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Tuxtla, ¿ciudad segura?



Compra de "Premios" sin mérito.
El tema de la seguridad en Tuxtla Gutiérrez, se está convirtiendo en un asunto que empieza a levantar severas y justificadas críticas contra la autoridad municipal que, en el pasado reciente, ha presumido cuestionables galardones y reconocimientos por una labor que el ciudadano común, no percibe de ninguna forma. Recurrentes se han vuelto los asaltos a plena luz del día y en las narices de la Policía Municipal, órgano que solo en contadas ocasiones, ha respondido con mediana efectividad.
En lo que va del año, se han disparado los asaltos a mano armada, hechos que la mayoría de los medios de comunicación silencian, sin que exista explicación de por medio. Solo en las últimas horas, se han reportado tres asaltos; dos de ellos, en bancos y uno en una tienda departamental que también cuenta con un banco.
El modus operandi, es el mismo: un solitario asaltante que llega hasta las cajas, amenaza a los empleados y se lleva un importante botín. Se calcula que en esas actividades ilícitas, participan al menos tres personas. El que intimida a los empleados de los establecimientos robados, el que cuida la puerta y un tercero que los espera con un automóvil para escapar.
La reacción de los cuerpos de seguridad es por lo general, tardía. Y sin resultado alguno. En ese tipo de situaciones, lo primero que resalta es la sospecha; ¿hay colusión entre los policías municipales y los asaltantes? Sorprende que muchos de los crímenes se hayan cometido en sitios concurridos y a unos pasos de edificios públicos resguardados por la policía.
El gremio periodístico, no ha estado a salvo de la criminalidad en aumento; a Ery Acuña, corresponsal de Tv Azteca, le vaciaron sus oficinas. A Alejandro Estrada, fotógrafo de policíacas y eventos sociales, le robaron su moto y a Alan Farrera, reportero local, lo asaltaron hace apenas unas horas, ¡a media cuadra de la Presidencia Municipal!
Que trabajadores de los medios de comunicación sean víctimas de robos y asaltos, revela el alto grado de criminalidad que existe en una ciudad que por lo general, venía siendo de las más tranquilas del país. No se puede negar que exista la llamada violencia común: pleitos de cantina donde un parroquiano saca una navaja y mata a otro bajo los efectos del alcohol; disputas por un amor que terminan en trompadas, líos por colindancias, agarrones por travesuras de los chavales, robo de una cadena, en fin… Pero el alto grado de criminalidad que estamos padeciendo, preocupa. Y mucho.
Indigna, además, puesto que las autoridades municipales al mando de Samuel Toledo Córdoba, se niegan a tomar cartas en el asunto. Ha sido preferencia del edil y el cuerpo de policía, tender cortinas de humo, negar la realidad y adquirir, con el erario público, “premios” que solo han servido para acrecentar las críticas a una administración municipal irresponsable e incapaz de hacer frente a la problemática de la ciudad.
La inoperancia de los cuerpos de seguridad municipal, es cada vez más notoria. Basta ver los nulos resultados que han tenido, por ejemplo, en el centro de la ciudad, donde los mismos agentes encubren a los llamados “carteristas” y “cadeneros”, resguardando lo robado para entregarlo a un tercer rufián que es el que finalmente, lo empeña en una de tantas casas de empeño que también están asociadas con ladrones y policías corruptos.
La crisis de seguridad por la que atraviesa la ciudad, es impresionante. Lo grave de todo esto es que no hay por ninguna parte, visos de una solución pronta, adecuada y contundente. Porque no hay voluntad del alcalde, a quienes muchos acusan de una serie de desvíos de recursos para beneficio personal, del que se ha negado a hablar públicamente.
Tuxtla Gutiérrez, no se merece el clima de inseguridad que prevalece. Es una ciudad cuyos habitantes, por naturaleza, son gente buena, preparada, trabajadora, pacífica. Si hay delincuentes en ésta, es porque ha habido una autoridad, sino promotora del delito, por lo menos, complaciente y además, débil para poner en cintura a quienes están robando entre otras cosas, la tranquilidad de los ciudadanos.
La exigencia es clara y fuerte: la violencia y la criminalidad, deben ser erradicadas por completo de la ciudad. Pero para lograrlo, será necesario un profundo cambio. Éste debe empezar por la salida del propio alcalde Toledo Córdoba, cuya capacidad para atender los asuntos municipales prioritarios, se ha perdido en compras de premios sin tener el mérito para ello. Se ha perdido además, la confianza y credibilidad en su persona, factores de peso para que en un ejercicio de honradez, él mismo ponga su renuncia ante el Cabildo y que otro, con mejores perspectivas y mayor capacidad, rescate a la ciudad.
amksheratto@hotmail.com

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