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El neoliberalismo, freno para cumplimiento de Acuerdos

Confrontaciones y resistencias, trampas para la paz guatemalteca

Angel Mario Ksheratto


Jorge Aragón y Marco Tulio Álvarez,
durante la entrevista con Fichero
Político, en la que abordaron el
escabroso tema de la paz.
FOTOS. Arely Noriega Mérida.

A doce años de firmados los Acuerdos de Paz para Guatemala, muy poco se ha hecho para concretar los programas sociales que permitirían la reinserción a la vida civil de las tropas guerrilleras y el inicio de una vida digna de la población civil, mayoritariamente la más afectada por el largo conflicto que dejó miles de víctimas. Marco Tulio Álvarez y Jorge Aragón, coordinadores de los Archivos de Paz y la Unidad de Investigación, de la Secretaría de la Paz, hablan sin reticencias del tema y coinciden en que la pacificación, es una asignatura pendiente a la que habrá de sumarle más esfuerzos, más inteligencia y más cooperación entre las instituciones y organismos involucrados.
Para ambos funcionarios, a la resistencia de algunos sectores para que se cumplan los Acuerdos, se une la imparable ola de violencia –derivada en buena parte por el narcotráfico– y la incomprensión de ciertas instituciones que podrían estar malinterpretando las acciones que se llevan a cabo. Pero también, admiten las debilidades que se han ido generando y que de una u otra forma, han dado cabida a inconformidades “fundadas, en algunos casos, pero injustas y magnificadas”.

¿Qué ha fallado para que el proceso de pacificación a veces e
ntre en etapas de estancamiento?–, pregunto a bocajarro. Marco Tulio Álvarez, se acomoda en la silla, se echa hacia delante y responde:

–Creo que son varios asuntos; efectivamente, como usted afirma, a partir de los Acuerdos de Paz, con éste Presidente (Álvaro Colom) son cuatro gobiernos –desde 1996– los que se han sucedido a la fecha. Creo que hu
bo, en los tres gobiernos anteriores, un abandono de la agenda social del país debido a que, como es conocido a nivel internacional, lo que prevaleció fue la idea de que, a través de ciertas recetas neoliberales –que casi se uniformaron en toda la región latinoamericana– se iba a generar un despliegue económico que desafortunadamente, no sucedió ni ha sucedido; por el contrario, se entró a un periodo de deterioro que acentuó las condiciones de marginalidad en muchas regiones. Esto, indudablemente, tuvo una repercusión que, como explicaba Jorge Aragón durante el seminario, ha traído una serie de complicaciones e incumplimientos que rezagaron la agenda social.
En la actualidad, la idea del
gobierno del Presidente Colom, es retomar la agenda social para empezar a crear las condiciones necesarias y lograr reposicionar de nuevo, el marco de los Acuerdos de Paz, aunque tengo qué decir con franqueza que dada la crisis actual, ésta agenda puede, en un momento dado, quedar corta, pero somos optimistas al respecto. En ése sentido, tenemos qué tomar medidas más audaces para ir confrontando toda ésta situación y asumir actitudes responsables frente a temas tan delicados como por ejemplo, la pobreza real que sufre la población guatemalteca y la carencia de servicios básicos, que son parte importante de dicha Agenda. El otro tema es el de la tierra, que aún sigue siendo un problema estructural muy fuerte en el país. Debemos reconocer que ha habido, en los tres gobiernos anteriores, un desafortunado abandono como ya lo mencioné, lo que ha tenido como consecuencia, una dualidad que por un lado, impuso limitaciones al cumplimiento de la Agenda de Paz y por otro, se impulsaron medidas de corte neoliberal que desde el Estado, repercutieron en la observancia de lo estipulado en los compromisos.

¬–Estamos entonces, hablando de una especie de “globalización” del problema; es decir, los programas sociales que cualquier otro país tendría como agenda común, se insertan en un solo esquema que es, de acuerdo a lo que me dice, el proceso de pacificación. A todo esto, ¿hay algún programa alterno que atienda otros rubros, otros sectores sociales que no sean necesariamente los directamente involucrados en ese proceso?

–Si yo comprendo bien la pregunta –responde Álvarez–, creo que ésa es la búsqueda actualmente: tratar de generar una agenda que pueda, precisamente, superar problemas en la mayoría de la población, que es la que está soportando tanta pobreza. Sí se busca generalizar las medidas. Jorge Aragón explicaba ésta mañana, que una de las medidas audaces que está tomando el gobierno actual es, justamente, la de una política de cohesión social. Digo “audaces” porque se dan en condiciones muy complicadas; es decir, la cohesión social significa aplicar ciertas medidas como por ejemplo, las transferencias condicionadas, que es darle dinero a la gente para que sus hijos estudien; de és
ta manera se abaten los altos índices que ha habido de ausentismo escolar y se fortalece la economía familiar.
Pero no se puede quedar la situación ahí. Tienen qué darse más estímulos, para que la sociedad guatemalteca empiece a reivindicar demandas que son fundamentales y que darán lugar a medidas más profundas.


