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Mostrando las entradas con la etiqueta Crónicas

Los frentes fríos de Meade y el desplante a doña Rosy

Crónica Angel Mario Ksheratto S olícitos, dos hombres y una mujer con radios portátiles, metieron a doña Rosy hasta delante de la primera fila de los invitados especiales, donde también estaban funcionarios de gobierno emanados del Partido Verde; para que no estorbase, hicieron a un lado a cuatro de los seis niños que acompañaban a otra mujer y colocaron a dos señoras más, detrás de la silla de ruedas en la que llegó doña Rosy. Sobre las gradas a donde suelen sambutir a la plebe acarreada, la gente se arremolinaba y gritaba consignas a favor de José Antonio Meade Kuribreña, reunido en el Centro de Convenciones —frente al inmenso coliseo—, con otros sectores interesados en escucharle. —¡Dile a la gente que baje esas banderas verdes! —ordenó un hombre regordete a la maestra de ceremonias que arengaba a la concurrencia—. Era clara la superioridad de banderas de ese color, frente a los escasos globos rojos que portaban los priístas, sentados en la parte baja y una sola sec

Terremoto: Crónica del terror

De la tragedia a la incertidumbre y zozobra Angel Mario Ksheratto P arece mentira… Sí, una mentira que surgió del sueño arrebatado por las horas que mantienen la tradición costera de dormir solo cuando el hombre de la casa, ha regresado con la alforja llena de pescado y camarón. “Ya sabíamos que la naturaleza nos iba a partir la madre, pero no creímos que fuera tan así, a la mano”, dice ella, una mujer de muchos años que no cesa de ver hacia los cables de energía eléctrica. Si llegaren a moverse, es señal de una nueva réplica. Parece poner en orden sus recuerdos de la fatídica noche del 7 de septiembre: —¡Sí! Pensé que era el fin del mundo; no paraba de temblar, yo gritaba el nombre de mis nietos, mis hijas… —¿Dónde estaba usted? —En el patio, solita mire usted. Mi familia salió hacia la calle; yo me quedé adentro porque estaba lavando platos, —dice con los ojos húmedos—. Doña Lucy cuenta que lo único que se le ocurrió fue arrodillarse en medio de su amplio pat

El YO imprescindible (En estos casos.)

ksheratto@gmail.com Con la gran leyenda de las letras mexicanas, doña Elena Poniatowska. E ntre muchas cosas que hago, pinto; óleo, acuarela, pastel, carboncillo… Una tarde-noche pintando a Daniel, un personaje inolvidable de Unión Juárez, sonó mi teléfono. Un número de la Ciudad de México. Lo ignoré hasta que por tercera vez, me convenció que era algo urgente… O importante. —Amigo, hermano, te hablo porque la Fundación que tengo el honor de presidir, ha determinado otorgarte el “Pakal de Oro”, —dijo el del otro lado de la línea—. El “Pakal de Oro”, es una presea que año con año, se entrega a lo más preciado de la literatura, las artes, el periodismo de México y de otros países. Reconocí la voz de Hernán Becerra Pino, escritor y periodista (dueño de ideas fascinantes), de quién había leído dos libros interesantes: “México entrevistado” y “Chiapas entrevistado”. Debo ser franco: lo tiré a loco. ¿Yo? ¿Recibir una presea que han obtenido

Crónica: El argumento para una revuelta

Angel Mario Ksheratto ksheratto@gmail.com El presidente del Congreso, huyó del recinto parlamentario. L a costumbre de tomar edificios, bloquear vías de comunicación y marchar en cualquier parte del estado, dejó de ser. Y es que un día azaroso entre movilizaciones sociales —y no tan sociales—, cualquiera lo pasaba entre la monotonía del griterío desenfrenado, cargado de razón, pero sin espíritu de auténtica lucha. Lo de éste martes cambió las formas… y las maneras de responder a la exigencia popular. Fue un martes raro; diría que un día de revelaciones políticas. El asunto de Chenalhó, cuyos habitantes habían solicitado al Congreso del Estado la destitución de su alcaldesa, no era nuevo para los diputados. Tres veces le habían dado largas a los inconformes, y no de manera directa, sino a través de los asistentes, esos que cobran como aviadores. “Ya no lo vamos esperar un día más; chingue su madre el diputados, lo vamos prender fuego si es necesario…”, repetía una y otra vez

Terremoto: una muerte inesperada

El MP de Huixtla, abusivo y absurdo. Una autoridad prepotente e insensible Angel Mario Ksheratto @ksheratto 5:00 a.m.: Ignacio¬ Samayoa Sánchez toma el colectivo rumbo al Hospital, donde sería examinado por un médico. A sus 74 años y la vista menguada debido a la diabetes, raras veces salía de su hogar, una casita de madera y algunos bloques de cemento. Siempre se hacía acompañar de su esposa, quien ésta vez, se quedó en casa. Ella, una anciana con la que procreó nueve hijos, se quedó preparando el desayuno para cuando regresase, tomara sus medicamentos con el estómago lleno. Poco después de las seis de la mañana, caminaba en el centro de Huixtla, rumbo al nosocomio, Con cierta dificultad, inició una breve y empinada calle para alcanzar la avenida que le llevaría a su destino. Unos días antes, uno de sus hijos le preguntó sobre su estado de salud y le respondió que estaba bien. A sus nietos, solía decirles que se sentía “como joven”. Cuando el reloj marcó las 6 con 23 minut

Una rebelión priísta que crece

Bases militantes se oponen a acuerdos cupulares Cientos, miles, contra las imposiciones de Moreira. Angel Mario Ksheratto —¡A güevo! —¡A güevo! —¡A güevo! —¡A güevo! Grito de guerra, de combate; terminante. Frío y caliente a la vez. Tal era el enfado, la gana de hacerse sentir, de devolver golpe con golpe. Impotencia y amenazas se mezclaban conforme pasaban los minutos, las horas… los dos días. El tono de la voz subía y las palabras amables, se transformaban en groserías contundentes que caían como marros. La madre de Humberto Moreira Valdez, presente en el imaginario tumultuoso; para Enrique Peña Nieto, la misma dosis bajo el necesario “con todo respeto, pero…”. A Moreira, de plano, sin el menor de los respetos. Le soltaban las mentadas como quien lanza una jauría de perros contra un solitario y enclenque conejo. La ira, el enojo, flotaban en aquel vetusto auditorio donde años ha, las vacas sagradas del priismo tapachulteco se engordaban con o sin la vista del amo. E