Fichero Político
Angel Mario Ksheratto
En el Instituto de la Mujer, se
privilegian los chismes de
lavadero y no las políticas
sensatas.
Suena casi a mandato, orden que pareciera ser la manda irresistible de uno de los organismos creados precisamente para alimentar la equidad de género pero también, para que las mujeres atiendan por sí mismas las exigencias que por años fueron desoídas y que ahora, encuentran una forma para la diversidad. Antes de seguir debo aclarar que Deysi Castillo, la actual titular del Instituto de la Mujer, no es santa de mi devoción; tiene sus mechas que prenden la pólvora debido a su agrio carácter y su fea forma de asumir sus relaciones públicas. Pero a la vez, es una mujer exigente con su trabajo, que es, desde mi modesto punto de vista, la raíz de los “males” que han generado una andanada de críticas cuya matriz está ahí mismo y se alimentan de envidias, fobias, haraganerías, chismes y ambiciones personales que no ayudan en nada a las mujeres mismas.
Hay, por decirlo de una forma sencilla pero contundente, una especie de “competencia desleal” que arrastra historias pasadas, muchas de éstas, no muy apegadas a la moralidad y las buenas costumbres. ¿Cuál es la razón de fondo por la que se critica sin argumentos sólidos a la directora del Instituto de la Mujer?
Cuando Deysi Castillo asumió ese encargo, ya laboraba ahí Patricia Guzmán, cuya pasión por el trabajo la levó a ofertarse anteriormente en administraciones priístas pese a su encanto por el PRD. Guzmán, dado el tiempo que llevaba laborando en cuestiones relacionadas con el movimiento femenil oficial, pensó que tenía el derecho absoluto de dirigir dicha dependencia. No fue así y en su lugar, el nombramiento recayó en Deysi, con quien desde hacia años, habían compartido varios empleos. Primero, fueron secretarias en el Congreso del Estado y después, debido a la falta de elementos en el PRD, les confirieron el honor de ser diputadas, de cuyo trabajo no es bueno hablar ahora, aunque sí recordaremos que fue una participación legislativa imperceptible y sin gloria. Luego, ambas se fueron a distintas carteras: Paty al Ayuntamiento cuando el alcalde era de extracción priísta y Deysi, al Comité Ejecutivo del PRD. Se balancearon como pudieron y de nuevo, llegaron a una dependencia donde, se creyó, harían un papel digno para las mujeres.
Castillo, con todo y su mal humor y amargura, empezó a esforzarse por hacer bien las cosas, programas inteligentes, en fin, se ha dedicado a hacer, por lo menos, el esfuerzo por ayudar a las mujeres. Patricia, por el contrario, ha estado dispuesta solo para poner piedritas en el camino de la titular. En un par de eventos a que hemos asistido, le hemos visto arrinconada junto con una o dos mujeres más (empleadas del Instituto, por cierto), cuchicheando, burlándose y desde luego, sin hacer absolutamente nada. Eso llama la atención porque significa que ésta no tiene la menor intención de trabajar en beneficio de las mujeres, sino de alcanzar un puesto donde tenga un buen salario… Y quizá, dónde meter mano al presupuesto.
Mujeres divinas
Lo que ocurre al interior del Instituto de la Mujer, es preocupante; preocupa porque con la competencia desleal que ha desatado una de las empleadas de rango (ignoro qué cargo tenga Guzmán ahí, pero sé que es directora de área) las mujeres no avanzan. Cada evento, cada programa, de inmediato es rasgado por gente de ahí mismo, lo cual nos parece grave porque es una institución seria, no un juguete partidista ni mucho menos, un juego de dados para ver quién se queda con la titularidad. Si Patricia Guzmán no se siente a gusto trabajando bajo las órdenes de una excompañera de trabajo, lo correcto es que se busque otra chamba y deje que ésta haga lo que considere pertinente. Pero que no sea ella quien adereza ataques injustificados y sin argumentos, pensando que podría asumir la titularidad.