Durante la extensa charla celebrada en un hotel de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, los dos funcionarios de la Secretaría de la Paz, sopesan algunas respuestas; se buscan con la mirada para buscar la aprobación de la postura que asumen y sorben lentamente el vino que degustamos. Dejan, las primeras apreciaciones de Marco Tulio Álvarez, la impresión que hay en Guatemala, algo así como una refundación del país y le pregunto sobre el asunto.

–Sí –asevera y agrega–: Una cosa muy importante que quiero mencionar, es que los sectores que han sido muy conservadores en el país, deben entender que tenemos el compromiso de impulsar un proyecto, talv
ez distinto al de ellos, pero responsable, que permita el desarrollo del país. Hay qué romper el viejo esquema del latifundio-minifundio, hay qué voltear hacia la poca atención que se le da a la industria nacional y convertirla en útil. Hay situaciones que tienen qué irse rompiendo, que tienen qué ir cambiando la visión de país que hemos tenido.

¿Hay un reconocimiento explícito del Presidente Colom con respecto al problema de fondo que viene arrastrando Guatemala desde la caída de Jacobo Árbenz hasta hoy?


Jorge Aragón impone el distintivo
mediante el cual, el gobierno de
Guatemala, acredita como Embajador
de la Paz, al autor de Fichero Político,
distinción que agradeció durante
el acto de imposición.

–Sí, por supuesto. Yo mencionaría algunos aspectos que corroboran ese reconocimiento, no solo a la historia, sino a los hombres y mujeres que buscaron vías comunes para los guatemaltecos como por ejemplo, la conmemoración de la Revolución del 20 de Octubre –que para nosotros es un acontecimiento muy importante, porque a partir de ahí el país vivió diez años en los que se respiró un ambiente político democrático, se buscó fortalecer el capitalismo nacional y se abrieron los espacios a todos los partidos políticos; hubo un incremento de la organización social y beneficios que en el país no se habían registrado antes–, en la que se llevó a cabo una celebración simbólicamente muy importante, porque por primera vez, oficialmente, el Estado reconoció la importancia de ese periodo histórico. El problema es que todavía, hay mucha reticencia. La sola determinación de reconocer a esos gobiernos, creó y sigue creando polémica; hay una discusión fuerte a nivel de los medios de comunicación. También hay resistencia hacia otros aspectos muy importantes como es el tema de la reforma tributaria, que ha sido un tema rezagado en los Acuerdos de Paz y que el gobierno actual, a principios de éste año, intentó impulsarlo de nuevo; pero hubo una resistencia dentro del Congreso de la República a la que se unieron algunos sectores que, tradicionalmente, han estado en desacuerdo con que la carga impositiva se modifique.

En éste cuadro de resistencia que nos dibuja, asumimos que debe estar incluido el CACIF que siempre ha estado, de alguna manera, enfrentado con la mayoría de la población y por supuesto, en ese mismo bosquejo vemos a la justicia que por cierto, está en crisis por el caso del expresidente Alfonso Portillo a quien, se sospecha, un juez favoreció con sus fallos, veredictos que fueron repudiados por todos lo
s guatemaltecos. Vemos, entonces, que la reticencia alcanza a los jueces, ¿es así? Por otro lado, ¿hay en la Agenda para la Paz un capítulo que retribuya a los ciudadanos de Guatemala la justicia que han reclamado, que han exigido desde siempre?

–Este es un tema que tiene qué ver con la debilidad que tiene todo el andamiaje de justicia en el país; es un problema muy grave que lamentablemente, tampoco se ha solucionado a cabalidad. Y me refiero al andamiaje en su conjunto, porque no son sólo los jueces; es la cadena de todas las instituciones que están relacionadas con ésta cuestión. Desde la institución encargada de la investigación penal, pasando por los jueces y el sistema penitenciario, hasta las fuerzas encargadas del orden público y ot
ras relacionadas. Está habiendo una serie de movimientos en el país que buscan ir cambiando y modificando ésta situación; se busca, por ejemplo, profesionalizar a la Policía Nacional Civil, se pretende fortalecer financieramente al Ministerio de Gobernación y se aspira una profunda reforma judicial. En fin, una serie de acciones tendientes a cambiar el viejo esquema. En ése ámbito, también hay serios problemas de resistencia; el gran resultado de ésa intransigencia al cambio, es la impunidad que se estableció en Guatemala como un mal, y que impide que numerosos actos de corrupción y hechos de violencia –llevados a cabo por la delincuencia organizada e incluso, actividades en que se vieron involucrados elementos de seguridad, en el pasado– permanezcan en la impunidad. Yo creo que es muy importante, como primer paso, absorber el trago amargo de admitir la realidad de lo que está ocurriendo. Yo he visto en el gobierno de Álvaro Colom, voluntad para ir reconociendo las grandes deficiencias del Estado y el gobierno, pero también, carácter y sensibilidad para ir modificando ésta situación. Otro problema enfrentamos, es que los partidos políticos en Guatemala, son muy débiles. Lo que voy a decir no lo digo a nivel de gobierno, lo digo a título personal, como analista político: creo que los partidos políticos, más parecen “comités electorales” y no instituciones formales para encausar las ideas políticas de los ciudadanos. Eso los obliga a ver sus espacios sólo para alcanzar el gobierno y no para elaborar proyectos realistas, apegados a las necesidades de la población. Es muy importante concebirse como proyecto de país y tomar su cuota de responsabilidad.

