener influencia en los medios. Quien no influye, no penetra, no comunica. Influir tampoco significa entrometerse en la línea editorial de los medios de comunicación; quien cae en lo último, violenta los principios democráticos y pisotea el derecho a la libertad de expresión. Influir es descender y condescender; ceder y conceder. No es mandar ni obligar. Es lograr un buen espacio mediático, respetando el derecho de los demás.
Por último, la estudiante (que pidió no mencionar su nombre, cosa que no entiendo porque se supone, está en una carrera en la que debe dar la cara sin temores de ninguna naturaleza; debo repetir lo que siempre he dicho a quienes me han preguntado sobre las cualidades de un periodista: éste debe tener, vocación, convicción, principios, valores y muchos de ésos) pregunta (casi acusa) “por qué algunos periodistas que cuando Pablo era gobernador no escribían nada en contra de él y ahora sí lo hacen y por qué muchos no denuncian la corrupción de éste gobierno”. Debo decirle a la señorita que yo respondo por mí mismo, como periodista, como columnista. Respeto el trabajo de los demás colegas y no tengo ninguna razón para invadir el fuero interno de cada uno de ellos. No tengo la menor intención de criticar a nadie por un simple principio: chucho no come chucho; y si alguien come, que no me invite… Porque soy muy glotón. ¿Que no se denuncia la corrupción? No habrá leído bien mi columna y la de algunos colegas que no han dejado de hacerlo. En fin, ahí está la respuesta; si era para una tarea, no se confíe mucho.

Facultad de derecho

La crisis que, dicen, la semana pasada quedó resuelta en la facultad de Derecho de la UNACH en San Cristóbal de las Casas, tiene dos cabezas; las dos, muy malas que deberían ser hechas a un lado para evitar más confrontaciones. Luís Manuel Estrada y su esposa (parece ser, hermana o prima de Mariano Díaz Ochoa) han estado detrás del movimiento que, maestros y estudiantes, hacían de buena fe para terminar con la corrupción que encabeza Ulises Coello Nuño, cuyas copias de la auditoria están en poder de Fichero Político para quien quisiera verificarlas. Desde que fue coordinador de Postgrado, Ulises Coello, junto con una pandillita de porros, en la que figuraba su hermano Mauricio, desestabilizó a dicha facultad. Entonces, creo un ficticio programa de Postgrado mediante el cual mercantilizaron las calificaciones, lo que generó un primer encontronazo con quince alumnos que se opusieron abiertamente a las fechorías de Ulises, su hermano y un abogado de nombre José Luís Hernández, a quien apodaban “El Changoleón”, debido a su perpetúo estado de embriaguez. La lista de agravios de Coello Nuño, es larga. Como breve esbozo, le cuento que Mauricio, pese a haber causado baja por bajas calificaciones, siguió gozando del beneficio de una beca y ¿qué cree? ¡Se graduó con altas calificaciones! Con éste, los cinco miembros del clan Coello Nuño (Bayardo, Cordero, Flota y Salomón, quienes ahora, son catedráticos. ¿Esa es la excelencia académica? Por el otro lado, Manuel Estrada y su mujer, no han tenido mayor sueño que secuestrar a esa facultad. Así que ahí se juntaron la piedra y el coyol, protegidos por la excelsa impunidad de la que gozan los corruptos. Ni modos, aquí nos ha tocado vivir. De ambos bandos, tendremos más, mucho más.

Tarjetero

*** Buena, muy buena la medida de regular los servicios de masaje en Tuxtla Gutiérrez; ésta se toma, trascendió, porque las cifras de contagios de SIDA se han disparado alarmantemente, sospechándose que el descontrol en ese servicio sexual, tiene mucho qué ver. *** Falsificación de documentos, peculado, abuso de autoridad y otros, son los delitos que le cargan al exalcalde de Pichucalco, Roger Andrés Robles. Ya lo citó el MP. A ver en qué para el asunto. *** Luego nos leemos.
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