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Memo para el "Bofo" Bautista

Fichero Político

Angel Mario Ksheratto


El nuevo refuerzo de los
Jaguares, debe saber la
verdadera historia de su
nuevo plantel.

Estimado Bofo: Hay quienes dicen que los deportes y la política están en franca ruptura; en Chiapas nos hemos quitado la venda de los ojos y, bajo signos de desgracia, hemos descubierto que ambas ramas están intrínsecamente relacionadas al grado que hace cinco años y medio, el fútbol profesional fue arrastrado al centro de un escándalo político que culminó con la muerte de más de 30 niños –en su mayoría indígenas pobres– quienes perecieron en condiciones inhumanas por falta de medicinas comunes que les fueron negadas por una razón que a todos nos avergüenza, menos a los autores de ese crimen de lesa humanidad.
La historia es larga y se la cuento resumida para que tenga Usted una idea poco más o menos clara de la lamentable historia del equipo al que llega a dar todo su esfuerzo y profesionalismo del que, tenga la certeza, estamos orgullosos los mexicanos.
Cuando al exgobernador (que terminó su periodo bajo sospechas de corrupción) Pablo Salazar Mendiguchía decidió adquirir la franquicia de un equipo de fútbol profesional, muchos ciudadanos le advirtieron que era más apremiante atender los altos índices de pobreza y marginación en que se debaten decenas de municipios chiapanecos. Desoyó las recomendaciones sensatas de la gente y se metió a la aventura de ofrecer circo (disculpe Usted, no es mi intención llamar “payasos” a los jóvenes que se dedican a ese deporte) a costa del dolor y el sufrimiento de un número indeterminado de niños enfermos en diversos hospitales. Así, mientras el hombre que terminó siendo el más cruel de los dictadores que haya gobernado Chiapas invertía enormes cantidades de dinero para construir el estadio “Víctor Manuel Reyna”, pagar el enorme costo de la franquicia, sostener onerosos sueldos de los jugadores y cuerpo técnico, ésos niños morían por falta de un hospital digno y medicinas apropiadas.
Fue doloroso ver a familias enteras demolidas por el dolor y la impotencia mientras Salazar Mendiguchía celebraba los escasos goles que metía su equipo. Era indignante ver el rostro complacido del dictador cuando sus “jaguares” ganaban un partido mientras en los cementerios, los padres de los niños ahogaban en llanto su profunda tristeza por la muerte de sus bebés. Sepa Usted que no hubo, nunca, la mínima intención del verdadero dueño de los “Jaguares” de por lo menos, dar una explicación confiable de su aberrante hambre de espectáculo futbolero. Por el contrario, mandó acusar a los médicos y enfermeras de negligencia y sobre muchos de éstos recayó la culpa de un crimen de estado, alimentado por las pifias infantiles de un hombre que, henchido de poder, quiso vengarse de la sociedad por los traumas que durante su aterradora niñez padeció, quién sabe por qué razones. Y el crimen, al final, le salió perfecto; no se le ha castigado y hoy, con todo y lo que se diga, sigue ostentando la propiedad de un equipo que, por la naturaleza de los recursos con que fue adquirido y por las consecuencias sociales, políticas y familiares que trajo consigo, debe ser propiedad de los chiapanecos y no de un consorcio, como se pretende a manera de dedo sobre el sol.
Esa es, grosso modo, la historia de su nuevo equipo. Lo digo con todas sus palabras: un equipo manchado de sangre inocente –la más inocente de todas– por lo que ruego a Usted, comprenda nuestra indignación. No por su llegada a Chiapas; la aplaudimos y le damos la bienvenida. Es por la historia negra de un hombre que pretendió tapar sus culpas con un equipo de jóvenes talentosos y entusiastas que nada tienen qué ver con la hipocresía y corrupción de un sujeto del que poco a poco se van conociendo sus abusos. Que tenga Usted una estancia placentera en éste Chiapas pletórico de pobreza y marginación.

Hablando de niños muertos

Ayer mencionamos en este espacio el asunto de nepotismo y abusos por parte de empleados del Sector Salud en Comitán, donde salió a relucir el nombre del doctor Alfonso Torres Aguilar, aparentemente ahijado del titular de la Secretaría de Salud. Ayer surgió otra acusación en contra de éste funcionario, una muy grave que nos hace recordar el caso de los niños muertos en Comitán, a principios de la dictadura de Pablo Salazar. Resulta que, de tres semanas para hoy, alrededor de 15 niños han muerto en el Hospital General de San Cristóbal de las Casas. Esto en la unidad de Cuidados Intensivos. Una fuente confiable denunció ayer a Fichero Político que los niños fallecidos –y un número indeterminado de enfermos en éste momento–, fueron infectados por una bacteria llamada Klebsiella que se introduce a la corriente sanguínea a través de las uniones celulares, provocando graves neumonías intrahospitalarias. En términos estrictamente médicos, se provoca al paciente ¬–especialmente niños menores de 15 años– una grave bacteriemia que termina en la muerte del enfermo.
Según la denuncia hecha por personal de ese nosocomio, el director de la institución, Marco Antonio Ordóñez Juárez, en contubernio con Alfonso Torres Aguilar, al notar la contingencia (ocho decesos en las primeras tres semanas y siete en las últimas dos), ordenaron el cierre de la unidad de Cuidados Intensivos y trasladaron a los pacientes al piso de pediatría, mientras que a los ocupantes de ese piso, los enviaron al auditorio, incluyendo a niños en periodo postoperatorio. Si esto ya es grave, los trabajadores de Salud de San Cristóbal, han denunciado que tanto Ordóñez Juárez como Torres Aguilar, han amenazado con cesarlos si dan a conocer el asunto a la Opinión Pública. Por su parte, funcionarios del área de Prensa de la Secretaría de Salud, dijeron ayer, vía telefónica que desde las dos de la tarde, se habían iniciado las investigaciones para determinar la situación de ese nosocomio, adelantando que si se encuentran anomalías, no se otorgará impunidad a nadie, aunque al principio, alegaron que los primeros resultados eran negativos. Es decir, no había ninguna contingencia. Esperemos a ver qué sucede.

Tarjetero

*** La CLE, en aprietos, ya por la falta de cultura política de Oswaldo Chacón o ya por su negligencia. De esto hablaremos en breve. *** Luego nos leemos.
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