Fichero Político
Angel Mario Ksheratto
El presidente Calderón, parece
determinado a acabar con el
presdencialismo, pero a cambio,
permite un Congreso prepotente.
La reforma electoral que ahora establece una serie de acciones que podría cambiar radicalmente las reglas del juego electoral mexicano, pasa obligadamente por los estados federados, cuya nomenclatura política se basa en leyes secundarias disfuncionales que en la mayoría de los casos, sirven solo para fortalecer cacicazgos extrasexenales o cuando menos, para cumplir caprichos personales o de grupo. Bajo la lluvia de rechiflas, perretas y chanchullos mediáticos con que se aprobó dicha reforma, pudimos observar en primer término, a un presidencialismo agotado –y sumamente acotado– que apenas esbozó un par de muecas que para algunos fue de disgusto y para otros, de complicidad plena con un aparente proyecto que va más allá del simplismo arrollador de algunos grupos de poder económico que, si bien argumentan con razonamientos lógicos y loables, parecen haber quedado atrapados detrás de la cortina de humo levantada para ocultar otros intereses políticos de fondo y forma que aún no alcanzamos a visualizar en su exacta dimensión.
Con el presidencialismo maniatado y un Poder Legislativo arbitrario, efectivamente, se pierde una lucha aislada por los intereses financieros que se desataban durante las épocas electorales, pero también, los espacios políticos que algunas empresas habían captado desde que el paternalismo oficioso del Ejecutivo en turno se hizo cargo de la manutención de políticas selectivas y unipersonales. Ciertamente, de ahora en adelante la ley obliga a crear un modelo de comunicación diferente durante los procesos electorales, pero también, deja muchos pendientes que nos preocupan profundamente. ¿Quién, de ahora en adelante, llevará las riendas del poder público en México? ¿El Presidente de la República? ¿El Congreso de la Unión? ¿Los empresarios de los Medios de Comunicación Electrónica?
Debemos detenernos de tanto en tanto para analizar cuidadosamente el contenido de las comunicaciones cruciales de la Nación. En tan solo una semana del enfrentamiento entre los senadores y los Medios Electrónicos, de pronto vemos en la pantalla la inusual aparición del Ejército Popular Revolucionario, ya no tanto como el ente desestabilizador y terrorista que lo fue hace unas semanas cuando hizo explotar artefactos caseros en los ductos de PEMEX en el centro del país, sino como un actor más en la arena política nacional. ¿Hay un revestimiento de pluralidad e incluyentismo mediático o sólo es parte de una guerra sonora y visual que apenas comienza?
Ello nos obliga a reflexionar sobre el papel de los legisladores mexicanos que han tenido la desfachatez de alegar representatividad popular como base para sus acciones que van, desde la invasión inaceptable a una institución ciudadana como lo ha sido el Instituto Federal Electoral, hasta el alza en el precio de la gasolina y otros insumos de primera necesidad que, en campaña, el presidente Calderón Hinojosa había prometido no aumentar. De mi parte y la de muchos amigos y conocidos, nadie ha autorizado a los diputados y senadores aumentar los precios de ningún producto. Luego entonces, no nos representan, ni sus actos son deseos nuestros. Es, en suma, arbitrariedad suya que Felipe Calderón parece ver con beneplácito ya por conveniencia política, ya por debilidad de estadista.
Petición ridícula
Walter León Montoya es de esos políticos que, sin pasar por el pantano, se embarra siempre del más pestilente de todos los lodos. Tras el extrañamiento público del representante del PRI en el Instituto Estatal Electoral en torno al programa "Amanecer" y el deslinde oficial de las dirigencias nacional y estatal de la postura del supremo desconocido que se atrevió a cumplir una primer ordenanza, el otrora poderoso cacique de los comerciantes establecidos, surgió de la nada para exigir el cambio del representante partidista, lo que despeja todas las dudas respecto al caos y la anarquía que reina en el partido que gobernara a México durante más de 70 años. Las rasgaduras del vestido de León Montoya, no tienen lugar y no porque el "espantaviejitos" –Mauricio Mendoza Castañeda– no merezca una sanción pertinente por atentar contra la economía de los venerables chiapanecos, sino porque el de la petición, carece de solvencia moral y peso político para revolver las aguas negras donde se ahoga la anquilosada dirigencia priísta.
A Walter le conocemos y le conocemos muy bien; su petición no es un acto de lealtad con los que nos han legado lo que tenemos como sociedad, sino un exabrupto mediante el cual, pretende ser visto desde Palacio de Gobierno para, de alguna forma, sea tomado en cuenta aunque sea para una delegación de tránsito en alguna parte del estado. Es decir, busca chamba y por eso, ha abierto la boca. Así lo hizo durante la dictadura; cuando el tirano Salazar Mendiguchía le ignoró, se lanzó en furibundos ataques contra éste y cuando el exdictador reaccionó, León corrió a refugiarse y no salió de su cueva hasta ayer, en que también se supo que era candidato a regidor. Poca cosa. Pero las declaraciones de León Montoya, aparte de su fatua intención, nos reconfirma lo que escribimos hace un par de días: El PRI, está a la deriva, sin una dirigencia fuerte y vigorosa y sin rumbo fijo. Ello obliga a que cualquier hijo de vecina, trate de llevar agua a su molino.
