Ir al contenido principal

“¡Indignaos!”


La violencia es madre e hija de la misma violencia.
A los jóvenes, digo: ¡Mirad alrededor de vosotros, encontraréis los temas que justifican vuestra indignación —el trato dado a los inmigrantes, a los sin papeles, a los romanís—¡ Encontraréis situaciones concretas que os ofrecen a iniciar una acción ciudadana fuerte. ¡Buscad y encontraréis!” Tal es la declaración de Stéphane Hessel, plasmada en el libro de su autoría, cuyo título retomo para la colaboración de hoy.
Indignarse puede resultar fácil en las circunstancias en que se encuentra el país actualmente: desapariciones forzosas, ejecuciones extrajudiciales, incompetencia de las autoridades, complicidad de éstas con grupos delictivos, infiltración de la delincuencia en las instituciones, silencio absoluto de los medios de comunicación, políticos asociados con el crimen organizado…
Hessel, estudiante normalista parisino y combatiente de la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial, escribió lo anterior apenas en el año 2010; asumamos que no ha estado nada lejos de la realidad que hoy nos incumbe y nos sepulta en un mar de incertidumbre que ha sido alimento necesario de una indignación que progresa rápidamente hacia la antítesis de las recomendaciones de Stéphane, quien fue torturado en los centros de concentración nazis.
La violencia que hemos visto en los últimos días, no es el camino, pese a la profunda indignación que ha desatado el asesinato de seis personas en Iguala y la desaparición de 43 estudiantes, cuyo paradero sigue siendo motivo de controversias, incredulidad y desconfianza mutua.
La indignación como fuente de violencia, no debe perpetuarse en una lucha justa que empieza a perder el respaldo de una sociedad solidaria que tampoco está dispuesta a doblegar sus esperanzas ante acciones que no tienen un futuro cierto.
Caer en el vandalismo, es un yerro que no reditúa ganancia alguna a ninguna de las partes y menos, al resto de mexicanos que ven horrorizados los actos de unos y otros. Si han de indignarse, seguramente, los acompañaremos, pero no como cómplices de la violencia y la anarquía, sino como solidarios en demandas justas y exigencias concretas.
México, dicen algunos radicales, necesita una revolución capaz de recomponer lo que la clase política ha destruido con corrupción e impunidad. Hablar de “revolución”, podría resultar temerario. La historia nacional nos ha demostrado que las revoluciones, no han sido efectivas. Salvo dos o tres beneficios a largo plazo, las revoluciones solo han dejado muerte y destrucción. Lo que necesitamos es, antes que nada, una evolución social que empiece desde los núcleos primarios que permitan construir ciudadanos comprometidos con el desarrollo y el progreso del país.
Nuestros malos políticos son ladrones, ineficientes y corruptos, porque eso aprendieron en la escuela, la iglesia, el hogar. Esa fue su base educativa; fue su formación.
Mientras como sociedad no evolucionemos, ninguna revolución tendrá éxito. No vayamos lejos: los perredistas, que por un par de décadas se habían constituido en la posible esperanza para los mexicanos, han caído en el fango de los intereses sucios que tanto criticaron. Para ellos es más importante obtener las prebendas del poder público que el bien común de los mexicanos. Postular candidatos con ligas con el crimen organizado, no lo pueden ocultar, por mucho que hagan.
La indignación, es explicable, pero no justifica la violencia, en ninguna de sus modalidades. La exigencia de justicia, es correcta, pero no debe ésta, rebasar los límites entre los legal y lo no permitido. Por mucha razón que se tenga, la indignación no debe destruir lo que los políticos ya devastaron con mentiras y desfachatez.
La indignación debe buscar la justicia, no promover la venganza. Quien así pensare, no contribuye a la búsqueda de la verdad, sino a la profundización de las diferencias que nos tienen, como país, postrados ante una clase política dominante e ineficiente. Hemos osado culpar al sistema político de los males de la nación, pero sostenemos la militancia o la simpatía por partidos políticos que son parte de ese sistema que mata a nuestros jóvenes.
Indignémonos, sí; pero con inteligencia, con respeto a los demás ciudadanos que, igualmente, indignados deben estar.
Indignémonos, pero al mismo tiempo, exijamos que en el país, haya justicia y equidad. Indignémonos contra la riqueza de los partidos políticos y la pobreza de la mayoría de nuestros conciudadanos.
Jean-Paul Sartre dijo alguna vez que “la violencia bajo cualquier forma que se manifieste, es un fracaso.” Absolutamente cierto. No podemos apagar el fuego con gasolina, ni indignarnos, matando al hermano. Estamos a tiempo de frenar al caballo desbocado.
amksheratto@hotmail.com