Vemos una constante co
nfrontación del presidente Colom con el Congreso de la República; vemos también, intolerancia oficial frente a la critica ante la falta de transparencia –que por cierto, fue parte de la ponencia de Jorge (Aragón) hoy por la mañana–. Vemos ausencia de serenidad para afrontar los reclamos sociales; ¿qué viene tras los persistentes altercados entre los actores políticos y sociales con el gobierno, conociendo cómo está el sistema de partidos, conociendo cómo está el sistema judicial? ¿Qué le espera al gobierno de Colom? ¿Hay algún temor que se repita la mala fortuna de Árbenz?

–Yo espero que ésa historia no se vuelva a repetir. Hay una frase que dice que la historia no se repite a menos que sea tragedia. Yo espero que eso no ocurra en Guatemala. Tenemos qué romper ésa dinámica en el país; no podemos seguir bajo el esquema del “ensayo-error”. Se está abriendo una puerta en el aspecto que hay pasos hacia delante; quizá no los pasos que algunos quisieran, pero los necesarios y adecuados para avanzar hacia un cambio estructural, un cambio de fondo; quiero ser muy franco en ése sentido. Hay acciones que están abriendo la puerta a un proceso de cambio en el país. Sin embargo, no será posible lograrlo sin la comprensión de los diferente
s sectores políticos. Sería preocupante que repitiéramos, después de éste gobierno, la dinámica de “ensayo-error” porque hay un contexto internacional que debemos atender y nos preocupa, porque por un lado, Estados Unidos está en un proceso de cambio que no nos permite medir cuáles van a ser las modificaciones reales que el recién estrenado presidente Barack Obama, impulse a nivel de Latinoamérica; ni siquiera tenemos claro cómo va a encausar sus programas en Estados Unidos, que obligadamente, tiene repercusiones en los nuestros. La impresión que tengo es que va a haber un reacomodo político en todo el hemisferio y Guatemala, si no se pone a la altura de esos acontecimientos, correría el riesgo de quedarse, como dice un analista, como país silvestre, sin mayor futuro. Una de las cosas atinadas del gobierno actual, es que está procurando el acercamiento centroamericano, por lo menos en la simbología; algunos compatriotas no lo entienden, pero hoy por hoy, en los actos cívicos y oficiales, se ponen las tres banderas: la bandera de la multiculturalidad, la bandera de Guatemala y la bandera de Centro América. Esta es la visión a futuro: el respeto a la diversidad, poder concebirnos no solo a nivel de Guatemala, sino a nivel regional en el marco geopolítico.

El perpetuo frío de ésta ciudad
chiapaneca, es vez más penetrante. Arely Noriega, corresponsal del periódico El Heraldo en la ciudad de Tonalá, imprime las gráficas mientras charlamos. Jorge Aragón, espera paciente su turno para externar sus ideas. En su exposición de la mañana –le pregunto– escuché una crítica –inusual en los países latinoamericanos– a la globalización económica; nos señalaba que ése sistema ha traído más pobreza. ¿Es, en cierto modo, el augurio de un distanciamiento de Guatemala con Estados Unidos y su política financiera y, al mismo tiempo, significa un acercamiento a la política exterior de Hugo Chávez? Aragón responde:

–No necesariamente; ni lo uno ni lo otro. Lo que hay qué reconocer es que muchas experiencias latinoamericanas –especialmente después del año 2000, con la crisis de Argentina, por ejemplo–, han demostrado que el modelo neoliberal y las políticas de ajuste, no son la solución para América Latina. No son los programas que se deban impulsar en éstos países. Hay qué estimular programas que, en primer lugar
, enfaticen las características regionales y en segundo, permitan analizar las posibilidades de inserción de los países del área, en el mercado internacional. No necesariamente se va a abrazar una postura continental, pero sí, se van a aplaudir las cosas que salgan bien en otros países. Naciones como Guatemala, que reportan niveles de subdesarrollo alarmantes en el siglo XXI, deben aprender de las experiencias de otros países. Mencionaba la cuestión internacional porque le preguntaba a Marco Tulio, cómo sería Guatemala si Chiapas no hubiera pasado a formar parte de México. Creo que los chiapanecos se preguntan esa clase de cosas también. ¿Dónde estaríamos en éste momento? Cuando uno entra a Chiapas, ve un desarrollo diferente; hay un desarrollo distinto al que hay en el campo guatemalteco, por ejemplo. Las condiciones de capitalismo regional no son las mismas. Como guatemaltecos tenemos qué aprender no solo de la experiencia mexicana, sino de la experiencia de Chiapas; hay muchas lecciones que debemos aprender, muchas cuestiones que hay qué aplaudir.

