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Reposición del cochinero perredista

Alejandro Gamboa, líder tribal perredista.
Fichero Político

Angel Mario Ksheratto


Cumplidores fieles de la ley, los perredistas repusieron, tal y como se lo ordenó el Tribunal, el cochinero que los llevó a la anulación del anterior proceso interno para “elegir” consejeros y una mal entendida corporación de dirigencia, cuya labor es indistintamente, la misma: ensuciar todo lo que les ponen enfrente. De nuevo, se zurraron en sí mismos. Ya es costumbre, maña inocultable que los mantiene en un estado de permanente salvajismo.
Curiosamente, los nombres de las tribus feroces que conforman a ese supuesto “partido político”, invocan los atributos de la democracia: “Izquierda Democrática”, “Izquierda Social”, “Frente Patria para Todos y Todas”, “Foro Nuevo Sol”, “Izquierda Renovadora en Movimiento”, “Demócratas de Izquierda”, entre muchos otros nombres que pareciera, están llenos de hombres ilustres y letrados.
Pero no; desde el barbarismo hasta la naquez, afloran cada vez que intentan dar lecciones de civismo y democracia. Es obvio que una de las razones de fondo para que el PRD siga estancado en los mitos de una democracia inexistente en su interior, es la calidad moral de sus jefes tribales; desde un René Bejarano hasta un Jesús Ortega, pasando por una Dolores Padierna, la corrupción, las vendettas y las traiciones, han sido el signo distintivo natural, el sello de una casa puerca, incapaz de convencerse a sí misma.
En Chiapas, estado donde hubo de posponerse la “elección” de consejeros, el salvajismo no pudo estar ausente; desde días antes del fallido proceso, Alejandro Gamboa, expresidente del desvencijado partido, no pudo sustraerse de la comisión de delitos partidistas. Protegido por una camarilla de muchachitos sin oficio y por una dirigencia estatal blandengue y sumisa, ensució el proceso e hizo los preparativos necesarios para, por la fuerza, tratar de manipular los resultados, si éstos no favorecían al grupúsculo de nuevos millonarios.
Nadie dentro de la cúpula estatal perredista, denunció, por ejemplo, que la paquetería electoral fue sustraída ilegalmente, horas antes de iniciarse el proceso; según fuentes confiables, ésta fue literalmente robada por gente cercana a Alejandro Gamboa, quien además, había amenazado con romper las reglas de buena convivencia, si sus protegidos no ganaban el proceso interno. Una tribu violenta, sin duda.
Otras versiones indican que Saraín Osorio (quien supuestamente tiene varias averiguaciones previas por fraude y extorsión en diversas comunidades), Carlos Esquinca (acusado de utilizar a las mujeres del PRD para ascender en cargos de elección popular) y José Antonio Vásquez (bajo sospecha por malos manejos del erario público), se coludieron con Gamboa para frenar el proceso interno, en virtud de estar ellos, en desventaja con otros candidatos. Ahora sí, la mafia que tanto odia Manuel Andrés López Obrador, en plena acción.
Lo grave es que, según versiones de varios perredistas, hubo uso de vehículos oficiales para sustraer las papeleteas. ¿Alcanza el salvajismo a varios funcionarios públicos? ¿Cuál es el interés por meter las narices donde no deben? Muy grave.
Desde hace años, el PRD perdió toda su capacidad de diálogo interno. Los intereses, los caprichos, las ambiciones, como motor de una agrupación partidista que no obstante sus ridículos y yerros, se hace pasar como un partido serio y competitivo. En esa falsa competencia, lo que vemos es solo un esfuerzo máximo por lucrar con las necesidades de los mexicanos.
Como partido, solo son una alianza de grupos y grupúsculos al amparo de la medianía y la mediocridad, sumidos en líos que, si gozasen de un poco de inteligencia, superarían con facilidad; pero por desgracia, son rehenes de las migajas. Al menos en Chiapas, eso son: grupitos dispersos que ven al PRD como un canal para obtener limosnas…
El resultado ahí esta; incongruencias, pelitos, salvajismo puro del que no se salva ni uno solo. La actual dirigencia perredista, como el popó del loro: ni hiede ni apesta. La debilidad de Luis Raquel Cay y Mayor está siendo bien aprovechada por verdaderos delincuentes de la política para hacer lo que les venga en gana.
Y como todo el partido está podrido, fácil se les ha hecho repetir el cochinero.
Así seguirán; eso nadie puede ponerlo en duda. Ni el menguado presidente del PRD estatal ni el traidorcete que funge como delegado nacional (un tal Miguel Barbosa), parecen tener el control del partido; está, quieran ó no admitirlo, en manos de gavillas de sinvergüenzas. ¿Así quieren ganar las elecciones venideras? ¡Ni lo sueñen!

Tarjetero


*** ¿Qué pasaría si, por desgracia ocurriese una catástrofe en Ocosingo? Pues los resultados serían descomunales. Y todo, porque la delegada de Protección Civil, Alicia Molina Moreno, se niega a esclarecer el destino de los recursos que le han sido asignados. Ello ha orillado al Ayuntamiento de aquel municipio —cuyo alcalde también es señalado de actos de corrupción— a no entregarle un centavo más, hasta que compruebe en qué gastó lo otorgado con anterioridad. Irresponsabilidad de todos: del alcalde por poner en riesgo la seguridad de los ciudadanos; de la delegada por, aparentemente, hacer mal uso de los recursos y del titular de PC, por no remover a una mala funcionaria. *** hace unos días, detuvieron a otro implicado en uno de los tantos fraudes que cometió contra el pueblo de Chiapas, el raterito llamado Pablo Abner Salazar. Un pececillo, el detenido, dicen, por la INTERPOL. Porque no es el que dio la orden. ¿Dónde están los peces gordos? ¿Roger Grajales? ¿Jorge Morales Messner? ¿Ángel René Arévalo? ¿Alfredo Palacios? ¿Rubén Velásquez? Algunos se convirtieron en delatores y ahí andan, disfrutando de las mieles del poder. Otros, haciendo como que huyen, pero la verdad es que se mueven por todas partes como si nada. No queremos charalitos; queremos a los peces gordos. La justicia debe ser pareja, no dirigida a ciertos pequeños delincuentes… Digo, en comparación con quienes se hicieron millonarios. *** Luego nos leemos.
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