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Calaveras 2008

A todos les llega su hora

Angel Mario Ksheratto

Se muere el presidente
también el delincuente;
el gobernador y su asistente,
no escapan de la huesuda
que se lleva a la mujer copetuda,
como a la más caprichuda.
Gozan todos los deleites de la vida,
en cada esquina tienen “movida”;
aunque que la gente esté jodida,
defienden y mantienen a PROVIDA
y eso sí, ¡que aborte la querida!
Declararon la guerra al narco,
al país volvieron un charco
de sangre, muerte y ojizarco,
más no han tenido mucha suerte
pues les ha encontrado la muerte
de la cual, no hay quien les liberte.
Así, con todo y sus grandes gritos,
antes de morir, dinero dieron a los viejitos
que en un tris, se los gastaron en antojitos;
corrieron también al Senado
donde todo hombre es alquilado,
ya como mercenario, ya como abogado.
De ahí sacaron sus reformas y devanados
que luego aprobaron cientos de diputados,
cual burritos domesticados.

“Compló”, gritó un legítimo perdedor,
prometió no dejar en paz al usurpador;
la muerte acabó su carrera de inquisidor.
A la reforma petrolera se opuso,
juró no dejar entrar a ningún intruso
en los negocios del eterno abuso,
más su pensamiento obtuso,
lo mandó a un panteón en desuso.

En la rebatinga, apareció Mouriño
con desplantes y juegos de niño,
a los opositores puso corpiño,
y al presupuesto dejó lampiño.
Hoy lo llora Elva Esther,
de quien huye el mismo Lucifer
no por ser mala mujer,
sino por belleza carecer.

En la tumba revuélcase Carlos Castillo
Al ver que su alumno, el alacrancillo,
desde la silla del bolillo,
a Vicente sirve de alcahuetillo;
nadie para la boca de Germán,
que de zar pasó a ser chambelán
de un politiquero charlatán.
Martha Sahagún, la emperatriz,
implora por su nuevo aprendiz,
que el Peje le deje ser feliz.

Lloran todos su desgracia,
extrañan su aristocracia;
en los infiernos acabo su diplomacia,
ahí pagaron su falta de democracia.
Ruegan a Wojtila y Benedicto
sean piadosos en el veredicto;
más en los santos hay conflicto
por tener entre ellos, a puro adicto.

Los panteones no celebran; están de luto
a sus dominios ha entrado más de un bruto
que no entendiendo el estatuto,
no deja de llorar ni un minuto.
Goce la tierra su ausencia,
repudien todos su pestilencia
y tengan presente la advertencia:
así termina el amante de la delincuencia.


Juan Sabines

Al panteón llevan de Juan sus restos,
los pablistas que no dejaron sus puestos;
estos fueron los funestos
que a la Ley echaron en cestos
y a Sabines llenaron de denuestos.
En vida cantaron loas y alabanzas,
a sus espaldas hacían tranzas,
celebrando con Rubén alianzas,
contubernios y todas las acechanzas.
Desde Messner hasta Palacios,
todos conservaron sus espacios,
luego cambiaron como batracios.
No le lloran sus amigos;
con aquellos unieron ombligos,
del saqueo fueron testigos.
Solo la tisigüa acompaña el ataúd;
aquella gente que cobró en alud,
olvidóse ya de la esclavitud,
el odio, el rencor y la ineptitud
de los que le mataron con exactitud.
Los beneficiarios del Amanecer
enteráronse afligidos del acontecer,
en largas filas les llegó el anochecer,
inasistieron para su dinero no perder.
También murió por necio,
no tuvo por el PRI aprecio,
ni acudió por él Nemesio;
Yace en la fría losa del cementerio,
en medio de protestas del magisterio
y loas que en Jacobo, son un vituperio.
Descanse en paz Sabines,
extrañarán sus quinquirrines
todos los diputados balines,
que le seguirán a los confines
por falta destos y pilines.

Ricardo Serrano Pino

Igual que el monje Abascal
quiso Ricardo levantar, hermosa catedral
para cubrir su ambición inmoral
y justificar dinero gubernamental.
Cambió la limosna por donativo,
un negocio brutal y abusivo
que al gobierno resultó nocivo,
pues no era ni justo ni ahorrativo,
más bien resultó ser un vomitivo.
Los constructores le llevan en procesión,
murió promoviendo la corrupción
por lo cual no tendrá absolución
ni paz en ningún panteón.
Le lloran sus sobrinos pandilleros,
muchachos crueles y majaderos,
que avergonzaron a los cuatreros
con sus métodos montoneros.

Felipe Calderón

Murió al caer de su bicicleta;
del hombro a la falangeta,
el hueso acusó enorme grieta.
Celebró su muerte el Peje
que vivió como vil hereje
y quiso saber el tejemaneje
de todo el que se acompleje.
Descendió Calderón al infierno,
ipso facto el diablo le puso un cuerno
en castigo por hacer un mal gobierno
y permitir un presidente alterno.
–¿Qué ínfulas son éstas Felipillo?,
preguntó Satán al caudillo;
venir al infierno tras ser monaguillo
y haber dirigido al bolillo,
es porque debiste ser un gran pillo.
–No señor Satanás, juzgas mal,
respondió con voz anormal;
vine acá por ayudar al PANAL
y poner en gobernación a un animal
que en siendo un buen español,
metió un autogol
y engañó a la INTERPOL.
En los bajos del infierno quedó Calderón
asolado por terrible humillación
y perseguido por toda una nación.
Sus restos yacen junto al peso
y los que de él recibieron hueso
ya en el gabinete, ya en el Congreso.

Andrés Manuel López Obrador

Enfermo de poder e impaciencia
murió López Obrador,
se fue al averno con la creencia
que no era un perdedor.
Alegó que le hicieron “compló”
y que Chente metió las manos
en la elección que no le favoreció
en sus sueños republicanos.
Víboras pintas y chachalacas,
unas mujeres muy flacas
que Leviatán encontró en Las Huacas,
quesque son austriacas,
le punzan con estacas.
El sufrimiento y las aflicciones
lo sufren las instituciones
que él mismo y sin atenuaciones,
mandó al diablo antes de las elecciones.
Ahora yace bien tieso
el que no alcanzó el hueso,
ni al poder tuvo acceso,
por su falta de seso
y tanto bruto exceso.

Jaime Valls

De somatón en un bache
ha muerto el edil del “apapache”;
perdió la guayabera y un huarache,
la sonrisa, la hebilla
y al mismo Pepe Ovilla,
que, dicen, cayó a la alcantarilla.
Le llora el muchachiterío
que lo enterrará en un lote baldío
cuando empeñen en Montepío,
lo que no han dejado vacío.

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