La ola de violencia que azota a Guatemala –que no es privativa de Guatemala sino de la mayoría de países latinoamericano
s; en México tenemos un promedio de 20 ejecuciones diarias–, ¿afecta el proceso de pacificación?

–Sí, claro –consiente Marco Tulio Álvarez y añade–: Ustedes tienen una cifra de 20, en Guatemala es de 16; creo que sí tiene un efecto negativo. La seguridad es un elemento básico y es un tema muy sensible entre la población; recursos que podrían destinarse a temas sociales –teniendo en cuenta que los recursos del Estado son muy limitados en nuestros países, precisamente por la escasa recaudación tributaria que tenemos–, son obligadamente, reservados a temas como la seguridad. En Guatemala tenemos el tercer lugar en presupuesto para seguridad, pero es necesario porque hay una percepción en la población, de que no hay posibilidades de movil
izarse tranquilamente. Los medios de comunicación están permanentemente haciendo públicos los eventos trágicos. De tal manera que el tema de la violencia, condiciona otros que deberían ser prioritarios, que tienen qué ver con la resolución de problemas como la pobreza y la educación.

El narcotráfico, en algunos países
como México y Colombia, son de cierta forma, una alternativa económica; es más, hay la sospecha que Estados Unidos, podría no estar muy de acuerdo en erradicar el tráfico de drogas puesto que le significa un negocio redondo: ganancias subterráneas por la venta de droga y de igual forma, en la venta de armas a los narcotraficantes latinoamericanos. Es una fuente enorme de ingresos; ¿creen que en Guatemala, el narcotráfico es una economía alterna?

–El problema es que no se puede medir. Lo que percibe la población es más bien el tema de cómo, algunos eventos de violencia impactan demasiado; esa imagen es la que se tiene del tráfico de drogas. Tampoco se puede
medir cuánto, económicamente, genera el narcotráfico. Lo que sí te puedes dar cuenta es el contraste económico –muy grandes a veces– en poblaciones donde tradicionalmente, se vivía en pobreza extrema y de repente, ves un despliegue de riqueza impresionante, que no sabes cómo explicarla. Hay regiones con escasas posibilidades productivas, pero que cuentan con un repentino despegue de recursos. En la Secretaría de la Paz, por supuesto que no es nuestro tema, el del narcotráfico; nuestra función no es darle seguimiento a ese tipo de problemas. En el despliegue económico de algunas regiones, yo contrastaría el tema del narcotráfico con el dinero de las remesas que envían nuestros compatriotas radicados en Estados Unidos, aunque eso va en declive por la crisis económica que estamos padeciendo. Esas divisas han generado riqueza y estabilidad en varias regiones; no es necesariamente el narcotráfico.

–Yo quisiera agregar algo sobre el tema del narcotráfico que me parece muy importante –secunda Jorge Aragón, quien se pregunta y responde–: ¿Por qué hay narcotráfico en países como el nuestro y por qué en Guatemala pega más fuerte? Es evidente que tiene mucho qué ver con la capacidad del Estado. H
istóricamente, el Estado no ha podido mantener el control territorial de ciertas regiones; en los años 50, por ejemplo, se crea una política de fomento para el desarrollo del Petén, que es la región más grande del país y que limita con una región que se perdió en el siglo IXX, por un tratado que desfavoreció a Guatemala; hay, entonces, una tradición del Estado de no tener control territorial y eso incide para que Guatemala, se convierta en un atractivo para el narcotráfico. En relación al tema de Estados Unidos, sí tiene algunas políticas para el país, de apoyo a la lucha contra el narcotráfico y vemos que los medios de comunicación documentan esas acciones. Creo que hay metas para el país en términos de negocios y otras cosas, pero por otro lado, comparto la posición en el sentido que el narcotráfico, está surgiendo como una alternativa de mercado y eso, aunque en la Secretaría de la Paz nos dedicamos a impulsar un programa de desarrollo social consensuado, no nos hace ajenos al tema del narcotráfico y la violencia que genera, especialmente si se convierte en un riesgo para la gobernabilidad, por un lado y por otro, para la sostenibilidad del proyecto de paz que se está impulsando desde hace dos años.

"La seguridad es un elemento básico
y es un tema muy sensible entre
la población
"
En México sigue habiendo un importante número de refugiados; las acciones de repatriación que se llevaron a cabo, más que eso, fueron actos simulados, puesto que casi el 50 por ciento (o más) de los que fueron repatriados, regresaron a México, a los campos de refugiados… Y estamos hablando que en esas “repatriaciones”, no se fue ni el 15 por ciento de los refugiados que había ¬–y hay– en los estados fronterizos con Guatemala. Si mal no recuerdo, tales éxodos se dieron durante los gobiernos de Álvaro Arzú Irigoyen y Alfonso Portillo. ¿Qué alternativa ofrece la administración de Álvaro Colom para los refugiados guatemaltecos en México? ¿Cómo harán para revertir la falsa expectativa que se tiene en el sentido que ya casi no hay refugiados? ¿Está dentro de los programas sociales del proceso de paz su regreso definitivo?

