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Cuando se quiere, se puede

Artículo Único
Angel Mario Ksheratto

Bajo la emblemática "Plaza de la Paz... (Foto: Gabriela Figueroa.)
Como en los países más pobres del planeta, Chiapas es el estado mexicano con los más severos problemas de salud pública; todo, derivado de malas políticas y peores programas para garantizar el bienestar físico de los ciudadanos. A ello hay que sumar la interminable corrupción de los políticos que han asumido cargos de gobierno y, por supuesto, la incapacidad de éstos para solucionar los graves problemas sociales, cuyas soluciones vienen siendo “impostergables” desde hace sexenios, pero siguen ahí, como alimento para los demagogos hambrientos de poder.
La crisis sanitaria que asuela a la entidad, inició desde que el exdictador Pablo Abner Salazar, desvió recursos destinados al ramo salud, para adquirir un equipo de fútbol de las grandes ligas y construir para éste, un estadio acorde a las exigencias de la FMF; resultado de ese hasta hoy impune acto, fue la muerte de más de una treintena de niños en el hospital de Comitán.
El sucesor del tirano nada pudo hacer para superar el socavón; por el contrario, éste creció y los desvíos financieros fueron cada vez mayores; con una administración corrupta en el sector salud, los proveedores dejaron de surtir medicamentos, ya por que fueron arrastrados a la bancarrota o ya para no seguir brindando el servicio a un gobierno irresponsable en materia de pagos.


Con absoluta e incondicional solidaridad para los colegas injustamente despedidos del periódico “Noticias”, cuyo propietario, se niega a indemnizarlos, así como a quienes el Gobierno del Estado, se rehúsa a liquidar adeudos de publicidad.
 

Llegó Manuel Velasco y la cosa no mejoró. Nombró titulares en la Secretaría de Salud, que no pudieron reordenar, reclasificar o renegociar las enormes deudas a proveedores y lo peor: los recursos etiquetados para la salud de los chiapanecos, se desviaron para otros fines, menos para programas preventivos, acciones directas u otras cuestiones que garantizasen a los habitantes del estado, una salud digna.
Todos los programas y estrategias anunciados, solo fueron pretextos para arrancar alabanzas estrafalarias a los niñatos encumbrados en el poder; centros de salud cerrados por falta de recursos para funcionar lo mínimo, hospitales sin siquiera un par de gazas o una jeringa; enormes construcciones hospitalarias sin médicos ni instrumental moderno y adecuado… Todo, para el relumbre, nada para la salud.
Parte de esa crisis (que habrá de ser castigada durante la refundación de la República Amorosa), se debe, entre otras cosas, a la falta de visión de los funcionarios en esa materia, a la ausencia de programas realizables, a la carencia de estrategias firmes y a la deshumanización de los políticos. A ese alejamiento de los principios básicos de todo ser humano: servir a los demás.
Hace unos días, recibí la invitación para conocer los logros de la Secretaría de Salud Municipal de San Cristóbal de las Casas; ¡Carajo! ¿Qué “logros” podría tener una dependencia municipal en un municipio, cuyo alcalde —Marco Antonio Cancino González—, ha sido duramente criticado por sus excesos, sus exabruptos, su incapacidad, su extremismo religioso, su marcada incultura, su ignorancia exasperante, su falta de resultados, su corrupción, sus abusos, su soberbia…?
El titular de esa institución local, me pareció al principio, un tipo arrogante; no le conocía hasta entonces. En el viejo sótano de la emblemática “Plaza de la Paz”, estaba la prueba de lo que en el restaurante donde desayunamos, había dicho. Era, hasta antes de ser casi un hospital municipal, una bodega maloliente, en ruinas. De hecho, hasta hoy, se les filtra el agua, pero se las ingenian para mantener a salvo a los cientos de pacientes que a diario atienden.
Es un grupo de médicos bastante jóvenes, dirigidos por el titular de la institución; todos, habitantes de la región de Los Altos y por lo tanto, parlantes de español y alguna lengua materna. De otra forma, no podrían entender y atender a los enfermos que ahora, ya no son solo de San Cristóbal de las Casas, sino de otros municipios cercanos.
Lo que fue una ruina abandonada, es hoy, un ejemplo de lo mucho que se puede hacer, con poco o nada. Bueno, sí, con mucha voluntad. Aquel hombre alto, cabello lacio, cano, largo, de mirada perspicaz y de profesión médico, tiene en sus manos, la solución a cualquier atraso social: trabajar con pasión, voluntad y humanitarismo.
El que me pareció un tipo arrogante es en realidad, un sujeto apasionado, humanista; que es al mismo tiempo, institucional y rebelde; que no repara en obstáculos. La farmacia está repleta de medicamentos. Los consigue acá y acullá; los saca, casi a la fuerza, de las bodegas del Gobierno del Estado, donde hay miles de medicamentos arrumbados, esperando a caducar, antes que a ser repartidos entre los enfermos.
Ahí, bajo los turistas, no despacha Miguel Valdes (así, con “s”) Galán… atiende como cualquier doctor a los pacientes. Su oficina de Secretario de Salud Municipal, es en sí, un consultorio gratuito. No sé si en Chiapas, otros secretarios de Salud Municipal —o el mismo Secretario de Salud del Estado—, son médicos y funcionarios a la vez.
Su táctica es muy sencilla, pero eficaz: trabajar y hacerlo, con los pocos recursos a la mano; con imaginación, con estrategias efectivas… “Con humanismo”, dice él, una y otra vez. Y tiene razón el doctor Valdes Galán.

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