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| La administración Obama, anunció que podría "ayudar" a México en la búsqueda de los asesinos de tres funcionarios del consulado gringo en Juárez. |
Angel Mario Ksheratto
Tres cosas llaman la atención desde que tres empleados del consulado norteamericano fueron asesinados, presuntamente, por el crimen organizado: la anunciada injerencia de agencias policiales de Estados Unidos en territorio mexicano, el pesimismo del embajador gringo en México, Carlos Pascual, y la inmediatez del discurso presidencial desde la misma ciudad de Juárez, mediante el cual, Felipe Calderón trató de marcar los límites territoriales de los investigadores que, se cree de todas formas, están indagando más allá de sus narices el asunto que obligó a Barak Obama e Hilary Clinton a retomar el tema de la cooperación internacional para el combate al tráfico de drogas… Sí, solo de las drogas, no del trasiego de armas de territorio norteamericano hacia el nuestro, ni del excesivo consumo de enervantes en la nación más
poderosa del mundo.
Abrigar dudas sobre la presencia de agentes investigadores estadounidenses, sería ocioso. Pese a lo que exalten en los discursos para detener las protestas por la invasión de policías extranjeros para investigar tan horrendos crímenes, el hecho no puede ser ocultado por mucho tiempo. Los gringos son expertos en meterse donde quiera sin ser detectados e incluso, con el descaro que a ellos les reditúe ganancias mediáticas. El “cada quién en su competencia y territorio” expresado por el Presidente Felipe Calderón resulta sencillamente, increíble, difícil de asimilar, dadas las grotescas condiciones de una guerra mal planeada y peor ejecutada y que, forzosamente, ha requerido del apoyo de la administración Obama.
Los términos de cooperación que ambos países han firmado en torno a la lucha contra el crimen organizado, no han sido debidamente delineados; ello ha generado desconfianzas mutuas y peor más aún, desconfianza, por lo menos, del lado mexicano, pues no sería la primera vez que agentes policiales gringos incursionan en el país para buscar a criminales escabullidos del territorio suyo. En palabras llanas, ha habido inaceptables invasiones territoriales y todo parece indicar que tras los asesinatos en Ciudad Juárez, la historia volverá a repetirse. En ese contexto debemos tomar las pesimistas declaraciones del embajador estadounidense en México, Carlos Pascual, quien advirtió que el índice de violencia, principalmente en la franja fronteriza México-Estados Unidos, podría aumentar drásticamente. Nadie podría estar en condiciones de negar que la postura del representante de Barak Obama, más que un mal augurio, es una cortina de humo para justificar la presencia de policías gringos en territorio mexicano.
Es en sí, un pesimismo con voluntariosa intención. La pregunta es si los agentes norteamericanos tendrán éxito aquí, cuando allá, no han podido disminuir el consumo de drogas. Sus “golpes” al narcotráfico se centran en perseguir a pequeños distribuidores, ponerlos en la cárcel y esperar a que las leyes y los jueces, los liberen tan pronto como las necesidades del consumo mismo enciendan sus focos de alerta social. Lo grave, sumamente grave es que de confirmarse su presencia en el país, estarían violando la soberanía nacional, aún así, entraren por las vías legales. Si es respetable el discurso de Calderón en el sentido que cada quién investigará los crímenes de tres empleados del consulado norteamericano, podremos estar tranquilos; si solo es una distracción, pronto tendremos problemas más allá de los que ya ahogan al país. Nada justifica una injerencia de esa naturaleza.
La lucha contra el crimen organizado debe empezar –y terminar– en Estados Unidos. Son ellos los máximos consumidores de drogas y son ellos, los que proveen de armas a tales células. Cuando nuestros vecinos dejen los vicios y los negocios bajo la mesa, entonces el problema de la violencia mermará. Antes, es hipócrita que quieran poner sus vigas en los ojos del vecino.
Tarjetero
*** Los transportistas, basados en los constantes aumentos a la gasolina, se preparan para solicitar oficialmente, otro aumento al valor del pasaje. Por un lado, tienen razón; pero por otro, agravarán la ya de por sí disminuida canasta básica de miles de usuarios. Y como hemos dicho, aumentos a cada rato pero los trastes viejos que sirven de transporte colectivo, siguen siendo un riesgo para la seguridad de los ciudadanos. Basta ver las combis que cubren las rutas hacia las colonias del norte de la ciudad para darnos cuenta que son verdaderos ataúdes rodantes. Y no se diga las que van a las ciudades conurbadas como Chiapa de Corzo, San Fernando, Berriozábal, Ocozocoautla, Suchiapa, Acala y otras. *** Se dice que el PRI en Tonalá, vía dedazo y para “cumplir” con la exigencia electoral de proporcionar a las mujeres un mayor porcentaje de candidaturas a cargos de elección popular, ya hay aspirante designada a la alcaldía; se trata de Judith Torres Vera, quien sin pasar por los filtros democráticos vigentes, ha sido “designada” por Arely Madrid Tovilla, en un acto que riñe con las aspiraciones de la militancia priísta en Tonalá. Evidentemente en ese caso, hay más sospechas que certezas. Primero, porque Torres vera, es una aspirante sin la menor oportunidad de triunfo y segundo, porque según se dice, hubo chanchullos de por medio. Más aún, se dice que la lideresa priísta está imponiendo candidatos débiles en ciudades clave, para favorecer a la alianza PRD-PAN. Así de sucio el asuntillo. *** En el PRD local, tampoco cantan mal las rancheras, al grado que varios aspirantes tienen planes de revelarse, en virtud que ya les habían prometido las candidaturas, empero a la hora, el líder de ese partido, se echó para atrás, supuestamente, para dar paso a aspirantes del PAN. Y en el PAN, andan cazando candidatos porque la verdad es que no tienen ya ni militantes. El cochinero en su máxima expresión. *** Luego nos leemos.
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