Fichero Político
Angel Mario Ksheratto
Sol Corzo, hijo putativo del dictador,
pretende poner nombre a las
culebras.
Pablista por sumisión, funcionario por conveniencia, protagónico hasta incitar la vergüenza pública; en los mejores tiempos del pabliato, optó por hacer el triste papel de chocarrero, lo que le valió que, en pago por sus gracejadas histriónicas y menguados dotes de cervantino perdido en la modernidad, el mismo Pablo Salazar –su “padre”, como él mismo lo definía cuando los sumos del licor invadían su diminuto cerebro– le pagase la grabación de uno o más discos musicales en los que, dicen los masoquistas que le han escuchado, despedazó algunas canciones y vomitó desgarradores gritos que crispan hasta los vegetales.
Ése es David Sol Corzo, frustrado candidato a una diputación y exfuncionario bajo sospecha que, una vez asentado en la soledad del ocio al que siempre se ha dedicado, decidió saltar a los Medios, ya no como trovador ni como pescador sin redes, sino como defensor de la identidad reptilera (ya lo se, no existe esa palabra) y no porque sea un prominente defensor de la vida salvaje, sino porque, se sospecha, ha encontrado en las serpientes la otra parte de su personalidad: rastrero y venenoso.
Por curioso que resulte, en los primeros meses de la dictadura pablista se organizó un “concurso” para poner nombre a las culebras que habitan el Zoológico “Miguel Álvarez del Toro”; su hijito (en ese entonces de unos 13 años) “ganó” el concurso y el nombre que él escogió le fue impuesto a una serpiente albina, obteniendo la correspondiente gratificación consistente en un viaje y otras cosillas con que la dictadura solía aplacar a sus cuates. Por ahí del 2002, cosas de la corrupción en que se mantuvo durante el sexenio pasado, los entonces funcionarios del Zoomat, decidieron cambiar a la culebrita y en su lugar, pusieron a otra parecida, solo que sin nombre. Lo supo Sol Corzo y no abrió la boca durante los cuatro años que restaban a la dictadura.
Ahora que su “padre” (él mismo lo reconocía, insisto) esta fuera del poder, intenta recuperar el nombre para su serpiente. Trivialidad absoluta que desnuda la locura de un cantante sin público. Esa, y no otra, es la razón porque de pronto, se convirtió en una especie de “registro civil” de las culebras; o quizá el fanatismo religioso de Pablo lo atrapó y ahora se crea el patriarca Noé, dispuesto a defender la identidad de sus congéneres aún a costa de periodicazos que, esperemos, muy pronto silencien no solo a Sol Corzo, sino a los demás pablistas que, estúpidamente, creen que defender culebras es cosa grande para un proyecto que cada vez renquea más.
Notario sin notoriedad
Da la impresión que el excesivo y absurdo protagonismo del exsecretario de Pesca (habrá qué ver si por lo menos conoce una barca camaronera) no es buscar que una culebra tenga un nombre; lo primero que se nos antoja es que sus perretas son parte del plan pablista de crear desconfianza en el gobierno de Juan Sabines; lo segundo, que, siendo un notario sin clientes, busca alguna pizca de notoriedad para que uno que otro incauto caiga en su tenebrosa oficina, aunque sea para certificar el nombre de algún chucho callejero, tomando en cuenta que de notario sin notoriedad, quiere pasar a defensor de reptiles, como si a modo se le presentaran las cosas… ¿O le traicionará el subconsciente?
Qué bueno que el propio Sol Corzo ha iniciado la guerra más chistosa a que se han atrevido los pablistas en su loca carrera por regresar a saquear las arcas públicas. Porque deberá explicar cómo es que, siendo él funcionario público, su hijito ganó un concurso oficial. También tendrá qué explicar sus ligas con los exfuncionarios del Instituto Natural de Historia y Ecología, sobre quienes pesan sospechas escandalosas que, tarde o temprano (ojalá sea muy temprano) serán la bomba que empiece a mostrar las miserias de la dictadura. Antes que exigir que le pongan nombre a su culebrita, que nos diga sus logros como exfuncionario y que nos diga qué hay detrás de su nada limpia intención de sacar a la luz pública un asuntillo que, la verdad, da más para reírse que para preocuparse. La pregunta es: ¿Por qué, en sus farras con Pablo Muench no le exigió regresar a su culebrita? Hacerlo ahora, es una brutalidad que solo al pensamiento pablista corresponde. Que se preocupe por sus cuentas en la Secretaría de Pesca que están por ahí bailando y no por una serpiente sin acta de nacimiento. Es más, debería explicar cómo obtuvo su notaría y luego que vea si puede poner nombre a todos los animales del mundo.
