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Los Chimalapas, conflicto irresoluble

La añeja lucha es por preservar los recursos naturales.
Fichero Político

Angel Mario Ksheratto


El asunto de Los Chimalapas, se convertido en un problema irresoluble. No se ha podido encontrar métodos adecuados para encausar una solución que deje a los habitantes de esa región satisfechos. Intentos, ha habido muchos; pero ninguno se ha apegado a una fórmula correcta y terminante. En algunos casos, porque se han buscado soluciones políticas inadecuadas a un conflicto que requiere una exhaustiva investigación previa.
En otros, la ignorancia de la historia y peor aún, de los orígenes y trasfondos de la crisis, han sido factores para que toda tentativa de solución, termine por complicar las cosas. Pero lo más grave ha sido la irresponsabilidad con que algunos funcionarios han actuado, al grado de conceder territorios o apropiarse de éstos, sin tomar en cuenta el contexto de fondo.
Sucedió durante el mandato de Javier López Moreno quien, en un intento por acatar una resolución presidencial emitida por el entonces mandatario mexicano, Carlos Salinas de Gortari, ordenó algunas medidas que en sí, lesionaban el entonces debilitado concepto de “soberanía”… Tanto de Chiapas como de Oaxaca.
Quien fungía como secretario de Gobierno era quien después se convirtió en el gobernador más corrupto y abusivo de la historia reciente de Chiapas, Pablo Abner Salazar; éste firmó convenios de cesión territorial y eliminó cláusulas de protección constitucional a los ciudadanos chiapanecos asentados en esa empobrecida región. Fue, evidentemente, un acto político que obedecía al mandato de un presidente, un gobernador y un secretario de Gobierno que ignoraron las repercusiones futuras.
Francamente, la solución no está en medidas de alto impacto mediático; el Congreso del Estado ha buscado una salida a través de la creación de una cabecera municipal, pero hasta ahora, no hemos visto un estudio antropológico, histórico, económico, socio-político y étnico que avale una determinación de esa envergadura.
Cierto es que existe el factor de urgencia para salvaguardar los intereses de los chiapanecos ahí asentados, pero nos parece de natural seriedad, explicar los pros y los contras que vayan más allá de la cuestión territorial. El eterno alegato entre los gobiernos que desde que se inició el conflicto ha prevalecido, es el de la soberanía estatal. Pero a los habitantes de Los Chimalapas, poco o nada les importa esa disputa verbal; su problema de fondo es la subsistencia cultural, la sobrevivencia personal.
Les interesa obtener los recursos para su autosuficiencia alimentaria, para su reconocimiento como seres humanos. Saben que la protección de los recursos naturales es prioritaria. El discurso sobre los límites territoriales es lo que menos tiene valor.
Si repasamos la larga historia del conflicto en Los Chimalapas, veremos que no es la pertenencia a uno u otro estado lo que los ha llevado a movilizaciones y enfrentamientos. Es la preservación de su entorno natural. Desde 1946, cuando Rodolfo Sánchez Monroy, inició la deforestación a gran escala, los indígenas y campesinos de la región se opusieron contundentemente.
Privaba la dictadura priísta en la que no eran válidas las voces de los ciudadanos; en respuesta a las denuncias de los campesinos, el gobierno concesionó al talabosques, 55 mil hectáreas para la explotación maderera. Cinco aserraderos se instalaron a lo largo y ancho de Los Chimalapas.
Solos como estaban, los habitantes de ese lugar, arreciaron sus protestas y en 1967, el gobierno intentó acallarlos con la titulación de tierras, bajo el compromiso que no seguirían defendiendo los recursos naturales. Es decir, se les titularon pequeñas parcelas, pero las grandes extensiones de bosques ricos en maderas preciosas, seguían en poder de Sánchez Monroy y otros pequeños deforestadores que seguían el ejemplo de éste de depredar la tierra.
Fue hasta 1971 que se reanuda la lucha por recuperar la identidad cultural y los recursos naturales; logran expulsar a los predadores forestales, pero ya era demasiado tarde. La región había quedado devastada y en lugar de frondosas montañas, había ahora, grandes extensiones de tierras arrasadas, potreros estériles y pobreza extrema.
Los campesinos e indígenas, habían perdido la batalla. Incluso, la Organización Internacional del Trabajo, en un intento por proteger “los derechos” de los talabosques “que ofertaban trabajos dignos y bien remunerados a los campesinos”, emitió dos resoluciones que atacaban directamente la identidad cultural de Los Chimalapas. La intención de la OIT era “reeducar” a los indígenas y campesinos, sometiéndoles a un régimen cultural que destruyese sus creencias religiosas y su cultura ancestral.
La intención de fondo era que, “como ladinos”, comprendiesen la “necesidad” de arrasar con los bosques y se alejaran de sus ideas ecologistas, entonces poco difundidas a nivel mundial. Corría el año de 1959. Aunque la OIT, mediante el convenio 169, emitido 30 años después, trató de recomponer su exigencia al gobierno mexicano, el daño ya había llegado al extremo.
De todas formas, el colonialismo plagado de predadores, alcanzó su objetivo: dejar a Los Chimalapas sin su riqueza natural y a sus habitantes, en un conflicto que ya lleva más de 60 años… Y no solo 30, como por ahí aseguró un diputado.
La solución, francamente, la vemos difícil, a menos que se voltee la vista a sus verdaderos orígenes y se atiendan los asuntos de fondo.

Tarjetero

*** Marcelo Ebrard enloqueció; ya se destapó para la candidatura presidencial del 2018; primero que se elija al siguiente mandatario y luego, mucho más tarde, que se piense en el futuro. *** La vetusta CNOP, inició la tradicional “cargada” a favor de Enrique Peña Nieto. Esto, obviamente, tras la renuncia de Manlio Fabio Beltrones a sus aspiraciones personales. *** Que siempre no, no hubo ofertas durante el “Buen Fin”, promovido por el propio Calderón. Esto lo reveló un estudio de El Universal, publicado ayer. Era de esperarse. *** La familia del senador suplente por Chiapas, Francisco Grajales, ocasiona serios problemas sociales en Tres Picos, Tonalá. Y todo por la avaricia de querer instalar el servicio de televisión por cable, mismo que ya tiene otra compañía, a la que acosan y persiguen. Mal, muy mal. Los cargos públicos son para ayudar, no para despojar a los demás. ¿O no Paquito? *** Luego nos leemos.
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