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Zopilotes de dudoso plumaje




La izquierda bandida y vendida.
Salvador Allende, Augusto César Sandino, Ernesto Guevara, José Martí, José Carlos Mariátegui, Camilo Torres Restrepo, Em
iliano Zapata, Luis Emilio Racabarren, Luis Carlos Prestes, Agustín Farabundo Martí, Raúl Sendic, Jacobo Árbenz… Todos ellos, revolcándose, hoy, en su gloriosa tumba. Los grandes teóricos de la izquierda progresista e igualitaria, indistintamente, compungidos ante el triste camino que los traidores han tomado, pretextando doctrinas que jamás han conocido y consignas que jamás fueron suyas.
De antaño, cuando los ilustres arriba mencionados padecieron la incomprensión y fueron víctimas consecuentes de sus ideales, lo fueron de los enemigos de las reales libertades; de los miembros de la clase dominante que vivió al amparo de las armas institucionales y las finanzas de potentados extranjeros que desangraban a sus respectivos países.
Los de hoy, zopilotes de dudoso plumaje —que raras veces, habrán escuchado el nombre de quienes dieron vida a la verdadera izquierda reformista y progresista—, son perseguidos por la mal llamada “prole” (si es que éstos, recuerdan el término y uso), cansados todos, de verles coludidos con los represores y delincuentes a sueldo que permanentemente, han socavado los bienes morales de la izquierda histórica del país y de América Latina.
Ver a los “líderes” de la izquierda mexicana, huir ante el embate y el reclamo de las huestes, moralmente disminuidas, que reclaman justicia, puede ser inusual, pero es al mismo tiempo, correcto desde el punto de vista social.
La corrupción palmaria, inocultable, lastimosa, vergonzante en que han caído, justifica la ira de quienes antes veían en éstos, el rescate de un país en permanente crisis de confianza y credibilidad. La “clase política dominante” que combatieron los honorables ancestros de la izquierda, hoy es el “Alma Mater” de una casta de bandidos que sin pudor de hombres, niegan a quienes, con dinero mal habido, los ha enriquecido.
Vendidos (y bandidos), ladrones, mentirosos, tiran piedras con la mano izquierda y cobran prebendas con la mano derecha. ¿De qué se espantan cuando la sociedad, cansada de la corrupción gubernamental, los acosa? ¿Por qué lamentan los golpes recibidos, cuando de cierto saben que merecen ser repudiados por la gente a la que han engañado? ¿Les alcanza la solvencia moral para ocultar y pagar su insolencia?
La defensa del estado aconfesional, la igualdad, la interculturalidad y el progreso internacional, es cosa obsoleta ante los intereses personales y de tribus que ahora, defienden los llamados izquierdistas… Me refiero a la cúpula de ésta, esa malévola reunión de alibabénses salinistas.
Dícense “democráticos” y solo admiten a sus afines; “tolerantes” y persiguen a sus críticos. Igualdad social y democracia liberal, es lo que menos practican, puesto que ello, no les reditúa ganancias financieras. A propósito, ¿éstos sabrán qué diantres es la “socialdemocracia”? Me lo preguntaba mientras escribía lo presente, puesto que el término en cuestión, raras es mencionado. Lo omiten, quizá por dos razones: porque no saben qué es, o porque no quieren comprometerse demasiado.
Y ni hablemos de izquierda extremista, porque no existe. No les es conveniente. Les conviene más, enfermarse a tiempo para no impugnar reformas pactadas que a ellos les dejará ganancias exorbitantes, monetariamente hablando.
No es característico de México, la fatal incongruencia de los izquierdosos. América Latina está secuestrada por éstos: hombres y mujeres sin escrúpulos que creen tener tomado de las barbas a Dios y toda su pléyade de ángeles, arcángeles, santos y querubines.
Ortega Saavedra, Maduro Moros, Castro Ruz, Fernández de Kirchner, Morales Ayma, Correa Delgado, da Silva Rousseff, Sánchez Cerén, Bachelet Jeria, han defraudado a sus gobernados. La corrupción ha sido el signo distintivo de esas administraciones. La pobreza, la desigualdad y el atraso educativo y cultural, siguen siendo los grandes problemas de los países donde éstos gobiernan. No hay comparativo con los países gobernados por otros sátrapas como ellos. Todos, por desgracia, siguen ateniéndose a la demagogia como arma discursiva para seguir lucrando con la pobreza y la marginación.
Las condiciones de la izquierda, son precarias. Lamentables. Desastrosas, si hacemos un recuento imparcial.
Si uno habrá de salvarse de entre todos, ése debe ser Pepe Mujica, presidente uruguayo, cuyo ejemplo, es insustituible y probablemente, jamás igualado. En síntesis, la izquierda, solo existe para servir a intereses de ladrones y sinvergüenzas.
¿Quién se atreve a decir lo contrario?
amksheratto@hotmail.com

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