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¡Cuidado, señor presidente!

Artículo Único
Angel Mario Ksheratto

Carlos Morales, tan malo como Fernando Castellanos.
La estrategia le funcionó bien durante los seis años que duró al frente del gobierno chiapaneco: esparcir rumores para luego, apuntar sus dardos a otro lado. Algunas veces, claro está, no le funcionaron, pero igual, le sirvieron para distraer las miradas curiosas. En los últimos días, ha soltado la especie que él, y nadie más que él, podría ocupar el lugar de doña Olga Sánchez Cordero, a quien sus más crueles detractores —entre éstos un muy cercano subordinado suyo—, dan pocas habilidades físicas para sostener los hilos de la política interna nacional.
Para dar credibilidad al cuchicheo palaciego, ha recurrido a la figura de un político de larga vereda: el exgobernador José Patrocinio González Blanco-Garrido, a quien atribuyen el privilegio de susurrar consejillos al presidente de la República, a quien ya habría convencido de dar las gracias a doña Olga, para dar paso al multicuestionado Manuel Velasco Coello, autor de los chismes que pululan acá y acullá.
En el supuesto que ello fuere cierto, ¡en que grave peligro se pondría el presidente Andrés Manuel López Obrador! Y en que grave riesgo estaría la estabilidad política y social del país. Cierto es que en las calles y plazas donde se presenta sin prepotentes cuerpos de seguridad, es protegido por ciudadanos seguidores suyos, pero en los vericuetos de Palacio Nacional, podrían estar, sus verdugos, al acecho.
Con errores de cálculo, acciones deficientes y excesos inaceptables, la intención de acabar con algunos cotos de poder corrompidos, ha sido puesta en marcha; aunque ha habido perdón y olvido para los corruptos del pasado, las perdidas monetarias para éstos, son incalculables y podrían no estar dispuestos a aceptar la derrota.
¡Ah! ¡La Mafia del Poder! ¡Sí, esa que fue duramente atacada y expuesta ante la opinión pública! Ha sido redimida, pero también, humillada… Incluso, despojada de sus bienes y privilegios, que por cierto, están solamente cambiando de dueño, que es lo que en el fondo, desata cualquier cantidad de demonios vengativos. He ahí, uno de los errores: arrebatar para usufructuar.

Y es, precisamente, esa mafia del poder la que habla al oído al presidente; la que le ha impuesto personajes de negro pasado y la que podría estar a punto —insisto, si la rumorología mudara a realidad— de imponer al exgobernador Manuel Velasco, en la Secretaría de Gobernación. El exmandatario chiapaneco, es campeón en traiciones.
Aliado y traidor de Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto e incluso, de la voraz dirigencia familiar del partido que lo apoyo (PVEM), para ser diputado local, diputado federal, senador, gobernador constitucional, senador por segunda ocasión, gobernador interino y ahora, pretendiente de la segunda posición política más importante del país.  
¿Qué o quién garantiza que no vaya a traicionar al mesías de la cuarta transformación? Velasco ha sido peón, reina, caballo, rey, alfil, torre, tablero y jugador del ajedrez que el presidente López Obrador, apenas está empezando a aprender. ¿Qué certeza tendría el presidente de su propia seguridad con semejantes conspiradores, nacidos en la mafia del poder? ¡Ninguna!
Es inocultable que las primeras semanas de gobierno, Andrés Manuel López Obrador, ha cometido errores inaceptables; errar en una decisión toral para su administración, sería tanto como un suicidio. Sería autodestruir su propio proyecto de nación. Porque al final es la —tan odiada por él— mafia del poder, la que le estaría regalando un caballo de Troya, para por fin, derrotarle.
Manuel Velasco, no conoce la institucionalidad; obedece a dictados de sus máximos jefes en la mafia del poder; por lo tanto, su misión sería destruir las intenciones —buenas o malas— de la pretendida cuarta transformación. ¡Cuidado, señor presidente! Quede constancia que se defiende la institucionalidad, no los arrebatos administrativos que están descomponiendo al país, en poco tiempo.

Transitorio
A cien días de haber asumido el cargo, muchos alcaldes, nadan en la estulticia; por ejemplo, el de Tuxtla Gutiérrez, no ha hecho absolutamente nada. Su obra magna en ese lapso, ha sido colocar un enrejado alrededor del Palacio Municipal, pretextando “seguridad”, cuando en realidad, pone en riesgo a los trabajadores. ¿Qué pasará el día que ocurra un temblor?
Por otro lado, Carlos Morales Vázquez, se ha vuelto un tipo antipático, soberbio, pedante y amenazador, lo cual habla de muchas cosas entre éstas, incapacidad para el cargo, ineficiencia, desconocimiento de su entorno e ignorancia supina sobre temas torales que atañen a la ciudad.

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