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¿Debe renunciar Joseph Ratzinger al trono de El Vaticano?

Fichero Político

Angel Mario Ksheratto


El Papa Benedicto XVI es acusado de
haber encubierto los actos de pederastia
de un cura en Munich.

Derivado del artículo publicado ayer, varios correos electrónicos han llegado a mi bandeja, preguntando si dadas las escandalosas condiciones actuales de la Iglesia Católica, cabría la posibilidad de la renuncia del Papa Benedicto XVI, a quien por razones históricas, se le coloca cerca de los escándalos de pederastia que tienen a –como reconoció el arzobispo de Nueva York, Timothi Dolan–, la Iglesia de rodillas. Joseph Ratzinger, siendo obispo de Munich, resolvió trasladar de una a otra parroquia al cura Peter Hullermann, descubierto en diversos actos de pedofilia. Ratzinger estaba entonces, al mando de un pelotón de sacerdotes y obispos, encargado de “hacer justicia” en cientos de acusaciones de pederastia, no solo en Alemania, sino en otras partes del mundo. Iniciaba la década de los 80’s. Ni del caso Hullermann ni del resto de éstos, se supo jamás, lo que conduce a la deducción que todos fueron cómodamente solapados por el alto mando eclesial, encabezados por Ratzinger.
Pese a que El Vaticano ha rechazado (con escasa fuerza) las acusaciones que evidencian a Benedicto XVI diciendo que nunca tuvo conocimiento del asunto, algunos sectores comprometidos con el rescate de la Iglesia, han esbozado la posibilidad de una renuncia papal, como única salida a una crisis de credibilidad que parece estar empecinada en mantener los viejos cánones, no escritos, que obligan a la defensa útil, claro, mientras el Papa (léase Jospeh Ratzinger) sea Papa. Pero, ¿es factible la renuncia de un Papa?
Según los cánones de la Iglesia Católica, un Papa sí puede renunciar al cargo, siendo la única condición que éste lo haga de manera voluntaria y pública. Las razones son hasta sibilinas si se quiere, empero válidas si los fundamentos de la decisión rebasan, mínimo, los intereses de la propia Iglesia. En el caso de Benedicto XVI, hay quienes piensan que los intereses financieros, religiosos, doctrinales y morales, han sido vulnerados por el Papa, lo cual otorga fundamento canónico para que, en un acto de congruencia con las circunstancias, renuncie como el máximo pontífice del catolicismo.
La Enciclopedia Católica resume el acto de renuncia al papado como una abdicación. La abdicación, dice el legado, “eclesiásticamente hablando, es la renuncia de un beneficio ó una dignidad clerical. Tal honor o retribución, desde el trono papal hasta la más humilde capellanía, debe ser hecha por el titular (…) la renuncia debe estar sustentada por una causa justa, debe ser voluntaria y debe estar libre de acuerdos que envuelvan la simonía”. Una de las causas es cometer actos incompatibles con la dignidad eclesiástica, entre muchas otras.
Aunque es remota la intención de Joseph Ratzinger de renunciar al trono papal, es necesario recordar que de llegar a hacerlo, recurriría al Colegio de Cardenales, quienes antes de elegir a su sucesor, deberán asegurarse que en efecto Ratzinger abdicó. ¡Caray! Si siendo un simple obispo hizo lo que le dio su gana en beneficio de los pederastas, ahora que tiene todo el poder de la Iglesia Católica, ¡menos! No debe ser un sueño, ni siquiera Guajiro.
Pero revisemos la historia de las renuncias ó abdicaciones papales para tener, mínimo, una noción de lo posible. Marcelino (años 296-308), Liberius (352-366), Benedicto IX (1033-1044), Gregorio VI (1044-1046), Celestino V (1,294). Fue éste último Papa quien decretó que se podía renunciar sin más complicaciones al papado. Su sucesor, Bonifacio VIII también renunció al cargo, precisamente porque que se negaba a confirmar el decreto de su antecesor. Por último, Gregorio VII (1406-1415) renunció al papado. Todos, salvo Celestino V (que renunció tras declararse incompetente e indigno para y del cargo) dimitieron por escándalos relacionados con sus partes nobles, por sus excesos sexuales, sus ambiciones monetarias y otros crímenes. Por ahí viene el asunto del celibato; de ahí surge esa medida que sin querer, se convirtió en la razón comprendible del por qué, los curas buscan placer sexual entre los niños. ¿Nos debería extrañar que Ratzinger esté con las manos llenas de suciedad de su pasado? Nos extrañaría si en verdad estuviese limpio. ¿Debe renunciar? Sí, hay los elementos, las pruebas. Pero no esperemos que lo haga. Es tal la fuerza de su cargo eclesial, que no lo hará. No soñemos.

Tarjetero

*** David Aguilar, muchas veces acusado de malos manejos de los recursos magisteriales, busca la alcaldía de Tonalá; su imposición como candidato de una alianza entre partidos políticos está abriendo frentes por todos lados. Claro, todos en contra suya, pues le consideran un personaje deshonesto. Con todo, se teme que por la vía del fraude electoral y el manejo ilegal de programas de asistencia social, logre su objetivo. *** Tan pobre y flaca está la caballada para la presidencia tuxtleca que hasta hoy, ninguno de los candidatos ofrece, por lo menos, garantías de seriedad. Da la impresión que un tal Carreta (dicen sus aduladores que es más popular que Juan Gabriel y Vicente Fernández juntos, ¡Ja!) y otro de apellido Sobrino, solo fueron llevados a una candidatura para hacer la finta. Porque francamente, no creo que los conozcan en su cuadra y por lo tanto, van a sacar muy pocos votos. Candidatos débiles, la mejor fórmula para hacer uno ganador. Seguimos con una “democracia” impuesta, sin competencia leal. *** Sigue la depredación de la reserva ecológica “El Triunfo” y la SEMARNAP, se sigue haciendo la occisa. ¿Cuánto habrán pagado los invasores por la impunidad de la que gozan? Debe ser una cantidad respetable. Por eso no actúan. *** Luego nos leemos.
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