Siempre he criticado la forma como las mujeres hacen el trabajo público; pero ésta vez, creo que la cosa es mucho más grave de lo que creíamos, pues se ha llegado lejos con las patrañas, lo cual no beneficia en lo absoluto a las mujeres del estado. Y si en todo caso quiere ganarse un puesto de mayor relevancia dentro de la institución, que trabaje primero. Estaríamos complacidos si Guzmán nos presentare los resultados de sus gestiones en esa dependencia. Es triste, lamentable, que la señora Guzmán no aporte sino por el contrario, desgaste a una institución por una simple y vulgar ambición de poder. Talvez Deysi Castillo no tenga un buen carácter, pero si justifica algunas medidas drásticas para el buen funcionamiento de ese Instituto, está en lo correcto. No puede funcionar bien una institución si no tiene normas a cumplirse. Y exigir que todas trabajen, es una medida buena. ¿O qué? ¿Quieren acaso cobrar un sueldo sin trabajar? El Instituto de la Mujer, no es el Congreso del Estado a donde la señora Guzmán llegaba sólo a cobrar sus dietas. Lo que se requiere son resultados, no chismes de lavadero ni intenciones socarronas; las mujeres merecen respeto, no burlas; quieren soluciones, no chismecillos que solo dañan la imagen de las mujeres mismas. Vuelvo a insistir en que Deysi talvez no tenga un gesto agradable, pero está haciendo su luchita por hacer bien las cosas. Si esa es la razón por la que sus mismas compañeras de género la atacan sin ningún fundamento, pues qué pena y qué tristeza. Y no podríamos decir que son cosas de chamacas inmaduras, sino que podemos afirmar que son asuntos de envidias estúpidas que no ayudan al gobierno actual.
Tarjetero
*** Si Usted maneja un auto, tenga cuidado; no intente evadir uno de los millones de baches que hay en la ciudad porque si lo ve un agente de tránsito, lo puede acusar de “invasión de carril contrario” y desde luego, le impondrán una multota descomunal, por si no, una buena “mordida”. Siempre he insistido en que tome un ejemplar del Reglamento de Tránsito y Vialidad de Tuxtla y lo lleve consigo para poder defenderse de los policías. Y si ya cayó en la trampa de éstos, ni trate de quejarse con el titular de esa dependencia porque nunca estará disponible para atenderlo y si, por milagro de Dios llegase a recibirlo, no logrará nada porque tampoco conoce las reglas. *** Luego nos leemos.
http://ksheratto.blogspot.com
ksheratto@gmail.com
ksheratto@hotmail.com
Angel Mario Ksheratto
En el Instituto de la Mujer, se
privilegian los chismes de
lavadero y no las políticas
sensatas.

Hay, por decirlo de una forma sencilla pero contundente, una especie de “competencia desleal” que arrastra historias pasadas, muchas de éstas, no muy apegadas a la moralidad y las buenas costumbres. ¿Cuál es la razón de fondo por la que se critica sin argumentos sólidos a la directora del Instituto de la Mujer?
Cuando Deysi Castillo asumió ese encargo, ya laboraba ahí Patricia Guzmán, cuya pasión por el trabajo la levó a ofertarse anteriormente en administraciones priístas pese a su encanto por el PRD. Guzmán, dado el tiempo que llevaba laborando en cuestiones relacionadas con el movimiento femenil oficial, pensó que tenía el derecho absoluto de dirigir dicha dependencia. No fue así y en su lugar, el nombramiento recayó en Deysi, con quien desde hacia años, habían compartido varios empleos. Primero, fueron secretarias en el Congreso del Estado y después, debido a la falta de elementos en el PRD, les confirieron el honor de ser diputadas, de cuyo trabajo no es bueno hablar ahora, aunque sí recordaremos que fue una participación legislativa imperceptible y sin gloria. Luego, ambas se fueron a distintas carteras: Paty al Ayuntamiento cuando el alcalde era de extracción priísta y Deysi, al Comité Ejecutivo del PRD. Se balancearon como pudieron y de nuevo, llegaron a una dependencia donde, se creyó, harían un papel digno para las mujeres.
