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Danzantes que hermanan pueblos

Fichero Político

Angel Mario Ksheratto

Dos culturas aparentemente distintas, pero con las mismas ancestrales raíces.


Sigue sin perder su encanto; pese a los aires de modernización y la explosión demográfica que casi lo asfixia, el pueblo sostiene su historia entre las manos de los pocos que se han negado a abandonarle o que, sumisos a viejas tradiciones y costumbres, se devuelven desde cualquier punto del planeta para dejar —algún día— los maltrechos huesos entre la generosa tierra que cobija cerros, montañas, diminutos valles.
Hasta ahí, donde las calles atormentan los pies del viajero y las casas guardan celosamente el anecdotario de cada quien, aquellos muchachos —henchidos de júbilo— llegaron con una sola idea: hermanar a una ciudad y un pueblo distantes, dos conglomerados humanos que finalmente, comparten la misma idiosincrasia, las mismas raíces culturales.
El entusiasmo mató, de plano, al cansancio; hizo lo mismo con la frustración derivada de ordenamientos hacendarios inútiles y contraproducentes para dos países que se necesitan mutuamente. El trámite migratorio entre México y Guatemala, fue terso, amable, fluido, generoso. El hacendario en la parte guatemalteca, tosco, grosero, cerrado… corrupto. ¡Exigían dos mil quinientos quetzales para permitir el ingreso del autobús a su territorio!

—No está permitido el ingreso de autobuses de México a Guatemala —explicó una empleada de la Superintendencia de Administración Tributaria del vecino país.

—¿Por qué? —le pregunté molesto.

—Es un acuerdo para evitar la contaminación. Solo en diciembre y en enero se permite el ingreso, siempre y cuando garanticen que van a Esquipulas —respondió.

Antes, otro empleado de la misma dependencia pública, había pedido, “bajo el agua”, dos mil quinientos quetzales para autorizar el ingreso. Nada prosperó. La cerrazón era evidente aún cuando, generosamente, el gobernador de San Marcos, intentó mediar.

—El manda en San Marcos, pero aquí, nos la pela… —fue la brutal respuesta del jefe del SAT en frontera El Carmen (Talismán). ¡Vaya respuesta al representante personal del Presidente de la República!

El entusiasmo no menguó ni un ápice; los chavos y chavas del Grupo Folklórico “Tuchtlan Adoraín Vásquez Juárez”, lo tomaron como venía. La amabilidad del personal de Migración de Guatemala, fue amplia. Sellaron la lista de personas y abordamos una camioneta extraurbana. Cordiales, los miembros de la tripulación del ruidoso autobús, aceptaron no subir ni un pasajero más, para evitar que el vestuario y demás utilería del grupo, se estropeara. Nos quedó claro que los guatemaltecos, son afables, dadivosos, cariñosos… Salvo los del SAT, evidentemente.
El recibimiento fue caluroso y tronante. El alcalde Wilmer Morales, el profesor Marco Tulio Rodríguez, las señoras Edilsa y Nineth Morales Hidalgo y Sindulfo López, en la espléndida comitiva de bienvenida. Cohetes y pipián, tradicionales en Guatemala, concretamente en Palestina de los Altos, municipio del departamento de Quetzaltenango.
Lupita de la Cruz eficaz promotora cultural tuxtleca, Nashely Vázquez Javier y José Antonio Ruiz, a la cabeza de un grupo de 22 talentosos exponentes de las danzas chiapanecas. Se augura desde el almuerzo, una exitosa presentación, la primera del grupo folklórico en aquel país. Y así fue.
Dos casas habilitadas para pernoctar; la alegría de los bailarines, disipa el frío. Las calles empinadas llegan todas al mismo lugar: el centro del poblado, cuyos cerros atiborrados de viviendas modernas, vigilan permanentemente a sus habitantes y a quienes de lejos llegan. Será una gran noche. Mientras el grupo folklórico hace sus preparativos, se aprovecha el tiempo para reconocer viejas amistades y calentar el cuerpo a base de bebidas de rosa de Jamaica y tamarindo.
El largo viaje desde Tuxtla Gutiérrez, ha quedado progresivamente en el olvido. De los nervios y el cansancio, los muchachos y muchachas, pasan a una transformación sorprendente. ¡No parecen los mismos que desde la media noche del viernes, abordaron el autobús! Belleza, colorido, regodeo de costumbres y tradiciones y desde luego, movimientos rítmicos que a simple vista, pareciera ser solo un baile, pero no. Cada paso, cada movimiento expresan el sentir de Chiapas, denotan sentimiento, pasión y jolgorio popular milenarios.
El público palestinense, extasiado; es la elección de Timial Toj-Suj, la Hija del Pueblo, la Reina Indígena. Los guatemaltecos también hacen sentir la presencia de las también milenarias tradiciones. Los trajes típicos de las concursantes y el pequeño séquito que las acompaña, representan a regiones, pueblos y costumbres de todas las etnias: kackchikeles, tzutuhiles, mames, k’ichés, kekchíes, pocomames y chorti’s, entre otros, ahí, engalanando una noche embarazada de cultura ancestral.
De aquí, del generoso Chiapas, sus nueve regiones resaltadas mediante la danza. La Costa, Los Altos, La Frailesca, El Soconusco, El Centro, la Zona Norte, La Sierra, Región Indígena, La Selva y desde luego, lo que mayormente nos identifica: Los Parachicos, Las Chiapanecas y Los Chuntá’s.
Éxito rotundo para organizadores e invitados. Costó lograrlo, hay que decirlo. Carlos Penagos Vargas, titular de la Secretaría de la Juventud, Recreación y Deportes, pieza clave. No dudó en apoyar al grupo de danzantes. Fue el único. Lupita de la Cruz, incansable promotora cultural, también dadivosa y eficiente, dejó de hacer lo que tenía que hacer para acompañar al grupo y garantizar su seguridad.
Domingo, día para conocer Quetzaltenango; Godofredo Cifuentes y el alcalde municipal, sin regateos, proporcionaron lo necesario para la visita; Salcajá, el Cerro del Baúl, el centro histórico de Xela y de rebote, los parques Judío y Japonés… Y de nuevo, regresar a Tuxtla. Los muchachos del Grupo Folklórico “Tuchtlan Adoraín Vásquez Juárez”, con un concluyente triunfo entre brazos. Enhorabuena.

Tarjetero

*** Luego nos leemos.

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