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Carlos Orsoe, el error de la 4T

Artículo Único
Angel Mario Ksheratto

Morales Vázquez, peor que sus antecesores.
Indiferencia, es el adjetivo que reúne todos los yerros del alcalde capitalino, cuya única defensa ha sido esconderse de la realidad, evadiendo toda la responsabilidad constitucional que asumió el día que le fue tomada la protesta como máxima autoridad de una ciudad que, en sus manos, se ha ido desmoronando como nunca antes se había visto.
En su defensa, Carlos Orsoe Morales Vázquez, ha recurrido a cifras totalmente engañosas, a acusaciones sin sentido y en muchos casos, al trillado discurso de la Cuarta Transformación, mediante el cual, se culpa al pasado de la crisis de inseguridad, argumento irresponsable que deja clara la incapacidad de éstos para gobernar a los pueblos y ciudades del país.
La ola de criminalidad, a pesar de los esfuerzos del alcalde para ocultarla, es cada vez más evidente. Lo grave de todo es que éste, en las reuniones del Consejo de Seguridad, minimiza las cifras, las maquilla u oculta, lo que hace imposible tener un diagnóstico certero para de ahí, buscar las soluciones adecuadas.
Quienes están inmersos en la búsqueda de estrategias para frenar a los delincuentes, se exasperan ante la postura de Morales Vázquez, quien recurre a la autonomía municipal, para evitar que otros cuerpos de seguridad del Estado y la Federación, coadyuven en la detención de criminales.
Un mando de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana del Estado, reveló que en más de una ocasión, el alcalde se ha quejado ante sus superiores por la “injerencia” de ese cuerpo de seguridad en la ciudad. Relató que en una colonia de la zona norte de Tuxtla, elementos de la SSyPC, detuvieron en flagrancia a un par de ladrones, lo que motivó la protesta municipal… Los malhechores fueron arrebatados a los policías estatales y pocas horas después, seguían delinquiendo a sus anchas.
En otros casos, los detenidos no son consignados a la Fiscalía General del Estado como debería corresponder, sino remitidos a un juez municipal, donde son “juzgados” por faltas administrativas y posteriormente liberados. Todo ello, ha generado algunas fricciones entre el alcalde y algunas autoridades que han preferido callar, para no profundizar la crisis.
Carlos Orsoe, debe entender que Tuxtla Gutiérrez, no es una Ciudad-Estado del medioevo, ni él es oligarca, ni burgués ni emperador; es un alcalde, un servidor público favorecido por el voto que benefició al presidente López, quien tampoco alcanzó la máxima magistratura del país por un programa de trabajo, sino por el hartazgo de los mexicanos, contra un régimen de gobierno caduco y corrupto.
Si bien la autonomía municipal es mandato constitucional, no faculta al presidente municipal a actuar de manera aislada, principalmente cuando se trata de la seguridad de los ciudadanos. Su soberbia e irracionalidad, están poniendo en serio riesgo a miles de personas que hoy, temen salir a la calle y deben llevar una vida de sometimiento ante la imparable violencia.
En esas circunstancias, no son pocas las voces que exigen la renuncia de Morales Vázquez. Les asiste la razón; no puede, una ciudad, agonizar con los brazos cruzados frente a una autoridad omisa, incompetente y carente de respaldo popular. No se puede seguir siendo rehenes de una autoridad incapaz y una delincuencia empoderada e igual de soberbia que su protector, el propio alcalde citadino.
Motivos para que renuncie, sobran. Alternativas para mantenerse en el cargo, no tiene una sola. Incluso, para las pretensiones imperiales de su máximo líder, seguir en la alcaldía tuxtleca, sería un error garrafal; le restaría adeptos y sería factor de quiebra.
De tal grado es la molestia contra el presidente municipal, que algunos personeros de la 4T, le han insinuado retirarse antes que la corriente lo arrastre. Pero ha hecho como que no escucha, o como que no entiende el mensaje. Así de complicado el panorama para un hombre que luchó toda la vida para gobernar a los tuxtlecos, y terminó siendo peor que todos sus antecesores juntos. Y eso que aquellos, se fueron rebosantes de desprestigio, en virtud de sus corruptelas.

Transitorio
Al bocón expresidente Vicente Fox Quesada, parece que le van a aplicar la ley de la Cuarta; por lo pronto, sus pañalitos embarrados ya están colgados a la vista de todos. Se está volviendo clásico que el linchamiento mediático y la acusación sin sustento, sea lo más fuerte que se haga contra los corruptos del pasado. Con Fox, todo indica que se irán con todo. Entre bocones nos veamos.

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