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Palabra de Dios sin pan


Pobreza y marginación, sus anfitrionas en Chiapas.
Para la segunda semana de febrero próximo se tiene prevista la visita del máximo jerarca de la Iglesia Católica a México. El Papa Francisco tiene programadas reuniones con diversos grupos vulnerables entre éstos, migrantes, presos, víctimas de la violencia e indígenas. Los últimos, del estado de Chiapas, la entidad federativa con el mayor índice de pobreza, marginación y olvido institucional.
De todos es sabido que la visita del arzobispo de Roma, requiere de una fuerte erogación de recursos públicos; su alta designación así lo obliga. Las exigencias de logística de los encargados de su seguridad y comodidad personal, sobrepasan cualquier expectativa cometiendo a veces, excesos que pocos señalan por temor a enfadar a la cúpula eclesial.
El tema del presupuesto para cubrir los gastos del paseo pastoral del Papa, ha sido guardado celosamente por las autoridades mexicanas. A regañadientes, han soltado una que otra cifra que no se acerca mínimamente a la realidad del gasto que desde ya se hace para darle, como solo en México ocurre, la mejor de las bienvenidas. No se puede negar el afecto, respeto y admiración que los mexicanos tienen a su Santidad, pero tampoco se deben ocultar los gastos que se harán, muchos de éstos, innecesarios y superfluos.
Principalmente, porque el país está sumido en una profunda crisis financiera y un preocupante descenso de la economía, que ha acentuado aún más, la pobreza y marginación, especialmente en las comunidades indígenas con quienes el Papa habrá de reunirse durante su estadía en San Cristóbal de las Casas.
La falta de transparencia en los gastos por dicha visita, ha encendido el debate sobre la imprudencia oficial de invitar a tan distinguido personaje, cuando las finanzas públicas están sumamente deterioradas y lo que es peor, la violencia se ha disparado escandalosamente. Los alegatos que se han desatado en torno a ello, no son para nada saludables para la fe y la espiritualidad de los mexicanos, roídas en los últimos años por escándalos de pederastia y complicidades de la cúpula católica del país, con funcionarios y políticos corruptos.
Y es que, gran parte de la crisis económica, se deriva de la corrupción que envuelve a todos los políticos, sin excepción. Eso, el señor Jorge Mario Bergoglio, debe saberlo a ciencia cierta, puesto que ninguna diferencia hay entre los políticos mexicanos y los argentinos. Las condiciones de México, no están para una vista de esa envergadura y tales gastos.
En muchos estados de la República y la mayoría de los municipios de Chiapas, no se pagaron aguinaldos por falta de dinero; muchas dependencias incumplieron con esa ley por las mismas razones. La lista de proveedores, prestadores de servicios y constructores a quienes se les adeudan cantidades millonarias de dinero, es inmensa. Imprudente, entonces, erogar dinero que no se tiene y que a la larga, acrecentará el descontento social, pues no solo los empresarios y comerciantes son afectados, sino miles de trabajadores.
La remodelación del centro deportivo municipal de San Cristóbal de las Casas, es un ejemplo. Recién se entregaron esas instalaciones con un costo de varios millones de pesos; destruir para adecuarla y luego una hora de uso, volver a construirla, costará mucho dinero al erario. Lo mismo sucederá con el estadio Víctor Manuel Reyna. 

Parodiando a Judas Iscariote cuando recriminó a María por ungir los pies de Jesús con perfume de nardos, ¿no sería mejor invertir ese dinero en los pobres? ¿O para pagar a los acreedores para evitar que miles de trabajadores pierdan su empleo e ingresen a las estadísticas sobre la pobreza?
Las autoridades están obligadas a transparentar esos gastos; porque son onerosos e innecesarios. Porque al final, la pobreza, la marginación, la miseria, el olvido y tantas otras cosas que hacen daño a la sociedad, no se resolverán con el discurso papal. Si bien no solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios, hay que recordar que el gran problema de estados como el de Chiapas, lo que hace falta es pan. Falta cobijo para dar dignidad a miles de indígenas que apenas si comen una vez a la semana.
 Para los creyentes, sin duda será una bendición; pero no deja de ser un tema polémico que involucra asuntos financieros que preocupan y ¿por qué no decirlo?, indignan puesto que no se están haciendo las cosas con responsabilidad y pulcritud. De nada servirán discursos y golpes de pecho, si se mantiene la idea de ocultar lo que todos deben saber. Ojalá, lo entiendan.

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