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Willi, el velador

Artículo Único
Angel Mario Ksheratto

¿Enfermo de poder?
La hipótesis es que el flamante gobernador interino, deba cumplir solo unos días en el cargo. Días atrás, el ahora exgobernador Manuel Velasco, adelantó, en boca de otros, que terminará con su periodo, lo cual dejó claro que su estrategia es jurar como senador, solicitar licencia al Senado y regresar al mando de la destartalada administración.
De hecho, su licencia como gobernador fue con carácter de “definitiva”, para así eliminar la figura de gobernador “constitucional”, lo que le permitiría asumir, en unos días (o quizá horas) como interino. “Jugada maestra”, dicen sus allegados. Y sí, suena así, pero en términos legales, las cosas son distintas a pesar de las modificaciones constitucionales que impulsó desde el sumiso Congreso, el que ahora es el gobernador de marras.
Willi Ochoa, en relaciones políticas, no es tan improvisado como parece, aunque sí, es un pésimo político y un mal operador. Posee, entre otras cosas, la capacidad nata para la traición. Ello lo coloca, no como el gobernador de los seis días como se pretende, sino como el que en la medianía, termine el sexenio de su protector, quien a la postre, habrá de admitir lo que sus consejeros jurídicos le ocultaron: la existencia de la Constitución de México.
Apenas hace unas horas, en su calidad de “lacayo presidente” del deshonrado Congreso del Estado, Ochoa Gallegos, defendió las “reformas” constitucionales que permitirían a Manuel Velasco, regresar a la gubernatura en el menor tiempo posible, tras asumir como senador de la República. “Hay concordancia con las leyes federales”, dijo el entonces congresista local de extracción priísta.
He ahí la trampa; el artículo 116 constitucional dice a la letra: “El poder público de los Estados se dividirá, para su ejercicio, en Ejecutivo, Legislativo y Judicial, y no podrá reunirse dos o más de estos poderes en una sola persona o corporación, ni depositarse el Legislativo en un solo individuo. Los gobernadores de los Estados, cuyo origen sea la elección popular, ordinaria o extraordinaria, en ningún caso y por ningún motivo podrán volver a ocupar ese cargo, ni aun con el carácter de interinos, provisionales, sustitutos o encargados del despacho.”
¿Qué podría impedirle a Willi Ochoa recurrir a ese estatuto para obligar a Velasco Coello a recular y quedarse sentado en su escaño? Es clara la ley federal. Y es inviolable, de acuerdo al artículo 136 de la misma Constitución que además, en el artículo 133, establece contundentemente que la “Constitución, las leyes del Congreso de la Unión que emanen de ella y todos los tratados que estén de acuerdo con la misma, celebrados y que se celebren por el Presidente de la República, con aprobación del Senado, serán la Ley Suprema de toda la Unión.”
Es decir, ninguna ley local —incluyendo las constituciones—, está por encima de la Constitución Federal y por tanto, su observancia es general y obligatoriedad de los gobernadores, publicar y hacer cumplir las leyes federales, como ordena el artículo 120 de la referida Constitución.
No está de más está decir que las leyes de un Estado sólo tendrán efecto en su propio territorio, y, por consiguiente, no podrán ser obligatorias fuera de él; es lo que dice el artículo 121 constitucional. O sea que las reformas constitucionales que aprobó la pandilla de diputados comandados por el ahora gobernador interino, solo tienen efecto aquí.
Por ser el encargo de senador conferido a Velasco Coello, federal, aplica sin remedio, lo establecido en la Constitución General. Ese habrá de ser el mecanismo que Willi ponga en marcha para quedarse los tres meses. ¡Iluso! ¿Qué son tres tristes meses en el poder? ¡Nada! Pero la ambición y la soberbia, son grandes. El poder, enferma.
No se puede hablar de retos, ni metas a cumplir. Es algo así, como irle a quitar las pulgas al perro del patrón. El gobernador interino, por tanto y aun cuando se quede los tres meses y no los seis días, debe saber que su encargo es solo de velador; nada tiene que hacer. No es importante la chambita que le dieron. Hubiera sido mejor que se quedara haciendo fintas en el Congreso. ¡Es ridículo!
Lo que ha venido sucediendo en Chiapas, es grave; leyes a la medida, otras al vapor. Improvisaciones. Sumisiones de un poder frente a otros. Políticos enfermos y carentes de dignidad. Hambrientos de poder y reconocimiento público; corruptos y abusivos, que no han hecho nada, absolutamente nada por un estado que se debate entre la pobreza general y la pobreza extrema mientras sus políticos son multimillonarios.
¿Qué se puede esperar del pobre Willi? Más corrupción y más mentiras. Más simulaciones y sinvergüenzadas. Más payasadas. Ochoa no es más que el “velador” que se queda a cuidar el rancho. Nada más., ¡Pobre Chiapas!

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