–Es complicado, muy complejo, porque cuando se dieron los dos retornos masivos, no se crearon las condiciones para darle pleno seguimiento a los acuerdos, para que la gente que regresó, tuviera claro el concepto de reinserción que tenía qué ver con lo económico, lo político, lo cultural; sería mentir si decimos que se crearon. No hubo voluntad para garantizar a los compatriotas, un desarrollo sustentable. Hubo algunas medidas que se tomaron, pero resultaron insuficientes. Por ejemplo, una familia retorna a su lugar de origen y se encuentra con que sus terrenos ya estaban ocupados por militares que, dentro de la inercia de la guerra, se apropiaron de grandes extensiones de tierra. ¿Cuál fue la respuesta del gobierno? Reubicar a los refugiados que retornaron en zonas poco productivas, con poca inversión para empresas de producción en materia agrícola…
No podemos escapar a un fenómeno que está todavía pendiente y es el desarrollo rural. Incluso, hay una Ley de Desarrollo Rural que está pendiente de ser aprobada por el Congreso de la República. Traigo de nuevo el tema de qué hubiera pasado si Chiapas no se hubiera anexado a México; Chiapas tiene, por lo me
nos, condiciones dignas para atender a los refugiados, cosa que en Guatemala, en los gobiernos anteriores, no se dieron. Aquí, en Chiapas, encontraron un proyecto que se liga con la importancia de los organismos internacionales, que garantizaron las condiciones de los refugiados.
No podemos negar el acierto de la política exterior mexicana, no sólo hacia Guatemala, sino a todo el continente, que yo diría que es uno de los aspectos más positivos del gobierno de México, porque ha tenido coherencia. Eso representa para México, un reconocimiento importante a nivel internacional. A pesar del cariño a su tierra, de sus raíces culturales, los refugiados se vieron en la urgencia de tomar sus propias providencias, porque los anteriores gobiernos del país, no les brindaron, en ése momento, las condiciones para que al retornar, se quedaran para siempre. Hacia futuro, es otro tema de la agenda social que debe de trabajarse a fondo.

¿Hay un proyecto del actual presidente de Guatemala para los refugiados? Se lo pregunto porque a raíz del conflicto armado de 1994, en Chiapas –el de los zapatistas–, muchos ciudadanos indígenas se refugiaron en territorio guatemalteco; por la otra frontera, también hay refugiados de la guerra en El Salvador.


Marco Tulio Álvarez, reflexiona un momento, y suelta:

–Yo desconozco exactamente el tema; lo que hay es el pendiente que la Agenda para la Paz se siga desarrollando, se siga cumpliendo con la población que ya retornó. Pero veo en ello una cuestión pendiente. Es una perspectiva que hay qué trabajarla con profundidad, porque ahora que se da el retorno de varios compatriotas que están en Estados Unidos, se debe priorizar programas para fortalecer ese rubro; es decir, ampliar las perspectivas no solo para los que regresan de México, sino para los conciudadanos que vengan de Estados Unidos. Definitivamente es un tema que hay qué meter en la agenda de gobierno.

En el caso de los inmigrantes ilegales, seguimos siendo testigos de mal trato por parte de las autoridades federales; no es el caso del gobierno del estado de Chiapas, que ha, incluso, abierto centros de atención para ellos. Sabemos de diversos acuerdos binacionales en materia migratoria que no se cumplen ni por parte de
México, ni por parte de Guatemala. En ambos lados hay extorsiones, malos tratos, una especie de xenofobia, vaya. ¿Dentro del proceso de pacificación se contemplan estrategias para combatir ese fenómeno?

–Yo pienso que hay qué provocar una cumbre para agotar el tema; es un fenómeno que está tomando mucha más fuerza por las razones que tu comentabas y que, indudablemente, tiene efectos muy negativos, porque la población migrante es violentada en todos sus derechos; debe agotarse el tema a nivel regional. Yo soy optimista, pero no veo que los gobiernos de la región estén poniendo el tema de la migración en sus agendas, con la fuerza necesaria. Hay esfuerzos, sí, pero hace falta mucho para avanzar.

Es preocupante la posición contestataria entre el Presidente Colom y el Congreso de la República; preocupa también el grado de intolerancia hacia la crítica. Hace unos días leí que el mismo Presidente llamó “estúpidos” a sus críticos y adversarios. ¿Se puede fortalecer un proceso de paz cuando dos Poderes del Estado mismo, dos Poderes fundamentales, chocan y no sólo están contrapuestos ideológicamente, sino que llevan sus diferencias al terreno personal, al agravio entre personas?

