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Semana Santa: ocio, tedio ¿y Cristo?

Fichero Político

Angel Mario Ksheratto



En medio del escándalo por abusos
sexuales contra niños, la iglesia Católica
llama al "recogimiento espiritual".

Otra vez, Semana Santa; el principal producto noticioso es el asueto obligado para estudiantes, profesores y padres de familia. (“Miles abarrotan las autopistas de salida de las ciudades”, dicen complacidos los conductores de televisión, encargados de entretener al morbo ciudadano, reunido bajo la intención de deleitar el ocio). Tedioso, estridente y ramplón, el intento de las dos televisoras más grandes del país por hacer del cobarde asesinato de Jesús, un recordatorio que lleva implícito el mercenarismo que acerca más al consumismo desmedido que a la Iglesia. Y visten de “arte” al naquismo, la vulgaridad y la distorsión histórica de aquel acto brutal que nos mostró cuán lejos puede llegar el ser humano en su loca carrera por autodestruirse.
Como noticia persistente de la semana, nos presentan la “historia” personal de un “Cristo” moderno, alejado de los cánones religiosos y la profundidad doctrinal; nos muestran a una “María” con cara de antrera irremediable; un “Judas” más allá de la lógica y un “Pedro” con tendencias raras y ojos marihuanos. Si Enrique Randal, el actor del cine en blanco y negro nos presentó a un Cristo mediocre, cobarde, afeminado y con vececita de idiota, el de Iztapalapa que éstos días nos acribilla las ganas informativas con frasecitas indulgentes que advierten hipocresía, nos da cuenta de lo ridículo que puede llegar a ser el hombre, cuando se pierde en la búsqueda de una verdad que desprecia por conveniencia religiosa.
Justo cuando El Vaticano intenta, infructuosamente, trasladar el escándalo de curas pederastas y perversos al plano de “virtudes non sactas”, llega la “Semana Santa”, espacio en el tiempo que intenta recobrar parte del sacrificio de Aquel que padeció para la salvación integral, pero que no pasa de ser fecha propicia para llamados insustanciales y obras teatrales que en nuestra cultura, solo son una “representación” que no va más allá de la mera redención y se queda como alimento del morbo colectivo.
¿A quién le importa la crucifixión de Jesús en éstos tiempos? Murió y punto. Eso creen –o demuestran creer– en su fuero interno, los “líderes religiosos” que conmemoran la fecha y aprovechan para recaudar monedas de cobre, mucho menos valiosas que las 30 monedas de plata que cobró Judas por vender a Jesucristo.
¿Semana Santa? ¿Dónde está la “santidad” de ésta semana que hoy empieza? ¿Ir a la playa, a un río a libar cervezas y regodearse con el trasero de las mujeres rebajadas a lo peor, es “santo”? ¿Sacar a la calle imágenes propias de la fecha y “correrlas” con precipitación ayuda a “salvar almas”? ¿Tapar con mantos morados al resto de “santos” excomulgará a los impíos de sus deudas con Dios? No.
Y todo esto, no es privativo de una sola religión. A modo de paréntesis, debo explicar que “religión”, literalmente, significa “volver a ligar”. Y la “religión”, cualquiera que sea, tiene cuatro pilares fundamentales: leyes, tradiciones, costumbres y ritos. Y algunas más, mitos. En éstos días, los más apegados a sus tradiciones y costumbres, hacen las visitas a las siete iglesias; en el mundo evangelista (los “hermanos separados” ó “los primos”, dicen los católicos con menosprecio, justo cuando hablan del amor de Dios), suelen lavarse los pies, tomar refresco de uva y compartir el pan que conocemos como “quesadilla”. Costumbre. Tradición y ritos sembrados no para conmemorar, como estableció el mismo Jesucristo, sino para agobiar, para desmerecer un mandato que va más, mucho más allá de un acto meramente costumbrista regional… Leyes terrenales que olvidan la norma pentatéutica que fue la que Jesucristo cumplió hasta el sacrificio. Ni siquiera son reglas que inspiren más sintetizada pretensión de Cristo al dejarse inmolar.
En las últimas semanas, la cúpula de la Iglesia Católica ha estado sumergida en una defensa a ultranza del honor mancillado por sus mismos curas; es para ellos, el resultado de largos años de complicidad con los pederastas y para la sociedad en general, el reflejo del olvido doctrinal en que la Iglesia ha caído. Se han preocupado más en otros asuntos que en conducir a la feligresía por el camino del bien. Gritan, se dan de topes, condenan, maldicen y amenazan por el tema de las bodas entre personas del mismo sexo, pero olvidan que eso, justamente, es la cosecha de lo que han sembrado.
Sucede también en las iglesias protestantes. Todos, sepulcros blanqueados que quieren corregir en una semana, lo que en el resto del año han ensuciado con sus malos ejemplos. Los jerarcas de las iglesias, católicas o evangélicas, pecan tan fuerte que no se puede escuchar lo que predican.
Y no se trata de ver la paja en el ojo ajeno; es solo cuestión de ver con objetividad hacia el interior de las iglesias. ¿Cómo conmemorar la muerte de Jesús Cristo si las iglesias se asemejan en mucho a seis de las siete iglesias del Apocalipsis? ¿Esperan éstas que Cristo las vomite de su boca? ¿Qué sean condenadas finalmente? Que me disculpe don René Grajáles, pero le voy a robar su frase eterna: ¡Arrepiéntanse!

Tarjetero

*** La recolecta de basura es un negocio; por mi cuadra, la CFE pasó hace tres semanas a podar los árboles de la calle y, como siempre, dejó abandonadas las ramas. Pasó el camión del departamento de limpia del Ayuntamiento de Tuxtla y pidieron dinero para llevarse las ramas. Querían solo “para los chescos”. Para no tenerlas ahí enfrente, se les ofrecieron 40 pesos. ¡No los quisieron! Cien o dejaban las ramas. Ahí quedaron. Y las de todos los vecinos también. ¿No que no cobraban por recoger la basura? *** Luego nos leemos.
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