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Nuestra desnudez y el oportunismo

ksheratto@gmail.com

Las pérdidas son cuantiosas. FOTO enviada vía inbox, por un usuario
El aguacero del viernes reciente, nos dejó, a todos, desnudos. Y no porque las correntadas se hubieran llevado nuestros trapos, sino porque solo entonces nos dimos cuenta que las administraciones pasadas —la actual no puede quedar exenta, por supuesto— nos han engañado con supuestas obras de carácter permanente, pero sobre todo, de calidad y de gran utilidad. En lo que corresponde a nuestra desnudez ciudadana, porque gran parte de responsabilidad nos recae por la ausencia total de una cultura de pulcritud urbana.
Y es en todo: tiramos basura donde sea, cruzamos la calle a pesar de los puentes peatonales, hacemos la parada al transporte público en lugares prohibidos, manejamos sin precaución, tiramos residuos contaminantes a la alcantarilla, dejamos el estiércol de nuestros perros a media calle, no nos organizamos para supervisar el trabajo de las autoridades…
De parte de la autoridad, si bien hubo respuesta inmediata, ha sido insuficiente, débil y mal coordinada, lo que ha generado
críticas justificadas, pero inconsistentes, temerarias e incluso, fuera de contexto, lo que resta seriedad a un asunto que debe preocuparnos y ocuparnos con responsabilidad. La credulidad debe ser tan objetiva como la credibilidad. No estoy proponiendo que creamos a pie juntillas lo que las autoridades dicen con respecto a fenómenos naturales, sino apegarnos al sentido común, pues solo así podremos ser útiles en la solución de los problemas locales.
Que la autoridad es responsable por la mala planeación de obras como los drenajes, por ejemplo, es absolutamente cierto. Merece ésta, una repulsa generalizada y la exigencia de explicar y transparentar los recursos utilizados frente a las consecuencias que padecemos. En la presente administración, el exsecretario de Obras Públicas, Bayardo Robles Riqué, anunció que las obras en la capital del estado, eran de suprema calidad y juró que éstas, soportarían las más inclemente lluvias.
No ha sido cierto, lo que obliga a pedir cuentas claras. Incluso, a exigir que éste sea llevado a los Tribunales. ¿Dónde están las millonarias cantidades de dinero que, según él, se invirtieron en una obra que no ha servido para nada? No hacerlo es protegerlo y consecuentemente, convertirse en cómplice suyo. En cuanto a Protección Civil, a cada rato vemos pomposos anuncios sobre las nuevas tecnologías con que se previenen tragedias durante los desastres de la naturaleza… Pero solo son eso: anuncios que ante la realidad, no funcionan. Es claro que no se puede predecir con exactitud un aguacero como el referido (aquí es donde cabe la objetividad de la credulidad; los pronósticos meteorológicos son falibles en un altísimo porcentaje), puesto que la naturaleza, no avisa. Ni en Estados Unidos o Europa, existe la tecnología eficiente para vaticinar una lluvia de la intensidad que tuvimos.
Significa ello que han mentido. Cierto es que hay políticas para prevenir pérdidas humanas, las cuales, hay que decirlo, han sido efectivas. Que ha habido reacciones inmediatas y eficaces, también hay que decirlo. Pero en el caso de Tuxtla, ya por la sorpresa del diluvio que nos cayó, ya por ineptitud, ya por negligencia, ya por soberbia, ya por inexperiencia, las reacciones no fueron las esperadas.
Frente a la desgracia, el oportunismo electorero de algunos mozalbetes impertinentes; hemos visto con indignación la promoción de entrega de despensas a los damnificados, utilizándolos para fortalecer ambiciones personales. No es malo que un aspirante a un cargo de elección popular ayude a los ciudadanos en problemas. Es elogiable.
Pero ofende que exhiban su pobreza moral y sobre eso, crean que la ciudadanía les aplaude. Alguna forma debe haber para evitar ese tipo de acciones que, lejos de ayudar, descomponen más el clima político y social de un Chiapas sumido gravísimos problemas de distinta índole. Es vergonzante verles montando espectáculos deprimentes, presentándose como los “salvadores” del pueblo, cuando en realidad, solo son predadores, hipócritas e igual de corruptos que los demás integrantes de la clase política, sean del color que sean.
Como ciudadanos, debemos ser responsables. Objetivos. Exigentes. Y el gobierno por su lado, debe cumplir su tarea de manera efectiva; no con bombos y platillos, sino con ecuanimidad. De otra forma, no iremos a ninguna parte.

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