–Aquí es importante destacar que, parte de los Acuerdos de Paz y especialmente en el proceso de cumplimiento de éstos –inter
viene Jorge Aragón–, el reconocimiento y accionar, no solo es tarea y obligación del gobierno en su parte Ejecutiva; no es un Acuerdo unilateral, sino corresponsabilidad de toda la sociedad. Esto es: la sociedad debe entrar a un proceso de apropiación de los Acuerdos. Algunas organizaciones sociales han apoyado, han ayudado incluyendo en sus propias agendas, el tema de la paz. Con Marco Tulio –a quien tengo el agrado de conocer desde hace muchos años–, desde la firma de los Acuerdos para la Paz, hablábamos que las organizaciones sociales, se deberían apropiar de los Acuerdos; es un proceso que no se puede dejar de lado. No es sólo el gobierno el responsable del cumplimiento; en buena parte, es el que tiene qué dar la cara, pero también los actores sociales, los movimientos de mujeres, de jóvenes, el Congreso de la República, el Poder Judicial, los partidos políticos, en fin, todos deben estar inmersos en ese proceso. Cuando se hacen balances del proceso de paz, generalmente omiten mencionar ésa parte, pero el gobierno del Presidente Colom le está dando la importancia que se merece. Eso va a determinar que el proceso de paz tenga sostenibilidad en el futuro.

–Lo que acaba de decir Jorge –adiciona Marco Tulio Álvarez–, reitera lo que hace un momento decía en el sentido que la salida de los problemas de Guatemala, no puede concebirse si hay un fraccionamiento tan fuert
e dentro de quienes hacen política. Precisamente, el Congreso de la República, es una de las instituciones que reúne a las representaciones de la sociedad, sostenida en partidos políticos, no solo en las cuestiones electorales, sino en los procesos de cambio y avance del país. Tiene, como una de sus obligaciones primarias, apoyar el proceso de paz. Tengo la impresión que hay actividades, ó medidas, que se toman y que no tienen la intención de fomentar la institucionalidad, una institucionalidad que está urgida de fortalecerse para dar cumplimiento a los Acuerdos de Paz. A mi me llamó la atención que cuando se presentó el informe del Presidente de la República ante el Congreso, dos bancadas abandonaron el hemiciclo parlamentario.
Uno puede entender que existan inconformidades y que exista una crítica al gobierno. Indudablemente, no todas las medidas gubernamentales pueden ser aceptadas, aunque sean acertadas; estamos concientes que hay medidas positivas y hay otras que pudieran estar mal enfocadas; sin embargo, lo que debería generarse es una cultura política de reproducción de la vida política del país, en otros términos. La pregunta es muy difícil de contestar, pero muy acertada; es decir, en el país es b
ásico dar un vuelco a la cultura política y eso tiene qué ver con el espíritu, con la formación del sistema político del país, que debe tener, a nivel del Congreso de la República, representantes que conciban la importancia que tienen las instituciones. Ahí estamos viendo el fenómeno del “me dices y te digo”. Reconozco que en un momento dado, los calificativos del gobierno pueden ser muy fuertes, pero también, las medidas que toman los diputados, son muy ofensivas en términos políticos… A ver si nos vamos poniendo de acuerdo. Considero que debe desarrollarse una oposición propositiva que frente a errores, haga propuestas legislativas importantes y no recurra al descalificativo impreciso y denostador. Esto, insisto, lo digo a nivel personal. Me parece muy desafortunado que se pretenda desmantelar cualquier proyecto que se quiera llevar a cabo en beneficio de los guatemaltecos, porque se fomenta la ingobernabilidad y más, cuando el Congreso es parte sustancial del sistema de gobierno, es gobierno y no puede destruirse a sí mismo.

¿Hasta cuándo creen que habrá corresponsabilidad del Congreso de la República en el proceso de pacificación? ¿Pueden, los g
uatemaltecos, esperar respeto mutuo, cooperación responsable en éste trance?

–Confiamos en una cosa –y ese es mi punto de vista muy personal–: esto es como cuando hay un terremoto; la tierra tiembla y la gente se une. Estamos en una situación en la que la crisis puede tocar fondo. Ahí no se trata de quién alardea más, ó quién tiene el discurso más fuerte, sino de cómo se hacen las propuestas más sensatas para salir de ésa crisis. Y quién las hace, por supuesto.

Obviamente, el sistema partidista guatemalteco está en crisis de credibilidad y confianza; esto no es raro para los mexicanos donde tenemos políticos que ayer eran de la ultra derecha y hoy son de la izquierda recalcitrante, ó a la inversa. Sin embargo, surge la pregunta sobre si habría alguna posibilidad para que los partidos políticos se pongan de acuerdo e impulsen un proceso de paz dentro del proceso de paz, para impulsar los Acuerdos para la Paz.

