Fichero Político
Angel Mario Ksheratto
Pese a las puebas, ninguna
autoridad parece estar dispuesta
a actuar contra los corruptos.
Varias son las organizaciones que han advertido que no cejarán en su lucha hasta obtener una pizca de justicia en el asunto de la corrupción de la dictadura pablista, cuyos resultados en el manejo de los recursos destinados para la reconstrucción por el huracán “Stan”, son cada vez más evidentes y patéticos. De hecho, en algunas comunidades de la Sierra ya han obstruido el libre tránsito, argumentando falta de atención a sus demandas y olvido institucional. Es imposible dejar de insistir en el tema.
Las pruebas de que Pablo Salazar y la camarilla de sinvergüenzas que le acompañaron en el saqueo a las arcas públicas, son contundentes, irrefutables. Solo en lo que fue la Secretaria de Obras Públicas y la Comisión Estatal de Caminos, el desfalco es tal, que ni los mismos exfuncionarios que entonces estuvieron al frente de esas carteras, saben a ciencia cierta a cuánto asciende el monto de lo sustraído ilegalmente del erario.
Si las actuales autoridades hicieren un arqueo general, preciso y a fondo de cada obra, encontrarán faltantes descomunales que, de cumplirse con las reglas mínimas de conducta pública, se vería obligada a procesar penalmente a casi todos los que trabajaron bajo las órdenes del exdictador que por cierto, se ha quejado amargamente de las “traiciones” de las que ha sido objeto por parte de quienes, en su momento, le sirvieron de tapadera en cada una de sus infamantes fechorías. Un reporte en poder de Fichero Político de la Secretaría de Salud cuando ésta estaba en manos del ahora rector de la UNACH, nos revela el altísimo grado de corrupción aún en áreas vulnerables como lo es la dedicada a garantizar la salud del pueblo.
Según éste, de los recursos destinados en materia de medicinas para los damnificados, solo el 23 por ciento fue canalizado adecuadamente, mientras que del resto, no hay más que esbozos reveladores. Es indignante saber que una buena parte de la medicina enviada por los gobiernos de otros países, se haya “desechado por razones de seguridad”, sin que, obviamente, se sepa exactamente qué tipo de acciones se llevaron a cabo para, supuestamente, deshacerse de esa medicina. Tampoco hay una explicación lógica de por qué, mucha de esa medicina fue descartada para ser entregada a los necesitados. Por si fuera poco, en ese documento se especifica la “instalación de campamentos de socorro de alta especialidad”, de los cuales, durante y después de la contingencia, no vimos unos solo. Por ese rubro, la “inversión” es de más de 250 millones de pesos. ¿Cree Usted semejante mentira? ¿No son esas, pruebas irrefutables?
Crisis social evitable
Sin ser agoreros del mal, podemos advertir que, no atender apropiadamente la exigencia de miles de damnificados, podría ser un juego de alto riesgo. Es de entenderse que en la actualidad, no hay recursos para solventar las necesidades de quienes lo perdieron todo. Los ciento once mil 500 millones de pesos que para el efecto fueron oficialmente destinados para ello, simple y sencillamente, desaparecieron en las manos de los pablistas. ¿Qué queda por hacer? Algo muy sencillo: Obligar a Pablo, sus hermanos, sus sobrinos y a cada uno de los exfuncionarios (y también a los que se quedaron en la actual administración) que se robaron ese dinero, devolverlo íntegramente y de manera inmediata. Es la única solución viable.
Es inadmisible que los señores esos, así, tan tranquilos como pretenden estar, se queden con dinero que no es de ellos. Su obligación moral es devolver cada peso sustraído ilegalmente. Y claro, la autoridad también tiene su parte en esto, imponiendo la ley para que nunca más, en Chiapas, una pandilla de rateros con cargo público, se adueñe de lo que corresponde a todos. No hacerlo es alentar una crisis social que empieza a ser evidente y que amenaza con extenderse. Porque en pueblos y ciudades que no fueron afectadas por el “Stan”, hay molestia solidaria en contra del exdictador que no sólo promovió personalmente la corrupción, sino que él mismo se hizo de mulas Pedro. Y no solo con dinero que era para las víctimas aquellas, sino con el resto del dinero público. ¿Habrá, en ese caso, por fin, un ápice de justicia? Francamente, esperamos que así sea. Sería un buen mensaje de los dos niveles de gobierno que, en sus discursos, advierten que no permitirán la corrupción. Eso esperamos.
