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Solalinde, el traidor

Artículo Único
Angel Mario Ksheratto
No debe sorprendernos que José Alejandro Solalinde Guerra, no sienta culpa alguna por la traición que ha infringido a los migrantes centroamericanos, a los que ha acusado de promover caravanas para desestabilizar al gobierno de Andrés Manuel López Obrador. En el año 2012, declaró a la revista para adultos “Playboy”, que había roto el celibato con una joven bajo su cuidado, a la que posteriormente abandonó. “Andaba como niño con juguete nuevo”, aseguró al narrar el encuentro carnal con su discípula e insinuó la acción como “un consejo directo de Dios”, con quien, según él, suele hablar a menudo de temas de índole sexual.
Nunca ha sido si no, un oportunista que vio en los movimientos migrantes, un negocio lucrativo que además, lo catapultaría a la fama y el reconocimiento de gobiernos como el de Peña Nieto, que para silenciarlo, le otorgó premios y le llenó de adulaciones, aun cuando de manera subrepticia, esa administración investigaba acusaciones de violaciones sexuales a niños migrantes no acompañados.
Solalinde Guerra se ha declarado en múltiples ocasiones “un cura rebelde”, pero en realidad, se trata de un sujeto dispuesto a violar las normas más elementales, tanto de la iglesia Católica, como de las instituciones públicas a las que utiliza para conseguir objetivos oscuros.
Su reciente postura frente al exceso de fuerza policial para contener las caravanas migrantes, no solo chocan con el discurso oficial de cumplir con los acuerdos internaciones sobre migración, sino contra lo que en años anteriores dijo el sacerdote en torno a ese tema. Son múltiples las declaraciones suyas contra las medidas tomadas por gobiernos pasados, en las que condenaba el uso de la fuerza. Hoy la aplaude, defiende y promueve.
Desde la asunción de AMLO a la presidencia, el primer delator de migrantes, ha sido Solalinde, lo que lo ubica más como persecutor, que como defensor de los derechos de éstos.
Los “derechos” que pretendió defender en el pasado, de pronto se convirtieron en peligros para la “estabilidad” de un gobierno ambivalente, errático, indiferente, frívolo y carente de una dirección certera, al que defiende descaradamente.
De peregrino acompañante de los migrantes, Solalinde pasó al terreno de “los príncipes” del alto mando de la iglesia Católica, que nunca han simpatizado con las causas de los oprimidos, los perseguidos y los pobres del continente. Asumido a sí mismo como miembro distinguido de la 4T, es ahora, uno de los privilegiados que solo voltea a ver a los migrantes para denostarlos, acusarlos, maldecirlos y poner en riesgo la integridad física y moral de éstos, al criminalizar su derecho a buscar mejores condiciones de vida.
En una cosa se puede coincidir con el cura del sexenio: “La iglesia de hoy, no es la que Cristo quiere”. Supusimos que debería saberlo a ciencia cierta el señor Solalinde, puesto que desde el Pentateuco, pasando por las Encíclicas y Concilios, hasta modernos Tratados, Convenciones y Cartas, la migración ha sido tema de preocupación para los entes religiosos, menos para él, que es de facto, el enemigo principal de los desprotegidos y olvidados..
Como él mismo ha denunciado, la Iglesia ha desatendido la labor pastoral desde esa perspectiva. Para desgracia de los migrantes, el sacerdote en cuestión, ha dejado de ser su defensor. Ninguna diferencia hay, entonces, entre el curato soberbio y prepotente, con el curita pretencioso, oportunista y adulador del hombre al que no ha dudado en compararlo con Jesucristo.
Las acusaciones que ahora hace, pueden ser el reflejo de lo que él mismo hizo y ahora, trata de ocultar con una postura lamentable, que desnuda intereses políticos y económicos más allá de la pretendida y falaz compasión con la que engañó a todos. Rasputín, es un niñato a la par de don José Alejandro.

Transitorio
Poco a poco, la Guardia Nacional, se está convirtiendo en el brazo represor de la 4T. Nos cuentan que en Faja de Oro, comunidad de Cacahoatán, ésta se extralimitó en la detención de los sospechosos de haber prendido fuego a un presunto violador y asesino de una niña. Hay reportes de abuso sexual contra mujeres y vejaciones inadmisibles a ancianos, niños y hombres. En el enfrentamiento con migrantes, pudimos observar en la pantalla, muchas acciones deplorables.
¡Claro! No esperemos que la CNDH (y mucho menos la CEDH) hagan algo al respecto puesto que ambos organismos, son tapadera de violaciones a los derechos humanos. Para eso les pagan: para callar.

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