–Yo creo que sí, pero no creo que sea la totalidad; creo que el país tiene qué tener un soporte institucional; como te digo: para mi, va a haber temblores en Guatemala y eso va a obligar a que se busque una salida. El Secretari
o de la Paz, Orlando Blanco Lapola –hace algunos días, durante una entrevista– decía que él es de la opinión que si éste gobierno no podía enrumbar éste proyecto político, nos esperaban ocho años de rezago. Yo espero que eso no ocurra. Yo espero que la fuerza de la crisis obligue a que se cree un mínimo consenso entre quienes realmente entiendan ésta perspectiva de salvar al país. Sería muy desafortunado para el futuro de Guatemala, que persistan ideas de confrontación e intentos de provocación, que solo buscan frenar el desarrollo de un proceso que nos interesa y conviene a todos.


"Eso va a determinar que el proceso
de paz tenga sostenibilidad en el futuro".

Por último, ¿cuál es el futuro de la justicia de Guatemala ante la posibilidad que deje en la impunidad al expresidente Portillo que por cierto, en México se le considera responsable del delito de homicidio?

–Yo creo que hay qué corregir el rumbo de la justicia en Guatemala. Efectivamente, en ese tema, hay sentadas bases de impunidad en el país; por eso se crea la CICIG (Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala), organismo internacional que tiene como función fundamental, investigar estos eventos y apoyar a las instituciones del país para procurar la justicia. Yo diría que debemos esperar los informes y las investigaciones de la CICIG y que éstos puedan contribuir de manera fundamental a fortalecer el tema de la justicia en el país. Hay un pequeño inicio de cambios en el Ministerio Público, que me parecen importantes; algunos funcionarios están tratando de dar una nueva perspectiva a esa institución. Esperemos que estos pequeños pasos puedan consolidarse en la dirección correcta.

Jorge Aragón añade sobre el tema: “Quiero precisar que hace 12 años, cuando entraron en vigencia los Acuerdos de Paz, hubo una gran euforia porque el haber terminado la guerra de la forma en que terminó, fue una salida política –con sus bemoles y otras cuestiones de fondo– que garantiza la estabilidad social,pero debemos trabajarla todos. Fue una salida de altura que tenemos qué ponderar y alentar. Haber terminado la guerra con las características que tenía Guatemala, a través de un proceso de negociación y diálogo, es inédito; la tradición política guatemalteca es muy particular.
“Entonces, se pensaba que los cambios iban a venir muy rápido; doce años después, no tenemos el país que queríamos tener, que nos habíamos proyectado, pero creo que a partir de éste gobierno, se empezó a tomar el rumbo correcto. Los guatemaltecos ya aprendimos que los procesos llevan tiempo y hay qué invertir esfuerzos y todo lo que haya necesidad de invertir, para encausar y llevar a la práctica los sueños de todos y claro, ponerlos en el plano material. Creemos que los Acuerdos de Paz son un proyecto de nación, pero éste gobierno quiere que pase de ser un proyecto a ser una realidad tangible”.

La pregunta es: ¿habrá continuidad de éste proyecto? Lo comento porque en Guatemala, se ha instalado una tradición en el marco político-electoral que el candidato que queda en el segundo lugar en una elección presidencial, suele ser el ganador de la siguiente contienda; si tomamos en cuenta el encono personal que en el pasado proceso hubo entre Álvaro Colom y Otto Pérez, y si nos atenemos a la tradición que se inaugura con Vinicio Cerezo, mucho nos tememos que el sucesor de Colom rompa con ese esquema.

–Muy difícil que le den continuidad, pero creo que en medio, hay una situación importante que ha llamado la atención y es que una política de cohesión social, que lleva implícita la responsabilidad de solucionar los problemas de raíz. Hemos crecido con esa tendencia. Hay cierta población que no había tenido derechos y ahora empieza a tenerlos. Seguramente, esto va a incidir en las decisiones electorales a futuro. Esto tiene relación con lo que decía Jorge, en el sentido que los procesos llevan tiempo. Si esta medida, un poquito en la superficie, de trabajar en las transferencias condicionadas, le crea el hábito a la población –que a la vez se convierte en derecho y no se quiere perder– probablemente, el resultado del siguiente proceso electoral sea que éstas personas no permitan que la balanza se incline a favor de un retroceso. De hecho –no tengo datos científicos cuantitativamente– me han mencionado que hay encuestas importantes que reflejan esto que te estoy diciendo. En el primer año de gobierno de Álvaro Colom, eran muy fuertes las discusiones, había una crítica muy dura; incluso, en las encuestas mediáticas, daban al Presidente Colom un puntaje muy bajo. Pero luego, la percepción fue subiendo y hoy se está viendo un repunte muy importante, porque se han tomado medidas audaces que benefician a la población. Esto nos da la pauta para pensar que puede darse un efecto que cambie la tradición que casi obligaba a que un partido que ganaba una elección presidencial, no repite. No quiero casarme con esa idea; solamente lo apunto como un fenómeno que llama mucho la atención. Más allá de la discusión de los medios, más allá de la postura de la oposición, debe haber una reacción de la población que abra el camino a la continuidad de los programas que han sido exitosos.

