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Notarios descarriados

Artículo Único
Angel Mario Ksheratto

Moreno Guillén, notario y presidente de un Tribunal.
Lo que amenazaba con ser un terremoto devastador, intempestivamente bajó de intensidad hasta quedar en una leve tiritona que tiene a los notarios, zurrados de risa. Y es que el caso llegó hasta las mesas del Ministerio Público, no como un acto de justicia, sino porque al interior de ese gremio, los pleitos se salieron de control.
Las vacas sagradas —viejos notarios que durante décadas monopolizaron la tarea de dar fe pública de actos legales y jurídicos—, no se sintieron cómodos con la llegada de una nueva generación de fedatarios que, se supuso, llegarían para acabar con años de incompetencia, abusos y actos de rapiña, derivados de protocolos amañados y simulados.
Pero los beneficiados con las patentes nuevas, llegaron hambrientos; se sumaron al saqueo “legal” y se pusieron al servicio de predadores a quienes elaboraron actas notariales al margen de la ley, para despojar a cientos de víctimas, de propiedades e incluso, al gobierno mismo.
La competencia se profundizó entre los nuevos y los viejos; empezaron las acusaciones mutuas y presentaron pruebas de los fraudes de unos y otros. Irrefutables en su mayoría, Eso llamó la atención de la Fiscalía que inició sus propias investigaciones, llegando a comprobar que en efecto, el sector notarial, andaba por muy malos pasos.
Raymundo Eduardo Cruz Aguilar, el primer notario detenido por fraude, marcó el inicio de lo que se pensó, sería una acción amplia y efectiva para acabar con abusos y despojos. Su detención fue aplaudida, tanto por lo anteriormente dicho, como porque se podría recuperar lo que el detenido, había robado a sus clientes.
Éste, había torcido la ley; se había quedado con propiedades de sus verdaderos dueños. Un robo descarado, pues. Pero salió bajo fianza a unas horas de su aprehensión. Desilusión generalizada. Hay razones para pensar que el juez que otorgó la medida a favor del acusado, negoció con el titular de la patente, Juan Carlos Moreno Guillén, que es a la vez, presidente de un Tribunal del Poder Judicial. Hasta ahí llegó la justicia.
Ante ello, los notarios se reunificaron; vieron que la guillotina venía en serio y corrieron a visitar al Fiscal. Le felicitaron por lo que estaba haciendo; le ofrecieron apoyo para terminar con la corrupción y bla, bls, bla, bla, bla, bla, bla…
La caja de Pandora, había sido abierta por la Fiscalía. Fue abierta por la Fiscalía. La podredumbre se puso al descubierto y muchos notarios estaban ahí, agazapados. Hay que decir que no todos son corruptos; se salvan algunos, poquísimos. Los embarrados, saben que pueden estar entre las 80 carpetas de investigación que dice la Fiscalía tener. Por eso, la urgencia de buscar congraciarse con la mano de hierro que tienen sobre el pescuezo.
No vayamos lejos: en Tuxtla Gutiérrez, mediante juicios amañados y protocolos notariales viciados, se ha despojado a cientos de ciudadanos de sus casas, bajo el concepto de “embargo”, pretextando la falta del pago del predial. Esto viene sucediendo desde los tiempos en que gobernó la ciudad Jaime Vals Esponda.
En la administración de Fernando Castellanos, se hizo evidente el fraude, cuando se intentó despojar a varias personas de la tercera edad, de sus casas, Solo un predio en la zona norte de la ciudad y que fue recientemente desalojado por considerarse una invasión ilegal, cuatro notarios habían llevado a cabo protocolos simulados para otorgar la propiedad a quienes no son dueños de esos predios.
La Fiscalía está obligada a seguir aplicando la justicia. Debe desahogar, públicamente, los 80 expedientes que ha abierto. Por su parte, el Ejecutivo, debe revocar las patentes de los involucrados. Si se va a acabar con la corrupción en ese sector, que se agarre parejo. Que todos paguen y no solo uno o dos. Es lo sano.

Transitorio
Preocupa que en las últimas horas las redes sociales se han saturado con denuncias de desapariciones de personas; son de todas las edades y condiciones sociales y de distintos puntos de Chiapas. Ante ello, es necesario que se activen los protocolos adecuados, toda vez que el número de supuestas víctimas, es alarmante.
Debe además, dársele seguimiento con seriedad y transparencia; esto, porque a veces, los desaparecidos, en realidad estaban realizando actividades distintas a las habituales y no habían podido comunicarse e incluso, algunos, sencillamente, andaban parrandeando. Con todo, preocupa. Y mucho.

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