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La señora Piedra

Artículo Único
Angel Mario Ksheratto

Enésima  marcha contra su incapacidad.
Construir una reputación —buena, por supuesto—, no es cosa de un día a otro; lleva años de sacrificio y de eso, hemos sido testigos los mexicanos en el caso de doña Rosario Ibarra de Piedra, que ha sido una de las pocas luchadoras sociales prestigiadas del país. Por desgracia, su buena fama, el respeto que se le ha tenido y el reconocimiento nacional e internacional que respaldan su trayectoria, se están viendo opacadas por la penosa ambición de una de sus hijas, que se aferra al producto de un aberrante fraude, o por lo menos, a la sospecha de una imposición inaceptable.
María del Rosario Piedra Ibarra, en aras de un cargo público, ha desechado todas las virtudes, principios y valores humanos, sustituyéndoles por el vacío que provocan la indiferencia y la estulticia que, en el parecer colectivo mayoritario, les ha enviado “al diablo”, como dicta la doctrina de la 4T.
Con ello, ha puesto en riesgo la trayectoria de su señora madre, pero lo más grave: al aceptar la presidencia de manera ilegítima de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, pone a esa instancia al servicio del régimen, cuya única y final intención es secuestrar a la institución con cierto nivel de credibilidad, para permitir al gobierno, utilizar todos los recursos del Estado, para encubrir errores, abusos y excesos en la tarea… ¿de gobernar?
Así, los logros de la CNDH —muchas veces incómodos para el viejo y anquilosado sistema de gobierno—, se acercan al abismo del descrédito; la institución, como tal, se convierte en víctima de una usurpación vergonzante, engendrada en un Senado sumiso, incapaz de esconder sus fraudes e indispuesto a enderezar entuertos.
Lo anterior tiene lógica en el desorden que empieza a causar estragos a la 4T. Hay detrás, la desordenada —y mal encubierta— intención de MORENA de apropiarse del país y está también la pretensión caudillista del presidente López de convertirse en mártir, héroe y “Padre de la Patria”, pero sin organismos incómodos que documenten y denuncien los abusos a los que se deba recurrir para lograr objetivos oscuros.
Pero más allá de los sueños muy personales, del poco probable cumplimiento de la promesa de cambiar al país y otras intenciones del señor presidente, está lo que podría significar el fracaso de ésta administración de no castigar a los responsables de la matanza del 68 y menos, encontrar a los desaparecidos. Es decir, el presidente López, regresó la papa caliente a la galardonada con la Medalla “Belisario Domínguez”, doña Rosario Ibarra de Piedra”, quien durante el solemne acto y a través de una misiva, le pidió al mandatario resguardar la medalla, hasta en tanto no solucione el tema de la desaparición de estudiantes y ciudadanos durante la represión dirigida por Díaz Ordaz.
¿A quién culpará AMLO de ese inminente fracaso? Obviamente, a la hija de la demandante y hermana de la víctima, desaparecida desde entonces. Solo hasta cuando la señora Piedra Ibarra descubra la trampa, descubrirá también que habrá sido timada, utilizada y entenderá por qué, hoy sus críticos le califican como a quien ha claudicado a una lucha que hasta ahora, era digna.
Para el colmo, la recién impuesta presidenta de la CNDH, mostró su menosprecio a las decenas de periodistas asesinados en México (casi diez desde el 1 de diciembre del año pasado, fecha en que tomó posesión López Obrador), con una frase ofensiva que pinta de cuerpo entero a la 4T: “¿Han asesinado periodistas?”. Frivolidad e indiferencia, además.
Desconocer, en todas sus modalidades, la tragedia que enluta al periodismo mexicano es, además de una afrenta al gremio, un insulto inadmisible a la sociedad mexicana que depositó —con votos— su confianza en un proyecto que no ha podido iniciar ningún cambio y sí, ha decidido seguir las tradiciones antiguas que privilegiaron la imposición, la simulación, el engaño y el fraude, estigmas que hoy, le dan a la señora Piedra, la vergonzante oportunidad de usurpar un cargo público.
¿Por qué asumir una postura insultante, cuando los hechos son inatacables? ¿Hay acaso una política de venganza por encima de la justicia? ¿Asume, ella, el papel de “ángel vengador del pasado”, y demonio protector de los abusos, excesos, omisiones y complicidad del actual gobierno?

Transitorio
La marcha convocada para este miércoles para exigir paz y seguridad en Tuxtla, es bienvenida; ante el descalabro que ha conducido el alcalde Carlos Morales, se hace necesaria la presencia de la sociedad, para recordarle que tiene obligaciones y dentro de éstas, está la de no desviar recursos públicos para frivolidades y sí, invertir en seguridad. De lo contrario, que renuncie y deje que uno con capacidad, saque a la ciudad de la crisis. Ha mostrado más proclividad a la corrupción que resultados a favor de la ciudadanía.

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