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Los lloriqueos de un exdictador

El alcalde tuxtleco y el proyecto de pavimentación.
Fichero Político

Angel Mario Ksheratto


Descalificado moralmente, hundido en un mar de incoherencias, falto de tacto mediático y de pantalones, el tirano exdictador chiapaneco (por desgracia) busca afanosamente limpiar el detrito que dejó como saldo, su atropellada administración; intenta sin resultados, recomponer con el desalineo de una retórica adulterada, el desmadre que ocasionó al erario y peor aún, remediar con mentiras, los abusos cometidos contra miles de víctimas a las que ahora se atreve a llamar simplemente, “pobrecitos damnificados”.
La burla, el cinismo, el descaro, como elementos éticos de un perverso que pretende escudarse en una supuesta “campaña de desprestigio” y una “persecución política” para no enfrentar el juicio ciudadano que le exige, no solo explicar el origen de su inmensa fortuna, sino la devolución del dinero sustraído ilegalmente de los fondos públicos. Así de fácil.
Los ladrones comunes suelen tener códigos; Pablo Abner Salazar, no tiene ni idea de lo que es un código, menos, mucho menos, lo que es la dignidad, la vergüenza y el pudor. Por ello, recurre al artilugio barato de la consigna sistemática, la denuncia tradicional y el lloriqueo berrinchudo que no le hace ningún favor. Por el contrario, le ubica en la cuna de la hipocresía y los cuernos de la cobardía.
Alega el capón que en contra suya, se ha aderezado “una costosísima campaña de desprestigio”. Es, como vemos, el mismo argumento que utilizó cuando creyó tener pantalones e hizo publicar con poca calidad, el refrito de “Tiempo de canallas”, escrito por Lillian Hellmann, durante la caza de brujas de McCarthy. Iluso, el entonces corruptor en ciernes hizo publicar íntegro su fetiche cerebral, haciendo creer a los chiapanecos que era “víctima” de una persecución política. No hubo entonces ni hay ahora, tal desprestigio; él, Pablo, es un ratero prestigiado, millonario… Se sienta en las piernas de la impunidad y juega con las barbas de la corrupción; visita y hace caer en su rejuego de intereses a personajes de la política para hacer creer a los incautos que es un hombre de bien, que nunca robó un céntimo a los damnificados.
En aquellos tiempos se decía perseguido; se declaraba víctima. Lloriqueaba y se revolcaba en los vómitos de su torpe conciencia. Hoy recurre a la misma estratagema. Pusilánime, carente de valores morales para enfrentar “lo que tenga qué venir”, se asusta con extrema y ridícula facilidad ante la dificultad propia de no saber cómo encarar los costos de sus abusos y ofensas públicas. Y más allá de su pobreza moral, toma el porfiado atrevimiento de calificar como “mercancía política” la exigencia generalizada del castigo a la corrupción que él encabezó. Sabe bien el exdictador Pablo Abner Salazar que la desgracia de miles de víctimas estafadas por él mismo y sus secuaces, solo fueron ocasión para ensanchar sus alforjas, antes morrales de penurias, deudas y cosas fiadas.
¿Cómo entonces explica sus riquezas si antes de ser funcionario electoral, secretario de Gobierno (cargo que usufructuó al margen de la ley), senador y gobernante, era un mercachifles que nos rogaba regalarle una taza de café ó unos pesos para pagar su transporte colectivo? Quien tomó la desgracia de miles de damnificados para enriquecerse, fue él y nadie más. Para él fue mercancía barata que a las víctimas, les sigue costando muy caro. ¡Que explique eso el sujeto en cuestión, y no se haga la víctima, cuando es un victimario desalmado!
Tenga el tipejo, los pantalones para enfrentar la cruel realidad que construyó y hoy se niega a admitir.
Pablo Abner Salazar —no pongo nunca el segundo apellido del exdictador, porque nunca ha honrado el apelativo materno y por respeto a los generosos habitantes de La Democracia, Huehuetenango, Guatemala… Él sabe por qué lo digo—, arguye que el debate por sus abusos es de altura. Intenta con ello, salvaguardar su testosterona, si es que ésta le acompaña, del reclamo de los pobres, de los sin voz, a quienes manipuló y defraudó, robándoles la “esperanza” con que alcanzó una gubernatura que le quedó chica.
¿Por qué no debate con sus víctimas? Porque sabe a ciencia cierta que perderá no solo los estribos, sino los pelos de la mula. La certeza le indica que ante las pruebas, saldrá como el perro del hortelano.
Que no venga con llantos plañideros; póngase los pantalones en el lugar que “su” dios le indicó y enfrente el juicio lapidario de sus torturados. ¿Acaso tiene miedo a la verdad? ¿Su Cristo Nazareno le ha abandonado? ¿Sus creencias son vituperios religiosos? ¿La moral y la ética lo mantienen en constante zozobra? ¿Sus discursos navegan mares de justicia real?
La altura de debate que pretende, bien puede fingirlo con su servidumbre, ésa casta de politiqueros que hoy, busca cargos de elección popular para “hacerle casita” y evite los Tribunales. Cualquier ciudadano, está en condiciones de enfrentarlo. Porque eso construyó. Sembró odio y eso está cosechando.
No venga, el tirano, con rabietas de prostituta insatisfecha, a reclamar lo que pisoteó al amparo de leyes draconianas. Sea hombre y enfrente sus descaros. Entonces quizá, solo quizá, le tengamos una poca de fantasiosa credibilidad. Si la política fuera una orquesta, cualquiera sería el director y Pablo Abner, el carnicero musical jamás invitado.

Tarjetero

*** El problema de Pablo Abner es que la estatura de “su” debate, no alcanza la honradez. Debaten, los inteligentes, no los rateros. ¿Estará de acuerdo el tirano? Los rateros, riñen. Su riña, por tanto, solo tiene lugar entre él y sus compinches. *** Que México ya no es un país pobre, declaró ayer Ernesto Cordero, Secretario de Hacienda. El funcionario federal recién se ha destapado como aspirante a la Presidencia de la República. Con esas cuitas, no creo que logre el voto de los millones que sobreviven con la política fiscal del susodicho. *** “Calles para siempre” es el programa del Ayuntamiento de Tuxtla que busca no solo mejorar el rostro de la ciudad, sino lograr que los materiales utilizados sean de calidad óptima. *** Luego nos leemos.
amksheratto@hotmail.com
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