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Sobre la crisis, impuestos

Fichero Político

Angel Mario Ksheratto


El Presidente fue duro crítico de Ernesto
Zedillo cuando impúso gravámenes onerosos
a los mexicanos tras el "error de diciembre";
hoy hace lo mismo e incumple sus promesas
de campaña.

Lo que a Felipe Calderón “preocupaba” cuando vestía la playera de candidato a la Presidencia de la República, era el tema de los impuestos; muchos años antes, durante una visita a Chiapas, cuando nadie se imaginaba que llegaría a sentarse en la principal silla de Los Pinos, nos dijo a un reducido grupo de reporteros (los pocos que contraviniendo las órdenes de la entonces oficina de Comunicación Social del Gobierno del Estado, acudíamos a cubrir las conferencias de prensa de los líderes opositores) que el peor error de un Presidente era aumentar los impuestos en plena crisis económica. Estaba en boga el famoso “error de diciembre” que llevó al Presidente Ernesto Zedillo y su partido, el PRI, a la debacle definitiva. Calderón, que llegó acompañando a Mena Bravo, profetizó entonces que las medidas impositivas de Zedillo, provocarían la derrota priísta en las urnas “porque el pueblo no avala ni comparte aumentos cuando lo que requiere son incentivos para no morirse de hambre; subir los impuestos es atentatorio contra la canasta familiar, es un suicidio político”, aseguró en las modestas oficinas que mantenía fiadas el PAN sobre la quinta poniente.
“Es una brutalidad”, remachó quien para entonces, solo era un político más, un opositor cargado de buenas intenciones y un discurso francamente antagónico a la figura que hoy representa. Nunca pensó que el destino le alcanzaría y lo peor, que olvidaría el discurso y las buenas intenciones para hacer exactamente lo que entonces recriminó a su ahora antecesor.
“Solo es el 2 por ciento”, alegan los economistas que diseñaron el plan “de rescate económico”, al que aderezaron con el magnífico cuento que lo recaudado servirá para dárselo a los pobres. Si nos atenemos a los recules discursivos del Presidente Calderón, debemos estar más que seguros que el dinero recolectado no va a ser para ayudar a los pobres que por cierto, van numéricamente hablando, en dramático aumento. Porque no podrán negar que con la crisis, el desempleo, la corrupción y la ausencia de políticas públicas concretas, la pobreza se ha disparado peligrosamente.
Ahora bien, la carga tributaria que pretende el señor Presidente de la República, no parece tener un sustento sólido; tiene sí, un argumento casi irrefutable, pero que finalmente, choca con las imprecisiones del discurso enderezado para convencer a los diputados que habrán de aprobarlo. Las lagunas en el texto justificativo se secan frente a las dudas que surgen, por ejemplo, cuando no se presenta ninguna garantía que asegure que en efecto, los recaudos serán para erradicar la extrema pobreza en que viven millones de mexicanos. Tampoco explican la fórmula mágica que han encontrado para asegurar que con solo el 2 por ciento de impuestos, la pobreza va a ser anulada del contexto nacional. Es ilógico pensar –y creer a pié juntillas– que con solo ese porcentaje el problema va a ser resuelto; si así fuere, desde hace siglos México no contara entre su población a millones de pobres.
Choca por otro lado, en la sensibilidad de los partidos políticos, muchos de los ahora representados en el Congreso de la Unión, con discursos contra el aumento de impuestos. No se sabe si siguiendo la línea discursiva calderonista durante la campaña electoral, candidatos y dirigentes partidistas se comprometieron a no elevar los impuestos. En actos protagónicos y propagandísticos profusamente publicitados, decenas de candidatos firmaron ante Notario Público la promesa de oponerse a todo aumento tributario. Saben entonces, los dirigentes de partidos que si sus representantes en el Congreso votan a favor de la propuesta de Calderón, el costo electoral va a ser devastador.
De ahí que la oposición al nuevo impuesto, tiene sus recovecos de fondo que podrían llevar al Presidente y a su partido a una derrota estrepitosa en el 2012; de no aprobarse, como esperan millones de mexicanos, nadie saldría afectado, ni siquiera los pobres, porque se salvarían de pagos extraordinarios por un mendrugo de pan o un kilo de piedras con frijol. Es absurdo exigir a los pobres el 2 por ciento para sacarlos de donde están. Es como pedirle prestados cien pesos a la sirvienta para pagarle su sueldo. No tiene lógica ni fundamento la propuesta presidencial; tampoco tiene un ápice de sensibilidad política y nada de inteligente. De aprobar ese impuesto, los diputados estarán atentando contra el pueblo de México… Y dejarán de ser los representantes de los mexicanos. Porque ningún mexicano está de acuerdo con la medida.

Tarjetero

*** Que no hay riesgos por el consumo de maíz transgénico, dicen algunas autoridades torpes. ¿Acaso no están enterados de los efectos nocivos que éste produce al ser humano? ¿Acaso no saben que el consumo de maíz transgénico produce cáncer? Deberían enterarse más y no abrir la boca sólo porque la lengua no tiene huesos. *** Denuncian que en Protección Civil Municipal, el titular se cobra caro los servicios que presta. Hasta mil pesos le puede costar la localización de un anciano extraviado. Alguien debe investigar ese abuso. *** Ayer rindieron en el Congreso del Estado, homenaje a Belisario Domínguez, prócer de la Libertad de Expresión. *** Enrique Peña Nieto empieza a mover sus fichas en Chiapas con miras a la sucesión presidencial siguiente. Lo malo es que sus “operadores” en la entidad, son viejos políticos corruptos, los mismos que han sido responsables de la pobreza y marginación en la entidad. Mal empieza el salinista. *** Luego nos leemos.
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