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Pan, café y carpa

Artículo Único

Angel Mario Ksheratto


"Sí, el de Tonalá, (...) no es el de Tuxtla."
Llamarles cínicos, ignorantes, indiferentes, insensibles, torpes o cualquier otro adjetivo descalificativo, es poco; rebasan los niveles de indignación y hartazgo y obligan a la exigencia de un cambio radical, absoluto, contundente. Es decir, que el Estado retome su función bajo normas institucionales y con apego a criterios humanistas que incluyan la solvencia moral de los funcionarios y además, se tomen en cuenta características de probidad, intelectualidad y sensibilidad.
Reducir a pan y circo el dolor humano por la pérdida de un ser querido, no es un exabrupto surgido del nerviosismo, sino la filosofía de una administración cuya única capacidad, es convertir en show mediático el dolor y la tragedia. Por si eso fuera poco, la soberbia y la estulticia son utilizadas como armas para atacar las voces que condenan frivolidades y exigen seriedad ante la crisis.
El “informe” presentado por el director del FOFOE, una institución aparentemente dedicada al fomento económico, desnuda la indiferencia y la falta de capacidad del gobierno para enfrentar situaciones como la presentada tras el terremoto de 8.2 grados, que sacudió al sur-sureste mexicano y gran parte del occidente y sur de Guatemala.
A miles sigue indignando la estupidez, necedad, ignorancia y soberbia de Oscar Gerardo Ochoa Gallegos, titular de esa dependencia, quien sin el menor asomo de comprensión, presumió el café, el pan y la carpa que, se supone, proporcionó a los deudos de las 16 personas que perdieron la vida durante el seísmo, “para que sea un menor dolor”.
Aparte, llamó “dolidos” a los familiares de las víctimas, término que en México, se aplica a los rencorosos, frustrados y amargados.
En otra parte de la comparecencia de funcionarios ante el gobernador Manuel Velasco Coello, el secretario de Salud, Francisco Ortega Farrera, miente descaradamente al mandatario, quien le recriminó el hecho, pero hasta éste lunes, seguía en el cargo. Como hace días, en entrevista con un noticiero matutino nacional, Ortega ofreció números y cifras manipuladas, engañosas.
Hace algunos días, en un arranque de espontaneidad, Velasco Coello, acusó la presencia de enemigos de su administración, incrustados en su gabinete. Tiene razón; tanto Ortega Farrera como Ochoa Gallegos, han demostrado no tener ningún compromiso con su jefe y menos, mucho menos, con los chiapanecos. A menos que al final, sigan una línea predeterminada, oficial.
Sorprende e indigna que ante la magnitud de la tragedia, ésta se reduzca a frivolidades; a peroratas infames que pintan de cuerpo entero a esa “generación del cambio”, que no solo sigue directrices del pasado, sino que profundiza la brecha entre las instituciones y la ciudadanía.
No nos queda la menor duda sobre la incapacidad operativa de funcionarios como los arriba mencionados; han demostrado ignorancia contundente, indiferencia, insensibilidad, torpeza. La certeza que deberíamos tener con respecto a ellos, es que, en un acto de buena fe y para resarcir los daños ocasionados por éstos, el gobernador los cese del cargo.
No puede, Manuel Velasco, terminar su sexenio en medio de la ignominia y la irresponsabilidad, por culpa de funcionarios ineptos; sería un contrasentido, una ofensa, un insulto, mantenerlos aun cuando éstos, han mostrado desprecio descarado por los chiapanecos, pero principalmente, por las víctimas y sus familias.
Chiapas debe estar por encima de compromisos grupales o personales. Debe, por obligación constitucional, privilegiarse el servicio de calidad y la probidad de los funcionarios. No es momento para salir con payasadas y menos, con ironías y ultrajes que indignan y enervan los ánimos.
Porque resulta incomprensible que con todo y las sandeces y pifias cometidas, los funcionarios intenten defenderse con justificaciones que dejan clara la ignorancia y brutalidad en que viven. Ya es suficiente; ya basta de funcionarios cavernícolas y retrógrados, que ocupan puestos solo para enriquecerse a sí mismos, a costillas de un pueblo empobrecido y abandonado.
Es magnífica la oportunidad para depurar del gabinete, a quienes solo sirven para poner en ridículo al gobernador y a quienes la ignorancia no les alcanza siquiera para defender sus sueldos estratosféricos. Deben sacar de ahí, a quienes creen que con mil o mil 500 pesos, van a volver millonarias a las víctimas del terremoto.

Es momento propicio para que Manuel Velasco, se deshaga de esos que son tóxicos para el desarrollo de Chiapas; es la hora en que debe, el jefe del Ejecutivo, demostrar su amor por Chiapas y los chiapanecos. Es cuanto, señor gobernador. 

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