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Roberto contra Roberto

Artículo Único

Angel Mario Ksheratto

Con priismo abandonado, Albores Gleason pretende la gubernatura. 
La solicitud me llegó, primero, por correo electrónico y luego, en plática informal vía telefónica: “Ayúdanos a defender al senador de la tunda que le están dando por todos lados.” Le pedí al peticionario tres argumentos sólidos para tal propósito. “Uno, es el mejor dirigente que ha tenido el partido en muchos años. Dos, es un senador cercanísimo a la gente y tres, va a ser el próximo gobernador de Chiapas.”
Evidentemente, se trata de dos mentiras y una muestra de soberbia, prepotencia e insolencia. Desde hace muchos años, desde que el padre de Roberto Albores Gleason fue gobernador, el PRI no ha tenido rumbo, ni dirección ni una dirigencia capaz de conducir al partido con inteligencia y compromiso con su militancia. Aquiles Espinosa, quizá fue el último hombre que dirigió al entonces recién derrotado PRI, que dio muestras de dignidad, decoro y resistencia.
De ahí, el partido se convirtió en aliado voluntario de los gobiernos en turno. No hubo decisión interna que no pasase por la venia de las “casas alternas” de los gobernantes de paso. Eso, hasta el día de hoy. La sumisión de las dirigencias partidistas, ha sido notoria, vergonzante y lamentable.
La ausencia de Roberto Albores Gleason en la sede del partido, ha arrastrado a éste al más grande de los abandonos, de tal manera que más de 75 comités municipales, mantienen sus puertas cerradas ante la falta de recursos para la operación mínima. “El CDE del PRI, no nos manda ni un centavo para pagar la renta, luz, agua, secretarias. Así nadie puede trabajar”, contó un dirigente municipal que externó sus dudas sobre si seguía siendo líder priísta en su municipio.
“Nunca encuentro al senador Albores, no sé quiénes son los secretarios del partido para pedir ayuda; no sé quién es el de Finanzas y tampoco conozco al Tesorero… Es más, no sé si sigo siendo yo el presidente del CDM o ya me cambiaron”, dijo otro líder municipal, con una sonrisa incierta.
Uno más, recordó que desde que el senador Albores Gleason asumió la dirigencia estatal, “jamás ha llegado a mi municipio y eso que es de los más grandes”. “¿Cercanísimo” a la gente? La sede estatal de ese partido, se asemeja en mucho, a una tumba vacía, abandonada. Quien quiera que desee hacer una petición, un planteamiento o siquiera saludar a su presidente, se queda con un palmo en las narices.
Nunca hay quien atienda las necesidades de la militancia. Hasta durante los recesos del Senado de la República, el senador se encuentra en México, “en sesión”. Habrá que revisar la lista de asistencia al Senado, para determinar si en efecto, asiste a todas las reuniones del colegiado.
Si hacemos un comparativo de lo que don Roberto Albores Guillén hizo por el PRI y lo que su vástago hace ahora, veremos que el hijo, hace exactamente lo contrario que lo que hizo el padre. Fue el exgobernador el que fortaleció los comités municipales, adquiriendo incluso, casas para albergar oficinas y terrenos para construir donde se rentaban los espacios. Los dirigentes de entonces, estaban obligados a lidiar con muchos problemas en los municipios que luego, solucionaba el gobierno. Hasta en la madrugada, los líderes estaban atareados resolviendo problemas grandes y chicos.
Las raras veces que Albores Gleason se aparece en la sede estatal, lo hace para encerrarse a lodo y piedra; sus casas alternas, permanecen igual: vacías. Decenas de comités municipales, cerrados por falta de recursos.
¿En esas condiciones cree que llegará a ser gobernador? Alguien debe decirle que, bien o mal, la gubernatura se gana en las urnas. Se gana con trabajo, con una cercanía plena con la gente, con propuestas de fondo, en fin.
La soberbia le hace mucho daño al señor senador; asumirse como “gobernador” teniendo a su partido en el más cruel de los abandonos, es un insulto a la inteligencia de sus correligionarios. Si Osorio Chong, Ochoa Reza, Peña Nieto o el mismo Velasco Coello, le han dicho que será el próximo gobernador, no es razón para vivir en la holgazanería política. Cercanos al senador en cuestión, critican a otro de los más grandes holgazanes, un tal Willy Ochoa, que nunca llega a las sesiones del Congreso del Estado… ¡Pero él es igual!

No hay diferencia entre Willy y Roberto. Los dos quieren ser candidatos a un cargo para el que no están preparados y por el que no han trabajado. Quieren llegar por medio de la imposición y el chantaje político. Alcanzar la cumbre sin méritos.  Entre lo que sí hay diferencia, insisto, es en el trabajo de Roberto padre y Roberto hijo. El papá sí trabajó, sí se preocupó por su partido, al que le dio fortaleza económica y moral. El hijo hizo exactamente lo contrario. Los “argumentos” del solicitante, como podrán ver, sirvieron para decir lo contrario.

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