–Una cuestión importante –remarca Aragón–, es que a las sociedades hay qué enseñarles que tienen una ciudadanía qué ejercer y que además, tienen derechos. En Guatemala, creo que dimensionamos bien la cuestión de la “Primavera Democrática” del periodo 44-54 del siglo pasado, pero una de las cuestiones que talvez no hemos mencionado tanto –aunque lo sabemos en el imaginario colectivo– es que en ese periodo, la población se le enseñó que tenía derechos. Antes nadie tenía derechos. No había ninguna garantía para nadie.

Basta recordar la etapa del militarismo de Arana Osorio, Laugerud García, Lucas García, Ríos Montt, Mejía Víctores, que se sucedían entre sí, ya sea por la simulada vía electoral o mediante golpes de estado y la gente prácticamente no tenía salvaguardado ningún derecho. ¡Vaya! Ángel Aníbal Guevara gana fraudulentamente la elección y los mismos militares le impiden asumir el cargo, sin tomar en cuenta a la población.

–A los guatemaltecos nos ha costado mantener la institucionalidad desde las elecciones de 1985; hemos tenido muchas dificultades, especialmente en el 93, pero se logró dar estabilidad al proyecto democrático. Desde la transición a la democracia para acá, hemos celebrado elecciones transparentes y yo creo que eso es un gran triunfo. Por eso los Acuerdos de Paz, deben seguir en la agenda, a pesar que nos ha costado. A los guatemaltecos nos cuesta el doble hacer las cosas porque no hemos aprendido de nuestra historia; talvez nuestros gobernantes no nos habían enseñado a aprender de nuestra historia.

“O talvez, los gobernantes no han aprendido de la historia”, les digo a manera de despedida.

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Fichero Político Angel Mario Ksheratto Cínica, la pseudodirigente magisterial no deja lugar a las dudas respecto a su debilidad por el dinero ajeno. Cuando hace unos días Elba Esther Gordillo Morales, dijo que vivía de su “modesto” sueldo como dirigente sempiterna de un grupo de maestros conocidos como “charros”, nadie le creyó; su larga historia de corrupción, mentiras, simulación y sometimiento, dijo rotundamente lo contrario. Ella misma se encargó de confirmar la incredulidad de los mexicanos, regalando doce camionetas de súper lujo a igual número de dirigentes estatales. Sin duda, un acto de inmoralidad espantosa que obliga a exigir a ésta señora, alejarse definitivamente de la espuria dirigencia que dice tener en sus manos. Vergonzosamente, en ese mismo evento la supuesta dirigente magisterial exigió al Gobierno Federal más presupuesto, según ella, para mejorar las paupérrimas condiciones de la educación en México. Imposible creer que ése dinero vaya a las escuelas de cartón que

Apunte sobre la entrevista Scherer-Zambada

Fichero Político Angel Mario Ksheratto "El narcotráfico está en toda la sociedad", dijo el capo de la droga al periodista Julio Scherer García, fundador de "Proceso". A juicio de uno de los capos más buscado y perseguido por los gobiernos de México y Estados Unidos, toda acción legal contra el narcotráfico, no modificaría el posicionamiento que han logrado y que, deja entrever, se ha alcanzado gracias a una de las enfermedades crónicas que padece el país: la corrupción. Frente al emblemático periodista mexicano, Julio Scherer García, uno de los referentes periodísticos de mayor trascendencia en América Latina, el capo suelta una verdad estremecedora, abrumadora, perturbadora: “el narco está en la sociedad”. Para los persecutores de éstos, la frase debería ser un reto; para los mexicanos, es desalentador. El flagelo ha permeado por todas partes, en todos los estratos sociales, en todos los rincones de la región. Es, quieran o no reconocerlo las autoridades de todos l

Las rabietas de MVC

Artículo Único Angel Mario Ksheratto D e manera imprevista, el senador golpea con fuerza el lujoso e impecable escritorio; suelta imprecaciones, enreda sus dedos en el cabello y, con los puños cerrados, vuelve a castigar al mueble en el que no hay un solo papel. —¡Es un malagradecido!, —explota y se queja—: ahora, ni la llamada me toma… Ni él ni sus funcionarios, ¡carajo! La urgencia de hablar con su sucesor —y no obtener respuesta—, tiene fundados motivos para enfurecerlo: seis de sus ex colaboradores, están siendo seriamente investigados y de al menos cuatro, se tienen evidencias claras de desvíos de recursos y uno, ya tiene orden de aprehensión, misma que, inexplicablemente, no se ha ejecutado. Aunque por lo pronto, las indagaciones de millones de pesos desviados no lo alcanzan a él, sí a sus funcionarios, lo que mediáticamente podría afectarle en sus aspiraciones para saltar del Senado al Gabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador, desde donde pretende construir una