Adiós al Maestro
Don Antelmo “Luzán” Esquinca fue, sin duda, un hombre que dedicó su vida entera al periodismo; una de las últimas veces que tuve ocasión de saludarlo en su cafetería favorita, ahí sobre la primera Poniente norte, cerca de la Avenida Central, estaba apurado. “Tengo qué hacer mi columna y no tengo muchos datos”, me dijo mientras escribía sobre una servilleta. Ya se le veía enfermo, pero no por eso dejó la pluma de lado. El “Maestro Luzán”, como siempre le dije, siempre tuvo una respuesta certera a cada asunto que tenía en sus manos. “No aprendí otra cosa que no sea escribir, así que a mis mañas de periodista me atengo”, me respondió cuando le sugerí que descansara un poco de escribir. Y agregó contundente: “el que nació periodista, periodista se muere; no tenemos alternativa”. Así era él. Así se murió. Con sus ideas y del brazo de una profesión en la que dejó huella, escuela y un anecdotario rico en buen humor y enseñanzas. Muchos aprendimos de él; de eso ni duda hay. El “Maestro Luzán” escribió para todos los periódicos de Tuxtla Gutiérrez. Y en todos dejó constancia de su trabajo. Descanse en paz.
Tarjetero
*** La SCJN, como que anda en sus días. Primero, emite una resolución contraria a Mario Marín, aquel lépero gobernante poblano que se asoció con los pederastas contra la periodista Lidia Cacho; luego, lo declara inocente. ¿Quién les entiende? La Ley, no es ningún juego de supuestos juristas que, como la Chimoltrufia, como dicen una cosa, dicen otra. Habrá qué indagar si no hubo una mano generosa que los hiciera cambiar de opinión de la noche a la mañana. Sería triste que una de las pocas instituciones con prestigio, terminara en el cochinero. *** Luego nos leemos.
http://ksheratto.blogspot.com
ksheratto@gmail.com
ksheratto@hotmail.com
Angel Mario Ksheratto
Pese a las puebas, ninguna
autoridad parece estar dispuesta
a actuar contra los corruptos.
Varias son las organizaciones que han advertido que no cejarán en su lucha hasta obtener una pizca de justicia en el asunto de la corrupción de la dictadura pablista, cuyos resultados en el manejo de los recursos destinados para la reconstrucción por el huracán “Stan”, son cada vez más evidentes y patéticos. De hecho, en algunas comunidades de la Sierra ya han obstruido el libre tránsito, argumentando falta de atención a sus demandas y olvido institucional. Es imposible dejar de insistir en el tema.Las pruebas de que Pablo Salazar y la camarilla de sinvergüenzas que le acompañaron en el saqueo a las arcas públicas, son contundentes, irrefutables. Solo en lo que fue la Secretaria de Obras Públicas y la Comisión Estatal de Caminos, el desfalco es tal, que ni los mismos exfuncionarios que entonces estuvieron al frente de esas carteras, saben a ciencia cierta a cuánto asciende el monto de lo sustraído ilegalmente del erario.
Si las actuales autoridades hicieren un arqueo general, preciso y a fondo de cada obra, encontrarán faltantes descomunales que, de cumplirse con las reglas mínimas de conducta pública, se vería obligada a procesar penalmente a casi todos los que trabajaron bajo las órdenes del exdictador que por cierto, se ha quejado amargamente de las “traiciones” de las que ha sido objeto por parte de quienes, en su momento, le sirvieron de tapadera en cada una de sus infamantes fechorías. Un reporte en poder de Fichero Político de la Secretaría de Salud cuando ésta estaba en manos del ahora rector de la UNACH, nos revela el altísimo grado de corrupción aún en áreas vulnerables como lo es la dedicada a garantizar la salud del pueblo.
