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Pablo: Perfil criminal

Fichero Político

Angel Mario Ksheratto


Cuando un gobernante ejerce el poder para sí mismo y no para el pueblo, irremediablemente conduce al estado al caos y la anarquía. Pero cuando éste incumple con su responsabilidad de proteger a sus gobernados y procura para éstos la destrucción y la muerte, se convierte, automáticamente, en un monstruoso criminal; es, sin duda, un hombre para el que la ley, no debe tener contemplaciones.
Pablo Abner Salazar, según las delaciones de su otrora brazo represor, no tuvo compasión por los niños que morían en un nosocomio al que se negó a enviar ayuda de emergencia por el solo hecho de estar, el hospital, en la tierra de su antecesor, a cuyos colaboradores persiguió sin más razón que el odio y rencores primitivos. Es como si hoy, las autoridades se negaren a enviar ayuda a Soyaló, bajo el pretexto de ser la tierra donde nació un criminal. Absurdo.
Haber permitido deliberadamente la muerte de 32 niños que habían sido contagiados por una bacteria viral a consecuencia de la falta de instrumental médico, espacios adecuados y carencia de medicinas, ubica al exdictador Salazar en la galería de asesinos seriales. No es una exageración. Fue un crimen masivo, doloso, alevoso.
Para que un hombre de poder político ejerza sus atribuciones de manera prepotente y el resultado de sus actos sea la muerte en masa, éste debió haber pasado por una infancia complicada. Para nadie es secreto que Pablo Abner tuvo una niñez conflictiva. Miembro de una numerosa familia con serios problemas económicos, sufrió la separación de sus padres, al grado que el exdictador, nunca tuvo empacho en hacer públicas sus aversiones paternales. A las hermanas de su padre, siendo gobernador, las despojó de sus precarias propiedades, en un acto de venganza por lo que su hermano hizo con él. 
Esto, según los estudiosos de la psicopatía, es muestra irrefutable de una profunda carencia de principios morales. Pero no transforma en “loco” al sujeto que padece trastornos psiquiátricos; por el contrario lo hace sumamente consciente de sus actos, de tal manera que un psicópata “impulsivo social” puede ser inteligente, pero estar al mismo tiempo, contra las normas establecidas por la sociedad.
Lo anterior puede explicar en parte las razones por las que Pablo Abner ordenó una serie de leyes draconianas que más que proteger los intereses de la sociedad, fueron creadas para salvaguardarse a sí mismo de las anteriores que, por ejemplo, castigaban la corrupción y el abuso de poder. Es decir, al estar contra la normativa social, impuso sus propias leyes por considerar que las anteriores, no se ajustaban a su realidad.
Otra característica que se puede apreciar a través de la orden de dejar morir a 32 niños enfermos, es la falta de sentimiento de culpa. El exdictador en lugar de admitir un error de cálculo ó presentar pruebas legales en su descargo, se ha dedicado a justificar las consecuencias de sus errores y por otro lado, a acusar a sus juzgadores de injustos y de persecutores oficiosos.
De la misma manera, observemos su ajuste al perfil de un psicópata: gobernó bajo la errónea táctica de atropellar los derechos humanos, especialmente de quienes representaron para él, un obstáculo para sus pretensiones personales. Entre tales agresiones podemos observar el despojo, las agresiones, los chantajes, las estafas públicas, en fin, toda una cadena de abusos que no justifica él, sino que por el contrario, las refuerza como actos legales.
Es en síntesis, Pablo Abner, un psicópata “integrado” que logró acceder al poder público mediante la manipulación de masas (acción conocida en psicopatía como “Trastorno Ideológico Inadvertido”) hasta terminar no solo involucrado, sino dirigiendo un crimen serial por el lado de la integridad personal, mientras que por el económico, propició y encabezó, la gran estafa a los damnificados del huracán “Stan”. El psicópata “integrado” en que se convirtió el tirano, demuestra con creces su personalidad: se enriqueció sin importar a quién atropellaba.
Por último, un rasgo distintivo: los psicópatas suelen presentarse con una profesión que no han estudiado. Pablo Abner, recordémoslo, se hizo pasar como abogado cuando nunca se tituló.
Las justificaciones que presenta ante las delaciones de Mariano Herrán, solo lo confunden a él. Porque al ciudadano común, le queda claro que actuó con dolo en la muerte de esos 32 niños, a sabiendas que ganaría más, invirtiendo dinero del Estado en negocios personales. ¿Acaso no recuerda Pablo Abner cuando dijo que “en toda batalla, las bajas justifican las victorias”? En su actual batalla, esperemos que esas “bajas” tengan justicia. E insistimos: Que no ande de llorón. ¡Aguántese!

Tarjetero

*** La tregua que pide la CEM a la delincuencia organizada durante el recorrido de algunas reliquias de Karol Wojtila, es como para reírse a tambor batiente. Wojtila, cierto, fue un hombre influyente, respetable; un líder que sin duda, logró lo que ningún otro hombre de su talla y personalidad pudo en toda la historia de la humanidad. Pero de ahí a que sus seguidores intenten imponer una cuasi orden a los grupos en pugna por las rutas del narcotráfico, resulta increíble. Creo que no solo hay un exceso de fe, sino un sentido del humor que nos recuerda la fragilidad humana ante sus propios pesares. Si la familia, la escuela y, obligadamente, la iglesia hubiesen cumplido con su papel, no tendríamos a tanta gente violenta. Por ahí debe empezar la reflexión y no por una imposición que suena más a broma de mal gusto. *** Muchas veces, las adulaciones atraen más daño que beneficios. Yo no dudo que hay hombres y mujeres loables en Chiapas que merecen todo tipo de consideraciones y honores. Pero de eso a cubrirlos de babas, como que suena ridículo, inaceptable. Ayer, en el Congreso, se hizo el anuncio que pondrán en letras de oro los nombres de varios ciudadanos destacados en la entidad. Quienes ahí aparezcan, sin duda, se habrán ganado el preciado espacio. No se discute. Pero ¡por favor! No ensucien esos nombres con exageradas loas, de ésas que más que exaltarlos, los ponen en ridículo y mutilan el deseo colectivo de apoyar tales iniciativas. Cuando el único diputado proponente en Tribuna habló ayer, pensé que estaba recitando el Padrenuestro ó cualquier Salmo. Démosle dignidad a nuestros hombres y mujeres. Se merecen todo tipo de elogios, pero mesurados, certeros. A tanto llegó el asunto que todos los asistentes a la sesión, soltaban carcajadas a cada elogio, lo que obligó al presidente de la Mesa Directiva, a ordenar silencio. En fin. Ellos saben lo que ignoran. *** Luego nos leemos.
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