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¿Escuadrones de la muerte en México?

Fichero Político

Angel Mario Ksheratto


La corrupción e impunidad en el país, hacen
posible la sospecha sobre la existencia de
escuadrones de la muerte.

El Centro Nacional contra la Represión, organismo no gubernamental, puso –o intentó hacerlo– el dedo sobre una llaga que hace años, se abrió en Centro y Sudamérica cuando las autoridades perdieron el control político, militar y social ante el recrudecimiento de la guerra: los escuadrones de la muerte. En México, aunque no hay una guerra civil declarada, en los términos social y militarmente aceptables, sí la hay en el estricto sentido de seguridad pública, razón de peso para que el organismo arriba citado, recurra a una ocurrencia penosamente acariciada por una sociedad que apenas empieza a entender los alcances de la lucha contra el narcotráfico, una guerra sin cuartel que ha acusado severos reveses y demostrado incapacidades en todos los sentidos.
Quisiéramos estar encontrados con las sospechas del CNR, pero desgraciadamente, los indicativos parecen estar tomando forma de las temibles purgas a las que recurrieron en su momento, los dictadores militares que gobernaron a países como Chile, Argentina, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Bolivia, Uruguay y Honduras. La “Mano Negra”, organización paramilitar que tuvo su nacimiento en Guatemala y se extendió incluso al sur de Los Ángeles en Estados Unidos, exterminó a miles de presuntos miembros de bandas juveniles, acusadas de asaltar autobuses y transeúntes en distintas ciudades. Debemos recordar que en El Salvador, ese tipo de purgas, derivó en lo que hoy conocemos como “Maras Salvatruchas” y que terminaron siendo un grave problema social que abarca desde Nicaragua hasta las ciudades más importantes de los Estados Unidos de Norteamérica. Es decir, salió mucho peor la cura que la enfermedad.
Hablar de “escuadrones de la muerte” en México, es hablar de muchas cosas graves, entre éstas, que las instituciones encargadas –constitucionalmente– de garantizar la seguridad de los mexicanos, podrían haber perdido la capacidad de respuesta ante la creciente ola de violencia y para frenar en parte su avance, habrían creado grupos armados paralelos para cumplir con su principal objetivo. Para que ello llegare a suceder, hay razones de fondo que deben ser analizadas con puntualidad. Por ejemplo, la pasividad de algunos jueces, cuyas sentencias y acciones para castigar a los delincuentes es de alto riesgo para los principios fundamentales de la administración de la justicia. Sucedió en Centro América. Más tardaban las fuerzas del orden en detener a un presunto delincuente que los jueces en liberarlos de todo delito. Ello generó desconfianza en los encargados de procurar la justicia y perseguir a la delincuencia. Ahí surgieron los escuadrones de la muerte, grupos especializados en detectar, seguir y ejecutar a quienes habían delinquido.
¿Sucede lo mismo en México? Algunos analistas opinan que la corrupción y la impunidad han orillado a algunas fuerzas extramilitares y extrapoliciales a organizar grupos paralelos armados. Puede ser. Nada se debe descartar. Habrá qué analizar la postura de los grupos parlamentarios y los representantes de los partidos políticos para darnos cuenta de la gravedad del asunto.
La matanza de estudiantes de preparatoria en Ciudad Juárez, es una muestra de lo que podría estar ocurriendo en los bajos sótanos de la lucha contra el narcotráfico. En Chile, por ejemplo, los escuadrones de la muerte, arrasaban con todo aquel que estuviese a cien metros cerca de una posible víctima. Tal acometida, causó miles de muertes inocentes. En Ciudad Juárez, se dice, iban por uno y se llevaron a 17 más. Grave.
Por ello es necesario replantear la lucha contra el crimen organizado. Porque en algunas veces, ha sido la misma sociedad la que, cansada de la ineficacia de las estrategias oficiales, se ha armado a sí misma y ha iniciado su propia guerra contra la delincuencia. El caso de los LeVarón, es una de tantas pruebas; “La Familia” de Michoacán, otro ejemplo. Tras la matanza de estudiantes en Ciudad Juárez, la exigencia de los deudos y amigos de las víctimas, es que se retire el ejército, pues más de uno sospecha que aquel atroz crimen, pudo haber tenido sus raíces en esa dependencia.
Aclaro: no es ninguna acusación; solo es el análisis de una situación que cada vez se enturbia más y que por tanto, requiere urgentemente de respuestas oficiales. No se puede llevar a cabo una guerra sin tácticas y estrategias precisas. Y menos, cuando en el fragor de ésta, se cae en imprecisiones deleznables. El Ejército Mexicano ha gozado por décadas de respeto y es poseedor de una honradez impecable. Pero ésta vez, requiere de una reflexión profunda, sesuda y comprometida con todos los mexicanos. Es lo mínimo que se espera de una institución como la que ha garantizado, por años, la seguridad del territorio nacional.

Tarjetero

*** La quema de la casa de un ciudadano evangélico en Teopisca, revela de nuevo, el grado de intolerancia que hay por cuestiones religiosas. Ya teníamos un buen de no tener noticias de esa naturaleza. Es lamentable, desde luego y por tanto, la idea es que las autoridades competentes, intervengan cuanto antes, pues no se puede caer en majaderías de esa naturaleza. Dios no les va a aplaudir a quienes odian a sus propios hermanos. Creo. *** La generosidad es, ante todo, virtud de quienes están al servicio de los demás. Samuel Orico, delegado del IMSS en Chiapas, César Ernesto Uhlin, José David Orgaz, altos directivos de esa institución y los doctores Bernardo Elizondo Coutiño, director del Hospital del Seguro Social en Ocozocoautla, así como el Doctor José Luís Pineda y la contadora Andrea Cañaveral, también trabajadores del IMSS, quienes, diligentes y generosos, hicieron todo cuanto estuvo en sus manos para atender a una paciente de gravedad. Plausible. *** Luego nos leemos.
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