Ir al contenido principal

Renuncia por culpabilidad

 

Mea culpa, culpa tuya, nuestra.
¡Que renuncie el presidente Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República! Es lo justo, lo viable, lo necesario, lo urgente, lo sano para el país. Para preservar la memoria de la nación, está obligado a hacerlo; más aún, es condición absoluta para que México retorne a… a… a… ¿A dónde? ¿A la época de la conquista? ¿La colonia? ¿La reforma? ¿La revolución? ¿Al salvajismo español que no supo jamás que la civilización ancestral nuestra estaba más avanzada —por millones de años luz— que los brutales asesinos que mandó la Corona Española a “conquistarnos”?
La petición, dadas las circunstancias, es legítima, elemental para rehacernos, reinventarnos como país, como sociedad. Miles, millones, apoyan esa petición. Yo mismo lo haría, si tuviese la certeza que ese es el camino para el cambio que nos han ofrecido políticos arribistas, oportunistas y ladrones.
La renuncia del Presidente, señores, no aligera la pesada carga de un país permanentemente embarazado de problemas añejos, irresolubles y sin visos de soluciones adecuadas. Si Peña Nieto escuchase el clamor popular y abandonare la Presidencia de la República, ¿a quién pondría la clase política dominante en su lugar? Y cuando escribo “clase política”, me refiero a las cúpulas partidistas que forman esa peligrosa casta de trágicos aventureros que se han conformado en partidos políticos.
La historia reciente nos ha enseñado que los políticos de las tres principales corrientes políticas del país, son igualmente corruptos. El PAN, con Vicente Fox, nos ofreció un cambio radical y he ahí, sus hijos e hijastros, embarrados de corrupción sin sanción del Estado. Paralelamente al gobierno del “cambio”, vimos a los allegados del caudillo de la izquierda —Manuel Andrés López Obrador, MALO, por sus siglas naturales—, llenarse los bolsillos de billetes mal habidos (con todo y hules) y otro más, gastándose el erario en casinos de Estados Unidos.
Hablar de los satélites de esos partidos, es exactamente lo mismo: el líder del PVEM, pidiendo millones de pesos para autorizar, desde el Senado de la República, concesiones que afectarían el medio ambiente, al cual juraban defender. Otros partidillos, batiéndose en la misma podredumbre.
Sindicatos, organizaciones, fundaciones, organismos “descentralizados”, medios de comunicación… ¡Hasta comisiones ciudadanas, imbuidas por la corrupción y la impunidad!
¿Qué renuncie el presidente de la República? ¡Sí, que renuncie! Pero junto con él, los líderes de partidos políticos; funcionarios, líderes sociales, patrones de sindicatos, usufructuarios de organismos “independientes”, presidentes de clubes, regidores, dirigentes de organizaciones sociales y campesinas; dueños de medios de comunicación, jefes de fundaciones; gobernadores, diputados, jueces, senadores, magistrados, ministros, alcaldes…
Debemos, todos, renunciar. Al país, a las instituciones, a las dependencias. A los partidos políticos, a todos los organismos que viven del erario y no han podido articular el sendero de una patria herida, agobiada, cansada, podrida desde sus cimientos, ¡debemos —deben— renunciar!
Estamos obligados a renunciar a los medios de comunicación que solo embrutecen y mienten. Están y estamos, obligados a renunciar a las sobras que nos dan cuando requieren de un voto.
Renunciar a nuestra condición de ciudadanos, puesto que como tal, no hemos sabido mandar a quienes nos gobiernan. Somos los principales causantes de lo que sucede en México. Porque no hemos renunciado a las migajas que otorgan como “asistencia social”; porque al primer llamado al mitin, del color que sea, acudimos en tropel, para recibir una pinche torta. Porque somos conformistas; porque dejamos que sedicentes “líderes”, nos arrastren a la tumba y luego, no reclamen con justedad, nuestros cadáveres y los cadáveres de las víctimas colaterales.
Debemos renunciar, junto con el presidente de la República, porque lo elegimos mayoritariamente; tenemos que renunciar porque defendemos la derrota de los caudillos, sin otorgarnos al beneficio de la democracia. Porque creemos en mentiras y engaños de esa clase política que nos asesina, nos persigue, nos encarcela y nos combate como a enemigos irreconciliables.
Vayamos, juntos, al precipicio que juntos hemos dragado. ¡Qué bonito! Elegimos al menos malo entre todos y le exigimos que nos devuelva lo que otros se han robado: La paz. ¡Renunciemos todos! Podría ser la única solución.
amksheratto@hotmail.com