Tarjetero
*** A tal grado llega la anarquía en la UNICACH que cualquier hijo de vecina llega pegar de gritos a quien se les ponga enfrente. Un abogadete de apellido Tassías, de pronto enloqueció e intentó echar de su puesto de trabajo a un empleado de esa supuesta casa de “estudios”. Luego se arrepintió y hasta ofreció besos a diestra y siniestra. Y es que, cuando en una institución el titular es pésimo, hasta los burros hablan. *** Dicen los diputados que todavía no hay castigo para los alcaldes morosos; ¿para qué diablos están ellos entonces? ¿Para qué está el OFS? No cabe duda que aquí, lo que no hiede apesta. Ahí lo que vemos es ausencia de autoridad moral y carencia de valores. Habrá qué ver si el nuevo empleado del Congreso, Blanco Pedrero hará cumplir la ley… O la ley le cumple a él más de un caprichito del pasado. No hay qué olvidar, en resumidas cuentas, que Humberto Blanco, es empleado del Congreso y por tanto, su función, si es que tiene voluntad, será la de ordenar lo que los diputados no han podido., Doble obligación tiene. Además de la de desenterrar su imagen del pasado. *** Otra joya más a la campaña de Jaime Valls: Ramiro Micelli Maza. Bien por mi estimado amigo Jaime que sin duda, va a poner, una vez ganada la alcaldía, su museo de dinosaurios. O cuando menos, podrá hacer la última parte de la película “Los muertos vivientes”. Ojalá que sus joyas le aporten votos y no le resten seriedad a su proyecto. Porque, la verdad, ¿qué le aporta Luís Gabriel Sánchez, por ejemplo que ha sido ajonjolí de todas las viandas? Valls es un hombre inteligente, capaz, que bien podría ganar solo las elecciones. Pero allá él. *** Luego nos leemos.
http://www.elorbe.com
ksheratto@yahoo.com
ksheratto@hotmail.com
Angel Mario Ksheratto
Sol Corzo, hijo putativo del dictador,
pretende poner nombre a las
culebras.

Ése es David Sol Corzo, frustrado candidato a una diputación y exfuncionario bajo sospecha que, una vez asentado en la soledad del ocio al que siempre se ha dedicado, decidió saltar a los Medios, ya no como trovador ni como pescador sin redes, sino como defensor de la identidad reptilera (ya lo se, no existe esa palabra) y no porque sea un prominente defensor de la vida salvaje, sino porque, se sospecha, ha encontrado en las serpientes la otra parte de su personalidad: rastrero y venenoso.
Por curioso que resulte, en los primeros meses de la dictadura pablista se organizó un “concurso” para poner nombre a las culebras que habitan el Zoológico “Miguel Álvarez del Toro”; su hijito (en ese entonces de unos 13 años) “ganó” el concurso y el nombre que él escogió le fue impuesto a una serpiente albina, obteniendo la correspondiente gratificación consistente en un viaje y otras cosillas con que la dictadura solía aplacar a sus cuates. Por ahí del 2002, cosas de la corrupción en que se mantuvo durante el sexenio pasado, los entonces funcionarios del Zoomat, decidieron cambiar a la culebrita y en su lugar, pusieron a otra parecida, solo que sin nombre. Lo supo Sol Corzo y no abrió la boca durante los cuatro años que restaban a la dictadura.
Ahora que su “padre” (él mismo lo reconocía, insisto) esta fuera del poder, intenta recuperar el nombre para su serpiente. Trivialidad absoluta que desnuda la locura de un cantante sin público. Esa, y no otra, es la razón porque de pronto, se convirtió en una especie de “registro civil” de las culebras; o quizá el fanatismo religioso de Pablo lo atrapó y ahora se crea el patriarca Noé, dispuesto a defender la identidad de sus congéneres aún a costa de periodicazos que, esperemos, muy pronto silencien no solo a Sol Corzo, sino a los demás pablistas que, estúpidamente, creen que defender culebras es cosa grande para un proyecto que cada vez renquea más.