Tarjetero
*** Menudo problema se viene contra una empresa distribuidora de autos, cuyos directivos despiden a las mujeres por el simple hecho de estar embarazadas. Claro, las despiden sin pagarles la liquidación correspondiente. El escándalo está por desatarse porque el representante legal de la distribuidora, es el despacho de la familia Cervantes, quienes a su vez, tienen en la Junta de Conciliación y Arbitraje a una de las hijas del jefe del clan, quien es la que se encarga de hacer el trabajo sucio en contra de los empleados afectados. Si por razones de espacio resultare imposible la publicación del asunto en su cabalidad en éste Medio, apenas tenga el expediente completo, podrá usted verlo en la dirección web que aparece todos los días al final de la columna. *** Luego nos leemos.
http://ksheratto.blogspot.com
ksheratto@gmail.com
ksheratto@hotmail.com
Angel Mario Ksheratto
El presidente Calderón, parece
determinado a acabar con el
presdencialismo, pero a cambio,
permite un Congreso prepotente.

Con el presidencialismo maniatado y un Poder Legislativo arbitrario, efectivamente, se pierde una lucha aislada por los intereses financieros que se desataban durante las épocas electorales, pero también, los espacios políticos que algunas empresas habían captado desde que el paternalismo oficioso del Ejecutivo en turno se hizo cargo de la manutención de políticas selectivas y unipersonales. Ciertamente, de ahora en adelante la ley obliga a crear un modelo de comunicación diferente durante los procesos electorales, pero también, deja muchos pendientes que nos preocupan profundamente. ¿Quién, de ahora en adelante, llevará las riendas del poder público en México? ¿El Presidente de la República? ¿El Congreso de la Unión? ¿Los empresarios de los Medios de Comunicación Electrónica?
Debemos detenernos de tanto en tanto para analizar cuidadosamente el contenido de las comunicaciones cruciales de la Nación. En tan solo una semana del enfrentamiento entre los senadores y los Medios Electrónicos, de pronto vemos en la pantalla la inusual aparición del Ejército Popular Revolucionario, ya no tanto como el ente desestabilizador y terrorista que lo fue hace unas semanas cuando hizo explotar artefactos caseros en los ductos de PEMEX en el centro del país, sino como un actor más en la arena política nacional. ¿Hay un revestimiento de pluralidad e incluyentismo mediático o sólo es parte de una guerra sonora y visual que apenas comienza?
Ello nos obliga a reflexionar sobre el papel de los legisladores mexicanos que han tenido la desfachatez de alegar representatividad popular como base para sus acciones que van, desde la invasión inaceptable a una institución ciudadana como lo ha sido el Instituto Federal Electoral, hasta el alza en el precio de la gasolina y otros insumos de primera necesidad que, en campaña, el presidente Calderón Hinojosa había prometido no aumentar. De mi parte y la de muchos amigos y conocidos, nadie ha autorizado a los diputados y senadores aumentar los precios de ningún producto. Luego entonces, no nos representan, ni sus actos son deseos nuestros. Es, en suma, arbitrariedad suya que Felipe Calderón parece ver con beneplácito ya por conveniencia política, ya por debilidad de estadista.
Petición ridícula
Walter León Montoya es de esos políticos que, sin pasar por el pantano, se embarra siempre del más pestilente de todos los lodos. Tras el extrañamiento público del representante del PRI en el Instituto Estatal Electoral en torno al programa "Amanecer" y el deslinde oficial de las dirigencias nacional y estatal de la postura del supremo desconocido que se atrevió a cumplir una primer ordenanza, el otrora poderoso cacique de los comerciantes establecidos, surgió de la nada para exigir el cambio del representante partidista, lo que despeja todas las dudas respecto al caos y la anarquía que reina en el partido que gobernara a México durante más de 70 años. Las rasgaduras del vestido de León Montoya, no tienen lugar y no porque el "espantaviejitos" –Mauricio Mendoza Castañeda– no merezca una sanción pertinente por atentar contra la economía de los venerables chiapanecos, sino porque el de la petición, carece de solvencia moral y peso político para revolver las aguas negras donde se ahoga la anquilosada dirigencia priísta.
A Walter le conocemos y le conocemos muy bien; su petición no es un acto de lealtad con los que nos han legado lo que tenemos como sociedad, sino un exabrupto mediante el cual, pretende ser visto desde Palacio de Gobierno para, de alguna forma, sea tomado en cuenta aunque sea para una delegación de tránsito en alguna parte del estado. Es decir, busca chamba y por eso, ha abierto la boca. Así lo hizo durante la dictadura; cuando el tirano Salazar Mendiguchía le ignoró, se lanzó en furibundos ataques contra éste y cuando el exdictador reaccionó, León corrió a refugiarse y no salió de su cueva hasta ayer, en que también se supo que era candidato a regidor. Poca cosa. Pero las declaraciones de León Montoya, aparte de su fatua intención, nos reconfirma lo que escribimos hace un par de días: El PRI, está a la deriva, sin una dirigencia fuerte y vigorosa y sin rumbo fijo. Ello obliga a que cualquier hijo de vecina, trate de llevar agua a su molino.
Tarjetero
*** Menudo problema se viene contra una empresa distribuidora de autos, cuyos directivos despiden a las mujeres por el simple hecho de estar embarazadas. Claro, las despiden sin pagarles la liquidación correspondiente. El escándalo está por desatarse porque el representante legal de la distribuidora, es el despacho de la familia Cervantes, quienes a su vez, tienen en la Junta de Conciliación y Arbitraje a una de las hijas del jefe del clan, quien es la que se encarga de hacer el trabajo sucio en contra de los empleados afectados. Si por razones de espacio resultare imposible la publicación del asunto en su cabalidad en éste Medio, apenas tenga el expediente completo, podrá usted verlo en la dirección web que aparece todos los días al final de la columna. *** Luego nos leemos.
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