Las más leídas

Elba Esther Gordillo, sinónimo de corrupción y arbitrariedad

Fichero Político Angel Mario Ksheratto Cínica, la pseudodirigente magisterial no deja lugar a las dudas respecto a su debilidad por el dinero ajeno. Cuando hace unos días Elba Esther Gordillo Morales, dijo que vivía de su “modesto” sueldo como dirigente sempiterna de un grupo de maestros conocidos como “charros”, nadie le creyó; su larga historia de corrupción, mentiras, simulación y sometimiento, dijo rotundamente lo contrario. Ella misma se encargó de confirmar la incredulidad de los mexicanos, regalando doce camionetas de súper lujo a igual número de dirigentes estatales. Sin duda, un acto de inmoralidad espantosa que obliga a exigir a ésta señora, alejarse definitivamente de la espuria dirigencia que dice tener en sus manos. Vergonzosamente, en ese mismo evento la supuesta dirigente magisterial exigió al Gobierno Federal más presupuesto, según ella, para mejorar las paupérrimas condiciones de la educación en México. Imposible creer que ése dinero vaya a las escuelas de cartón que

Apunte sobre la entrevista Scherer-Zambada

Fichero Político Angel Mario Ksheratto "El narcotráfico está en toda la sociedad", dijo el capo de la droga al periodista Julio Scherer García, fundador de "Proceso". A juicio de uno de los capos más buscado y perseguido por los gobiernos de México y Estados Unidos, toda acción legal contra el narcotráfico, no modificaría el posicionamiento que han logrado y que, deja entrever, se ha alcanzado gracias a una de las enfermedades crónicas que padece el país: la corrupción. Frente al emblemático periodista mexicano, Julio Scherer García, uno de los referentes periodísticos de mayor trascendencia en América Latina, el capo suelta una verdad estremecedora, abrumadora, perturbadora: “el narco está en la sociedad”. Para los persecutores de éstos, la frase debería ser un reto; para los mexicanos, es desalentador. El flagelo ha permeado por todas partes, en todos los estratos sociales, en todos los rincones de la región. Es, quieran o no reconocerlo las autoridades de todos l

Las rabietas de MVC

Artículo Único Angel Mario Ksheratto D e manera imprevista, el senador golpea con fuerza el lujoso e impecable escritorio; suelta imprecaciones, enreda sus dedos en el cabello y, con los puños cerrados, vuelve a castigar al mueble en el que no hay un solo papel. —¡Es un malagradecido!, —explota y se queja—: ahora, ni la llamada me toma… Ni él ni sus funcionarios, ¡carajo! La urgencia de hablar con su sucesor —y no obtener respuesta—, tiene fundados motivos para enfurecerlo: seis de sus ex colaboradores, están siendo seriamente investigados y de al menos cuatro, se tienen evidencias claras de desvíos de recursos y uno, ya tiene orden de aprehensión, misma que, inexplicablemente, no se ha ejecutado. Aunque por lo pronto, las indagaciones de millones de pesos desviados no lo alcanzan a él, sí a sus funcionarios, lo que mediáticamente podría afectarle en sus aspiraciones para saltar del Senado al Gabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador, desde donde pretende construir una