Según éste, de los recursos destinados en materia de medicinas para los damnificados, solo el 23 por ciento fue canalizado adecuadamente, mientras que del resto, no hay más que esbozos reveladores. Es indignante saber que una buena parte de la medicina enviada por los gobiernos de otros países, se haya “desechado por razones de seguridad”, sin que, obviamente, se sepa exactamente qué tipo de acciones se llevaron a cabo para, supuestamente, deshacerse de esa medicina. Tampoco hay una explicación lógica de por qué, mucha de esa medicina fue descartada para ser entregada a los necesitados. Por si fuera poco, en ese documento se especifica la “instalación de campamentos de socorro de alta especialidad”, de los cuales, durante y después de la contingencia, no vimos unos solo. Por ese rubro, la “inversión” es de más de 250 millones de pesos. ¿Cree Usted semejante mentira? ¿No son esas, pruebas irrefutables?
Crisis social evitable
Sin ser agoreros del mal, podemos advertir que, no atender apropiadamente la exigencia de miles de damnificados, podría ser un juego de alto riesgo. Es de entenderse que en la actualidad, no hay recursos para solventar las necesidades de quienes lo perdieron todo. Los ciento once mil 500 millones de pesos que para el efecto fueron oficialmente destinados para ello, simple y sencillamente, desaparecieron en las manos de los pablistas. ¿Qué queda por hacer? Algo muy sencillo: Obligar a Pablo, sus hermanos, sus sobrinos y a cada uno de los exfuncionarios (y también a los que se quedaron en la actual administración) que se robaron ese dinero, devolverlo íntegramente y de manera inmediata. Es la única solución viable.
Es inadmisible que los señores esos, así, tan tranquilos como pretenden estar, se queden con dinero que no es de ellos. Su obligación moral es devolver cada peso sustraído ilegalmente. Y claro, la autoridad también tiene su parte en esto, imponiendo la ley para que nunca más, en Chiapas, una pandilla de rateros con cargo público, se adueñe de lo que corresponde a todos. No hacerlo es alentar una crisis social que empieza a ser evidente y que amenaza con extenderse. Porque en pueblos y ciudades que no fueron afectadas por el “Stan”, hay molestia solidaria en contra del exdictador que no sólo promovió personalmente la corrupción, sino que él mismo se hizo de mulas Pedro. Y no solo con dinero que era para las víctimas aquellas, sino con el resto del dinero público. ¿Habrá, en ese caso, por fin, un ápice de justicia? Francamente, esperamos que así sea. Sería un buen mensaje de los dos niveles de gobierno que, en sus discursos, advierten que no permitirán la corrupción. Eso esperamos.
Adiós al Maestro
Don Antelmo “Luzán” Esquinca fue, sin duda, un hombre que dedicó su vida entera al periodismo; una de las últimas veces que tuve ocasión de saludarlo en su cafetería favorita, ahí sobre la primera Poniente norte, cerca de la Avenida Central, estaba apurado. “Tengo qué hacer mi columna y no tengo muchos datos”, me dijo mientras escribía sobre una servilleta. Ya se le veía enfermo, pero no por eso dejó la pluma de lado. El “Maestro Luzán”, como siempre le dije, siempre tuvo una respuesta certera a cada asunto que tenía en sus manos. “No aprendí otra cosa que no sea escribir, así que a mis mañas de periodista me atengo”, me respondió cuando le sugerí que descansara un poco de escribir. Y agregó contundente: “el que nació periodista, periodista se muere; no tenemos alternativa”. Así era él. Así se murió. Con sus ideas y del brazo de una profesión en la que dejó huella, escuela y un anecdotario rico en buen humor y enseñanzas. Muchos aprendimos de él; de eso ni duda hay. El “Maestro Luzán” escribió para todos los periódicos de Tuxtla Gutiérrez. Y en todos dejó constancia de su trabajo. Descanse en paz.
Tarjetero
*** La SCJN, como que anda en sus días. Primero, emite una resolución contraria a Mario Marín, aquel lépero gobernante poblano que se asoció con los pederastas contra la periodista Lidia Cacho; luego, lo declara inocente. ¿Quién les entiende? La Ley, no es ningún juego de supuestos juristas que, como la Chimoltrufia, como dicen una cosa, dicen otra. Habrá qué indagar si no hubo una mano generosa que los hiciera cambiar de opinión de la noche a la mañana. Sería triste que una de las pocas instituciones con prestigio, terminara en el cochinero. *** Luego nos leemos.
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