Fichero Político
Angel MarioKsheratto
Dale Señor, el eterno
descanso y que tu luz perpetua,
le ilumine.
Su voz era normal cuando me habló esa tarde-noche, poco antes que escuchara el llamado definitivo e inapelable de Dios. “Nos vemos el martes o miércoles, ¿qué te parece? Necesitamos hablar algunas cosas en corto”, me dijo. Unos días después que fue liberado de la cárcel, en las oficinas del periódico nos vimos y expresó su intención de escribir algo sobre su estancia en El Amate. “O escríbelo tu, como una entrevista”, sugirió. Nunca cumplimos ése propósito. Siempre lo tuvimos en mente. Con Conrado nos unió el mismo lazo de solidaridad que se crea dentro de las cárceles. Vernos ahí,
rodeados de otros presos, se hizo común entre los dos; veces hubo en que las circunstancias nos obligaron a tratarnos con tal familiaridad, sin perder el respeto.
Con ése mismo respeto nos tratamos, ya libres los dos, de aquellas cadenas de opresión que fueron el signo distintivo de un tirano que muy probablemente, esté acumulando en su negra conciencia, uno a uno, los resabios que sustentan su destino y que sin duda, tendrán su justa recompensa.
La repentina muerte de Conrado, nos duele a quienes le conocimos; primero, porque ésta llega cuando él tenía aún, muchas cosas qué aportar a su familia, al periódico Cuarto Poder y a la sociedad. En eso se esforzaba todos los días, pese a que desde la oscuridad, los que le persiguieron durante el pasado sexenio, mantenían las acechanzas. Es entonces, incontrovertible el hecho que haya caído en el fragor de una batalla que se desató contra el periodismo chiapaneco, ése periodismo que no claudicó, antes bien, se enfrentó al monstruo hasta verle fuera del poder, aunque haya dejado sus babas que todavía hacer resbalar a los incautos.
En segundo lugar, porque era un empresario joven, entusiasta y con ideas renovadoras. No le alcanzó la vida para ver cumplidos sus anhelos; a Conrado le ha pasado lo que a los grandes soñadores: nunca tuvo tiempo para ver la meta, porque en cuanto terminaba un proyecto, ya tenía listo otro y así, entre propuestas y proyectos, convirtió su lucha en hazaña tenaz que sin duda, deja lecciones de valía.
En la cárcel, le admiré la fortaleza para soportar cada embate que se aderezaba en su contra. Nunca reprochó ni se quejó. Talvez por eso, el llamado de Dios le llegó justo el día que cumplía cinco años de haber sido detenido, injustamente detenido, por aquella brutal dictadura, cuyos rescoldos aún persisten. Cinco años que Conrado vivió intensamente, con dignidad y decoro, con paciencia infinita y con la moral inatacada.
Su muerte, sin duda, acusa a quienes secuestraron su juventud, desde la silla del poder. Por eso habremos de recordarle desde su vida y no a la hora de su muerte porque ésta, solo confirmó la grandeza de su espíritu. Su muerte también, es uno más de los miles de testimonios del terrorismo de estado que aquel villano, el canalla de la desesperanza, implantó en nombre de Dios y una iglesia evangélica cómplice, que no ha tenido el valor de pedir perdón por los excesos de uno de sus más fanáticos militantes.
La cita con Conrado –para el martes o miércoles– ya no podrá ser; nos ganó Dios y se ha encontrado con Él… Y con su señor padre, don Conrado de la Cruz Jiménez. Acá, mientras tanto, el pueblo, sus amigos y familiares le recordarán siempre, a cada instante, como si simplemente, hubiese tomado el camino definitivo, antes que todos. Descanse en paz.
http://ksheratto.blogspot.com
ksheratto@gmail.com
ksheratto@hotmail.com
Angel MarioKsheratto
Dale Señor, el eterno
descanso y que tu luz perpetua,
le ilumine.

rodeados de otros presos, se hizo común entre los dos; veces hubo en que las circunstancias nos obligaron a tratarnos con tal familiaridad, sin perder el respeto.
Con ése mismo respeto nos tratamos, ya libres los dos, de aquellas cadenas de opresión que fueron el signo distintivo de un tirano que muy probablemente, esté acumulando en su negra conciencia, uno a uno, los resabios que sustentan su destino y que sin duda, tendrán su justa recompensa.
La repentina muerte de Conrado, nos duele a quienes le conocimos; primero, porque ésta llega cuando él tenía aún, muchas cosas qué aportar a su familia, al periódico Cuarto Poder y a la sociedad. En eso se esforzaba todos los días, pese a que desde la oscuridad, los que le persiguieron durante el pasado sexenio, mantenían las acechanzas. Es entonces, incontrovertible el hecho que haya caído en el fragor de una batalla que se desató contra el periodismo chiapaneco, ése periodismo que no claudicó, antes bien, se enfrentó al monstruo hasta verle fuera del poder, aunque haya dejado sus babas que todavía hacer resbalar a los incautos.
En segundo lugar, porque era un empresario joven, entusiasta y con ideas renovadoras. No le alcanzó la vida para ver cumplidos sus anhelos; a Conrado le ha pasado lo que a los grandes soñadores: nunca tuvo tiempo para ver la meta, porque en cuanto terminaba un proyecto, ya tenía listo otro y así, entre propuestas y proyectos, convirtió su lucha en hazaña tenaz que sin duda, deja lecciones de valía.
En la cárcel, le admiré la fortaleza para soportar cada embate que se aderezaba en su contra. Nunca reprochó ni se quejó. Talvez por eso, el llamado de Dios le llegó justo el día que cumplía cinco años de haber sido detenido, injustamente detenido, por aquella brutal dictadura, cuyos rescoldos aún persisten. Cinco años que Conrado vivió intensamente, con dignidad y decoro, con paciencia infinita y con la moral inatacada.
Su muerte, sin duda, acusa a quienes secuestraron su juventud, desde la silla del poder. Por eso habremos de recordarle desde su vida y no a la hora de su muerte porque ésta, solo confirmó la grandeza de su espíritu. Su muerte también, es uno más de los miles de testimonios del terrorismo de estado que aquel villano, el canalla de la desesperanza, implantó en nombre de Dios y una iglesia evangélica cómplice, que no ha tenido el valor de pedir perdón por los excesos de uno de sus más fanáticos militantes.
La cita con Conrado –para el martes o miércoles– ya no podrá ser; nos ganó Dios y se ha encontrado con Él… Y con su señor padre, don Conrado de la Cruz Jiménez. Acá, mientras tanto, el pueblo, sus amigos y familiares le recordarán siempre, a cada instante, como si simplemente, hubiese tomado el camino definitivo, antes que todos. Descanse en paz.
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