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Corrupción penitenciaria

Oscar "El Gato" León, expone su trabajo en el Mercado.
Fichero Político

Angel Mario Ksheratto


Hornos microondas, refrigeradores, estufas, tanque de gas, DVD’s portátiles, televisores, computadoras, cuchillos, pistolas, ollas de presión… Todo, decomisado en diversos cateos en las cárceles de Chiapas. Según la normativa, lo decomisado debería ser puesto a disposición del Ministerio Público quien, en ejercicio de sus funciones, debe llevar todo un proceso para sancionar a quien resulte responsable de infringir las leyes penitenciarias. Eso, en teoría.
En la práctica, según un extenso documento elaborado por personal del Sistema Penitenciario de Chiapas, en poder de Fichero Político, lo incautado queda en manos de dos ó tres funcionarios de cierto rango dentro de la institución. Reynol Pérez y José Antonio Martínez Clemente, los sindicados por los quejosos; se les señala, además de apropiarse de lo que no les pertenece, de un sinfín de atropellos y violaciones a la ley que, a pesar de haber sido denunciados a las más altas autoridades penales, nada ha ocurrido en beneficio de la justicia.
Reynol Pérez, funge como Director de Seguridad de todo el Sistema Penitenciario; su posición le permite tener, de primera mano, información sobre lo que los presos suelen tener en sus celdas. Ordena el cateo, se lleva las cosas y omite informar de sus “hallazgos” a la autoridad competente. Martínez Clemente, en su función de subsecretario de Seguridad Pública, (al menos así se hace llamar ante sus subalternos) protege a Pérez y claro, encuentra beneficio personal al hacerlo.
José Antonio tiene un largo historial dentro del esquema de procuración de justicia; durante la dictadura pablista, en su calidad de Subprocurador, no tuvo empacho en cumplir los ordenamientos personales del tirano, allanando viviendas, despojando a sus moradores para luego enviarlos a la cárcel bajo cargos graves, obviamente, por delitos no cometidos.
Actualmente, como encargado de los penales, abusa, corrompe y comete los actos de corrupción más aberrantes que pueda imaginarse el lector. Por ejemplo, junto con su delegado administrativo, Erick Escobar Hernández, desvía los fondos destinados para la alimentación de la población interna y lo que es peor, favorece a amigos suyos sin tomar en cuenta la normativa de rigor que establece que para la adquisición de alimentos, debe pasar por un proceso de auscultación de los proveedores. Estos últimos, según la ley, deben cumplir con una serie de requerimientos entre los que destacan, calidad en el producto y, precios accesibles. Nada de ello sucede.
El funcionario en cuestión, adquiere frutas, verduras, carnes y todo lo que se requiere en la cocina carcelaria, en la empresa denominada “Velarde”, propiedad de un amigo suyo, quien por cierto, ofrece el producto a precios verdaderamente altos.
Esto, evidentemente, contraviene las disposiciones de ahorrar recursos y la de ofrecer a los internos, comida de buena calidad. No olvidemos que por ley, el gasto diario por interno debería ser de 25 pesos; con lo que paga Martínez Clemente, cada preso es alimentado con cerca de 100 pesos diarios. Un abuso imperdonable. No solo en ese tema, el subsecretario tiene serios problemas. El acoso laboral, los excesivos castigos a los custodios, en la mayoría de las veces, injustificados, son parte de un grave problema que amenaza con poner de cabeza al Sistema.
Para cumplir con el acoso, nombró como Jefe del Área Jurídica a Jorge Jiménez Torres, especialista en persecución laboral de mujeres. La misoginia de Jiménez es execrable; aunque algunas custodias presumen que la condición de género del funcionario tiene mucho qué ver con su comportamiento hostil, hay mucho de cierto en el sentido que también acosa sexualmente a los custodios.
No es problema que éste tenga sus preferencias sexuales distintas a las de los demás; el asunto es que a los custodios los acosa, primero, sexualmente; si se niegan a sus pretensiones, los acosa laboralmente, inventándoles, en su condición de “jurídico”, faltas administrativas no cometidas. A las mujeres, lo ha dicho a los cuatro vientos, cuentan las custodias, las odia por naturaleza. ¿Es recomendable para el cargo?
No. Conozco a un buen número de personas con preferencias sexuales distintas y son respetuosas; éste sujeto, no. No está capacitado ni moral ni éticamente ni emocionalmente para trabajar en un área de mando. Lo ha demostrado.
Este sujeto, junto con Gerardo Mina, jefe de personal, hace y deshacen de la gente que ahí labora; cuando un custodio no accede a las pretensiones libidinosas de Jiménez, de inmediato, Gerardo Mina lo cambia de penal; en algunos casos, los envía a los lugares más lejanos, lo que significa para el ó la custodia, un gasto extra. Esto sin duda, les afecta puesto que su sueldo es de apenas 2 mil 300 pesos; de por sí, dicen los demandantes, gastan entre pasajes y comida, 140 pesos diarios. Enviarlos lejos por caprichos sexuales de sus jefes, es minar con dolo su precaria economía.
Pero eso sí; el subsecretario Martínez Clemente, la goza completa; la camioneta Lobo que le fue asignada para tareas estrictamente institucionales, la utiliza para su servicio familiar. ¿Dónde está la honestidad? Lo peor, lo verdaderamente indignante es que la escolta que protege a su familia, está compuesta por miembros del Grupo Táctico del Sistema Penitenciario.
¿Quién más encubre los abusos de éstos funcionarios corruptos? ¿Quién más se beneficia?

Tarjetero

*** Llevar cultura a los mercados públicos, es una acción alentadora. Oscar León, excelente fotógrafo chiapaneco, llevó sus obras al Mercado “Juan Sabines” (antes “Díaz Ordaz”) y las colocó en lo alto del centro comercial. Una exposición poco usual; llamativa, provocadora. La iniciativa del “Gato”, como le decimos con afecto a Oscar, es merecedora de una felicitación. Siempre activo, siempre innovando. Bien por eso. *** Ayer, si otra cosa no pasó, los diputados habrían aprobado la creación de cuatro municipios más. *** Mal y de malas la PGR: detener a un tuitero por advertir el riesgo de aeronaves con funcionarios federales volando, es una jalada que demuestra la ingenuidad de esa dependencia. Pero también desnuda algunas cosillas. El tuitero detenido lo hacía con seudónimo. ¿Cómo lo localizaron en cuestión de horas? ¿Por qué no actúan así contra los delincuentes? No dan una. *** Luego nos leemos.
amksheratto@hotmail.com
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