Notario sin notoriedad
Da la impresión que el excesivo y absurdo protagonismo del exsecretario de Pesca (habrá qué ver si por lo menos conoce una barca camaronera) no es buscar que una culebra tenga un nombre; lo primero que se nos antoja es que sus perretas son parte del plan pablista de crear desconfianza en el gobierno de Juan Sabines; lo segundo, que, siendo un notario sin clientes, busca alguna pizca de notoriedad para que uno que otro incauto caiga en su tenebrosa oficina, aunque sea para certificar el nombre de algún chucho callejero, tomando en cuenta que de notario sin notoriedad, quiere pasar a defensor de reptiles, como si a modo se le presentaran las cosas… ¿O le traicionará el subconsciente?
Qué bueno que el propio Sol Corzo ha iniciado la guerra más chistosa a que se han atrevido los pablistas en su loca carrera por regresar a saquear las arcas públicas. Porque deberá explicar cómo es que, siendo él funcionario público, su hijito ganó un concurso oficial. También tendrá qué explicar sus ligas con los exfuncionarios del Instituto Natural de Historia y Ecología, sobre quienes pesan sospechas escandalosas que, tarde o temprano (ojalá sea muy temprano) serán la bomba que empiece a mostrar las miserias de la dictadura. Antes que exigir que le pongan nombre a su culebrita, que nos diga sus logros como exfuncionario y que nos diga qué hay detrás de su nada limpia intención de sacar a la luz pública un asuntillo que, la verdad, da más para reírse que para preocuparse. La pregunta es: ¿Por qué, en sus farras con Pablo Muench no le exigió regresar a su culebrita? Hacerlo ahora, es una brutalidad que solo al pensamiento pablista corresponde. Que se preocupe por sus cuentas en la Secretaría de Pesca que están por ahí bailando y no por una serpiente sin acta de nacimiento. Es más, debería explicar cómo obtuvo su notaría y luego que vea si puede poner nombre a todos los animales del mundo.
Tarjetero
*** A tal grado llega la anarquía en la UNICACH que cualquier hijo de vecina llega pegar de gritos a quien se les ponga enfrente. Un abogadete de apellido Tassías, de pronto enloqueció e intentó echar de su puesto de trabajo a un empleado de esa supuesta casa de “estudios”. Luego se arrepintió y hasta ofreció besos a diestra y siniestra. Y es que, cuando en una institución el titular es pésimo, hasta los burros hablan. *** Dicen los diputados que todavía no hay castigo para los alcaldes morosos; ¿para qué diablos están ellos entonces? ¿Para qué está el OFS? No cabe duda que aquí, lo que no hiede apesta. Ahí lo que vemos es ausencia de autoridad moral y carencia de valores. Habrá qué ver si el nuevo empleado del Congreso, Blanco Pedrero hará cumplir la ley… O la ley le cumple a él más de un caprichito del pasado. No hay qué olvidar, en resumidas cuentas, que Humberto Blanco, es empleado del Congreso y por tanto, su función, si es que tiene voluntad, será la de ordenar lo que los diputados no han podido., Doble obligación tiene. Además de la de desenterrar su imagen del pasado. *** Otra joya más a la campaña de Jaime Valls: Ramiro Micelli Maza. Bien por mi estimado amigo Jaime que sin duda, va a poner, una vez ganada la alcaldía, su museo de dinosaurios. O cuando menos, podrá hacer la última parte de la película “Los muertos vivientes”. Ojalá que sus joyas le aporten votos y no le resten seriedad a su proyecto. Porque, la verdad, ¿qué le aporta Luís Gabriel Sánchez, por ejemplo que ha sido ajonjolí de todas las viandas? Valls es un hombre inteligente, capaz, que bien podría ganar solo las elecciones. Pero allá él. *** Luego nos leemos.
http://www.elorbe.com
ksheratto@yahoo.com
ksheratto@hotmail.com