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| Utiliza todas sus influencias. |
Angel Mario Ksheratto
@ksheratto
Una fundación tiene diversas facultades, primordialmente, enfocadas al desarrollo cultural, artístico, académico y social de la gente, entre otras muchas cosas. Pero nunca, jamás, para la extorsión, el chantaje y el ocultamiento de pruebas de un delito cometido. Sucede en Chiapas, donde la presunta presidenta de una fundación en honor a la fracasada candidata a la gubernatura, María Elena Orantes, utiliza el nombre de ese organismo, para presionar a las autoridades y evitar ser sancionada por una serie de actos ilícitos cometidos por ella, contra la Universidad Politécnica.
Adriana Ocampo García, envuelta en un grave escándalo de corrupción, ha buscado por todos los medios y bajo el auspicio de la representante personal del creador de la teoría conocida como “la honestidad valiente”, forzar el cierre de los expedientes que en la Secretaría de la Función Pública y la Contraloría, han abierto en su contra, tras descubrirse que durante el tiempo que fungió como rectora de esa casa de estudios en Tapachula, desvió enromes cantidades de dinero para beneficio personal.
Según reportes de fuentes cercanas al caso —y que han expresado su preocupación por la actitud pasiva de los encargados de elevar el asunto a los Tribunales—, la misma María Elena Orantes, ha enderezado todo el poder de su influencia (“el güerito, es mi amigo y ya dio instrucciones precisas”, arguye) para que los expedientes se engaveten y pueda así, salvar a su antigua colaboradora de la cárcel.
Orantes López, que en las pasadas elecciones fue aplastada en las mesas receptoras de votos, según nuestras fuentes, ha obligado a varios funcionarios a esconder las evidencias en contra de Ocampo, quien a su vez, ha intentado sobornar a empleados de la Politécnica de Tapachula, para que no testifiquen en su contra.
El desfalco, según los expedientes, es millonario. De acuerdo la auditoria 097/2013, la exrectora y ahora activista del partido político que encabeza Manuel Andrés López Obrador, adquirió mobiliario para esa institución, mismo que en las inspecciones, jamás fue presentado. Aunado a ello, según se desprende del expediente, los compró hasta seis veces más caros del precio aceptable.
Y para el colmo, Adriana Ocampo, ordenó la compra en establecimientos fantasmas en los que familiares suyos, aparecen como propietarios. La exrectora, también hizo entrega de cientos de becas a cientos de alumnos, muchos de los cuales, no aparecen en el listado de estudiantes de la Universidad Politécnica. Aunque no se ha establecido claramente el monto de lo defraudado, hay quienes creen que en realidad, ese centro escolar, podría estar en bancarrota, pero nadie se atreve a reconocerlo.
Las presiones de Orantes López y Ocampo García, han dado algunos frutos para ellas y sus ambiciones de usufructuar cierta cuota de poder en Chiapas. Por ejemplo, no se sabe absolutamente nada más de la auditoría realizada del 25 de septiembre a mediados de octubre del año pasado.
Los datos preliminares son demoledores; los resultados fueron catastróficos para Adriana Ocampo, a tal grado que los auditores y el personal jurídico, recibieron la instrucción precisa de elaborar los expedientes necesarios para ser enviados a la Procuraduría General de Justicia. Sin embargo, y de manera misteriosa, Elmo Antonio Henríquez Cabrera, Contralor Interno de la Secretaría de la Función Pública, los hizo desaparecer bajo argumentos inconsistentes.
A algunos interesados en conocer el resultado de esa auditoría, una de tantas que hicieron a Ocampo y de las que sale manchada, Henríquez Cabrera ha dicho que las mantiene en reserva “por órdenes superiores”; a otros, ha dicho que prefiere no hablar del caso, en virtud de estar amenazado de muerte y a otros más, porque ha recibido órdenes por parte de Miguel Agustín López Camacho, secretario de la Función Pública.
La relación de López Camacho con Orantes López, no es de ahora; ambos son oriundos de Tapilula y son además, primos hermanos, aunque el ya fallecido hermano del titular de la FP, Gonzalo López Camacho, fue el principal blanco de los furibundos ataques de la familia Orantes, cuando gobernó a Tapilula, al grado que intentaron varias veces derrocarlo. En aquel municipio, nadie ignora que la enfermedad que finalmente llevó a la tumba al exsecretario de Organización del PRI, se derivó de las constantes amenazas que recibió de Orantes López.
Hoy, su hermano, es aliado de su rival acérrima y coopera abierta y descaradamente con ella para tapar la corrupción de una colaboradora suya, desde los felices tiempos en que medraban con las siglas del PRI.
De manera preliminar —puesto que las conclusiones las esconden en la secretaría de la Función Pública—, se sabe que el desfalco cometido por Adriana Ocampo, asciende a los 12 millones de pesos. Esto, solo en gastos de representación. Es decir, viáticos, viajes, largas estancias en su casa particular, consultas médicas, tratamientos de belleza y otras vanidades.
Aparte, las compras jamás realizadas, las becas nunca entregadas. Para terminar, un asunto que llama la atención: el sucesor de Adriana Ocampo en la UP de Tapachula Gonzalo Vázquez, solicitó urgentemente las auditorías en varias ocasiones… Pero ahora, es otro interesado en que no se sepa el resultado. ¿Acaso ya lo convenció María Elena Orantes? ¿O la propia Adriana Ocampo? Algo anda muy mal ahí.
Tarjetero
*** A los chantajistas del transporte, les está yendo bien en su paro. Los atienden como a reyes, mientras los choferes, aguantan hambre, sed, calor y polvo en los lugares a donde fueron llevados como corderitos. *** Ayer, durante las celebraciones del Día del Niño, los discursos estuvieron como festín. ¡Cada torpeza que se escuchó! ¡Hipócritas! *** Los dos aspirantes a dirigir al PAN nacional, no dan una. Ambos son iguales. Los dos son más priístas que César Camacho Quiroz y Peña Nieto juntos. Ni a quien irle. Eso sí, los dos se avientan tanto excremento como les es posible. *** Otro sentenciado por la masacre de Acteal, sale libre por considerar, la Suprema Corte, su inocencia. Todos saldrán libres; algunos, presos injustamente. Otros, quién sabe. Pero los verdaderos culpables, los que ordenaron aquella masacre, no han sido ni siquiera mencionados. *** Luego nos leemos.
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