Las más leídas

Elba Esther Gordillo, sinónimo de corrupción y arbitrariedad

Fichero Político Angel Mario Ksheratto Cínica, la pseudodirigente magisterial no deja lugar a las dudas respecto a su debilidad por el dinero ajeno. Cuando hace unos días Elba Esther Gordillo Morales, dijo que vivía de su “modesto” sueldo como dirigente sempiterna de un grupo de maestros conocidos como “charros”, nadie le creyó; su larga historia de corrupción, mentiras, simulación y sometimiento, dijo rotundamente lo contrario. Ella misma se encargó de confirmar la incredulidad de los mexicanos, regalando doce camionetas de súper lujo a igual número de dirigentes estatales. Sin duda, un acto de inmoralidad espantosa que obliga a exigir a ésta señora, alejarse definitivamente de la espuria dirigencia que dice tener en sus manos. Vergonzosamente, en ese mismo evento la supuesta dirigente magisterial exigió al Gobierno Federal más presupuesto, según ella, para mejorar las paupérrimas condiciones de la educación en México. Imposible creer que ése dinero vaya a las escuelas de cartón que

Apunte sobre la entrevista Scherer-Zambada

Fichero Político Angel Mario Ksheratto "El narcotráfico está en toda la sociedad", dijo el capo de la droga al periodista Julio Scherer García, fundador de "Proceso". A juicio de uno de los capos más buscado y perseguido por los gobiernos de México y Estados Unidos, toda acción legal contra el narcotráfico, no modificaría el posicionamiento que han logrado y que, deja entrever, se ha alcanzado gracias a una de las enfermedades crónicas que padece el país: la corrupción. Frente al emblemático periodista mexicano, Julio Scherer García, uno de los referentes periodísticos de mayor trascendencia en América Latina, el capo suelta una verdad estremecedora, abrumadora, perturbadora: “el narco está en la sociedad”. Para los persecutores de éstos, la frase debería ser un reto; para los mexicanos, es desalentador. El flagelo ha permeado por todas partes, en todos los estratos sociales, en todos los rincones de la región. Es, quieran o no reconocerlo las autoridades de todos l

Las rabietas de MVC

Artículo Único Angel Mario Ksheratto D e manera imprevista, el senador golpea con fuerza el lujoso e impecable escritorio; suelta imprecaciones, enreda sus dedos en el cabello y, con los puños cerrados, vuelve a castigar al mueble en el que no hay un solo papel. —¡Es un malagradecido!, —explota y se queja—: ahora, ni la llamada me toma… Ni él ni sus funcionarios, ¡carajo! La urgencia de hablar con su sucesor —y no obtener respuesta—, tiene fundados motivos para enfurecerlo: seis de sus ex colaboradores, están siendo seriamente investigados y de al menos cuatro, se tienen evidencias claras de desvíos de recursos y uno, ya tiene orden de aprehensión, misma que, inexplicablemente, no se ha ejecutado. Aunque por lo pronto, las indagaciones de millones de pesos desviados no lo alcanzan a él, sí a sus funcionarios, lo que mediáticamente podría afectarle en sus aspiraciones para saltar del Senado al Gabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador, desde donde pretende construir una