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El recule del senador Melgar



Que sí, pero siempre no.
Mientras las autoridades sanitarias admiten no más de cien personas infectadas con el virus del Chikungunya, principalmente en la Costa de Chiapas, un boletín reculado de la oficina del senador por el PVEM, Luis Armando Melgar Bravo, habla de 5 mil 500 víctimas, cifra verdaderamente alarmante que debe ser plenamente clarificada por dos razones: una, para que la sociedad esté alerta y tome las debidas precauciones y dos, para que prospere el “punto de acuerdo” que, se supone, presentó ante el Senado, Melgar Bravo. Y una más: para que se sepa la verdad absoluta del asunto.
En el comunicado de prensa emitido por la Oficina de Prensa del PVEM en el Senado de la República, se explica que el senador Melgar, pidió a la Secretaría de Salud (no especifica si estatal o federal) atender el brote de esa enfermedad, mediante “una campaña de comunicación social para informar a la población de la entidad sobre la prevención y correcta atención de la enfermedad.”
Según ese boletín, Melgar Bravo habría calificado la expansión del virus como de “brotes masivos (…) (que) han rebasado la capacidad de las autoridades chiapanecas de Salud para atender la enfermedad” y acusa a la Secretaría de Salud de no haber, hasta ahora, “tendido un cerco sanitario y no ha declarado la correspondiente zona de emergencia”, medida que, dice el boletín, el senador consideró de “urgente e indispensable”.
Se acusa también a las autoridades sanitarias de ineficiencia para el tema de la fumigación para la exterminación del mosquito transmisor de la enfermedad, de ausencia de una campaña efectiva para combatir el mal, de una nula campaña de prevención y de atención inadecuada a los infectados.
Momentos después, la misma oficina emisora del boletín, envió un mensaje simple, sin mayores explicaciones. “Favor de omitir el boletín que les acabamos de mandar”.
O el senador se equivocó de estrategia, o recibió un buen jalón de orejas para recular la información sobre un acto que, se presume, llevó a cabo en la Tribuna misma del Senado. Cualquiera de las dos cosas, pone en entredicho el discurso que ha venido manejando y que, según sus propagandistas, abunda en beneficio de los chiapanecos.
O se dio cuenta que, al “evidenciar” a las autoridades de salud, ponía en tela de duda los resultados de su hermano Yamil Melgar Bravo, delegado del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), a quien muchos le critican su incapacidad para atender los problemas de salud de los chiapanecos afiliados a esa institución.
¿Indicios de un distanciamiento con el gobierno del estado? ¿Fallida demostración de fuerza? ¿Medida de presión para alcanzar espacios mediáticos? ¿Resbalón? ¿Acción premeditada para marcar territorios? Todo cabe en la política chiapaneca.
Lo cierto es que extraña que por un lado, el senador haga pública su adhesión a las políticas locales y por otro, cuestione los resultados de éstas. No extraña por venir de quien viene, sino por el momento político que se vive y que tiene sus propias repercusiones. El señalamiento que hace de un problema real, puede ser tan cierto, como puede ser manipulable, dependiendo del interés que le haya movido.
Lo ocurrido, desde luego que daña la imagen del legislador Melgar Bravo. Y más, porque en el recule, hay tal simpleza que obliga a la exigencia de explicaciones, especialmente porque se trata de un problema de salud que, si no se atiende, podría ser mucho más grave en adelante. Y sí, como aseguran las autoridades locales, la propagación del Chikungunya, es menor a la información que circula a modo de rumor a veces y otras, como versión extraoficial, los asesores del senador habrán cometido una pifia que arrastró a éste a una situación incómoda en la que sale lastimada su credibilidad.
En todo esto, alguien debe tener la verdad. Y ese “alguien”, está obligado a decirla, puesto que es deber constitucional, defender a las instituciones y garantizar el bienestar de los ciudadanos. El senador, parece haber olvidado que Chiapas, es un estado donde sus habitantes, son gente pensante, gente que analiza y que tiene a sus políticos prácticamente en la mira. Errores de esa naturaleza, por su notoriedad, son calificados. Ya se imaginará cómo le están calificando por ello. Y si tiene razón, obligado está a pormenorizar y dar más detalles, en público, de la información fidedigna que posea respecto a la epidemia a la que se refiere.
Arrepentirse, es de pecadores; corregir, de sabios. Desagraviar, de valientes, pero ¿recular?
amksheratto@hotmail.com

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