Castillo, con todo y su mal humor y amargura, empezó a esforzarse por hacer bien las cosas, programas inteligentes, en fin, se ha dedicado a hacer, por lo menos, el esfuerzo por ayudar a las mujeres. Patricia, por el contrario, ha estado dispuesta solo para poner piedritas en el camino de la titular. En un par de eventos a que hemos asistido, le hemos visto arrinconada junto con una o dos mujeres más (empleadas del Instituto, por cierto), cuchicheando, burlándose y desde luego, sin hacer absolutamente nada. Eso llama la atención porque significa que ésta no tiene la menor intención de trabajar en beneficio de las mujeres, sino de alcanzar un puesto donde tenga un buen salario… Y quizá, dónde meter mano al presupuesto.
Mujeres divinas
Lo que ocurre al interior del Instituto de la Mujer, es preocupante; preocupa porque con la competencia desleal que ha desatado una de las empleadas de rango (ignoro qué cargo tenga Guzmán ahí, pero sé que es directora de área) las mujeres no avanzan. Cada evento, cada programa, de inmediato es rasgado por gente de ahí mismo, lo cual nos parece grave porque es una institución seria, no un juguete partidista ni mucho menos, un juego de dados para ver quién se queda con la titularidad. Si Patricia Guzmán no se siente a gusto trabajando bajo las órdenes de una excompañera de trabajo, lo correcto es que se busque otra chamba y deje que ésta haga lo que considere pertinente. Pero que no sea ella quien adereza ataques injustificados y sin argumentos, pensando que podría asumir la titularidad.
Siempre he criticado la forma como las mujeres hacen el trabajo público; pero ésta vez, creo que la cosa es mucho más grave de lo que creíamos, pues se ha llegado lejos con las patrañas, lo cual no beneficia en lo absoluto a las mujeres del estado. Y si en todo caso quiere ganarse un puesto de mayor relevancia dentro de la institución, que trabaje primero. Estaríamos complacidos si Guzmán nos presentare los resultados de sus gestiones en esa dependencia. Es triste, lamentable, que la señora Guzmán no aporte sino por el contrario, desgaste a una institución por una simple y vulgar ambición de poder. Talvez Deysi Castillo no tenga un buen carácter, pero si justifica algunas medidas drásticas para el buen funcionamiento de ese Instituto, está en lo correcto. No puede funcionar bien una institución si no tiene normas a cumplirse. Y exigir que todas trabajen, es una medida buena. ¿O qué? ¿Quieren acaso cobrar un sueldo sin trabajar? El Instituto de la Mujer, no es el Congreso del Estado a donde la señora Guzmán llegaba sólo a cobrar sus dietas. Lo que se requiere son resultados, no chismes de lavadero ni intenciones socarronas; las mujeres merecen respeto, no burlas; quieren soluciones, no chismecillos que solo dañan la imagen de las mujeres mismas. Vuelvo a insistir en que Deysi talvez no tenga un gesto agradable, pero está haciendo su luchita por hacer bien las cosas. Si esa es la razón por la que sus mismas compañeras de género la atacan sin ningún fundamento, pues qué pena y qué tristeza. Y no podríamos decir que son cosas de chamacas inmaduras, sino que podemos afirmar que son asuntos de envidias estúpidas que no ayudan al gobierno actual.
Tarjetero
*** Si Usted maneja un auto, tenga cuidado; no intente evadir uno de los millones de baches que hay en la ciudad porque si lo ve un agente de tránsito, lo puede acusar de “invasión de carril contrario” y desde luego, le impondrán una multota descomunal, por si no, una buena “mordida”. Siempre he insistido en que tome un ejemplar del Reglamento de Tránsito y Vialidad de Tuxtla y lo lleve consigo para poder defenderse de los policías. Y si ya cayó en la trampa de éstos, ni trate de quejarse con el titular de esa dependencia porque nunca estará disponible para atenderlo y si, por milagro de Dios llegase a recibirlo, no logrará nada porque tampoco conoce las reglas. *** Luego nos leemos.
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