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"Yo no fui, fue teté"

Fichero Político

Angel Mario Ksheratto


Emilio Zebadúa y Rubén Velásquez,
acusados por Herrán de autorizar
violaciones a losderechos humanos.


Argumento facilote, libre de polvo pero no de paja; excusa que rompe los esfínteres atacados de una risa incontenible. “Yo no fui; fue Teté”, que es lo mismo del trillado “sólo recibía órdenes”; es sin más, la tabla de salvación a la que se ha aferrado Mariano Herrán Salvatti para justificar las violaciones a los derechos humanos y demás aberraciones legales y jurídicas en que incurrió desde su anterior cargo en la desaparecida Fiscalía General. Obviamente, su declaración es entre otras cosas, una acusación formal que no lo libra de un acto de traición que confirma la inmoralidad de los pablistas y que además, reconfirma la red de complicidad que se urdió en contra de los chiapanecos. De todas formas,
nada salva a nadie. Porque la aceptación explícita de Herrán en el sentido de haber recibido órdenes de Emilio Zebadúa y Rubén Velásquez para procesar penalmente a cientos de ciudadanos inocentes, es una acusación directa, demoledora y contundente; es también, la confirmación de inocencia de los inculpados durante la dictadura salazarista y la validación de cualquier sospecha que se haya tenido respecto al abuso de poder sobre el que estableció la dictadura Pablo Abner Salazar.
El deslinde mediático de Herrán Salvatti, sin embargo, es el mea culpa rotundo, no solo de él como ejecutor de los salvajes procedimientos contra los imaginarios enemigos del exdictador, sino de toda la administración pasada, pues no hay uno solo que se salve de haber cometido delitos al amparo de la impunidad, la soberbia y el odio. Esto significa que los eslabones de la cadena, no pueden quedar rotos en los dos personajes oscuros a los que el exfiscal acusa, sino que van más allá. Por lógica, Pablo no queda exento de culpabilidad. Aunque Mariano pretende salvarlo de toda responsabilidad, es claro que quién ordenaba a Emilio y Rubén, era el exdictador, cuya moral pública no ha sido su fuerte desde que en mala hora pudo engañar a los chiapanecos.
De tal manera que las investigaciones sobre los abusos cometidos durante el sexenio pasado, no deben quedar sólo en lo que el exbrazo ejecutor de la dictadura diga. En síntesis, toda la pandilla que encabezó Pablo Abner debe ser llevada a los tribunales. Ahora bien: si Mariano ya admitió que recibió órdenes dentro de la jerarquía para cometer la cantidad de fechorías de las que se le acusa formalmente, no debe quedar ninguna duda respecto a los abusos cometidos. Es decir, ya hubo una declaración formal, explícita que obliga a las autoridades a tomar las medidas cautelares de rigor. La exigencia popular es que la pandilla salazarista pague por sus delitos y sería un duro revés para la justicia y la democracia misma, que todo quede en formalismos, faramallas y simulaciones.

Cobardía y mentiras

Hace unos días, en su columna Filo y Sofía la periodista Mary Jose Díaz, reveló un agrio encuentro entre Rubén Velásquez, Manuel de la Torre y un senador campechano. Molesto por ello, el perredista filtró entre sus amigos la versión mediante la cual negó los hechos e incluso, soltó la brutal amenaza de demandar a la comunicadora. Típico de los cobardes que se hicieron cómplices del exdictador. Velásquez, que nunca ha tenido el valor civil de dar la cara por sus vergonzantes actos, se refugia en la amenaza, como si a través de ésta pudiese borrar las acciones que lo colocan como un hombre sin la menor pizca de lealtad. Porque, cuenta un testigo del affaire, negó hasta tres veces a su hacedor político.
Lo que ignora el señor Velásquez es que nadie ignora que fue parte importante de la dictadura y ahora, con las declaraciones de Mariano Herrán, ni forma de esconder sus pillerías, muchas de las cuales, fueron consensuadas con el exdictador. Y recurre a la mentira para esconder lo inocultable, por si fuera poco para su ya de por sí menguada figura política. Negar ahora a su padrino político, es tan cobarde, que en lugar de salvarlo del juicio de la historia, lo hunde aún más.

Tarjetero

*** No son pocos los constructores que empiezan a hacer aguas en la barca en que se metieron por las presiones del excoordinador del Comité de Construcción de Escuelas, el tal Coutiño, quien, aprovechando su posición, ha impuesto hasta en el sector empresarial, a sus incondicionales para que puedan generar espacios para Rubén Velásquez en su alocada idea de convertirse en el gobernador interino. Las imposiciones de Coutiño han empezado a espantar a los empresarios, quienes amenazan con dejar definitivamente las filas de la agrupación si no corren a los incondicionales del sujeto que prácticamente desmanteló al COCOES, pero que fue protegido por el mismo Pablo Abner mediante presiones y persecuciones políticas a las que sin duda, habrá respuestas puntuales. No le ha bastado al excoordinador de COCOES con proteger y promover la corrupción en esa dependencia, sino que ahora, tiene de rodillas a los empresarios, quienes también cargan con ciertas culpas, pues no pocos de ellos fueron beneficiados durante el sexenio anterior. Lo grave es que ahora los utilizan para un juego sucio en contra del Gobierno del Estado. Ye le tendré pelos y señales del asunto en que los está metiendo Coutiño y sus secuaces dentro de ese sector. *** Tanto tortilleros como transportistas anunciaron ayer incrementos abusivos; según esto, el kilo de tortilla valdrá 10 pesos y el pasaje subirá un peso. Ante esto, nadie dice nada, como si no existieran normas para evitar tales alzas. Esto nos indica claramente que los chiapanecos estamos secuestrados por encarecedores desalmados. ¿Quién frenará los abusos? *** Que habrá una ley que frene el terrible ecocidio en Chiapas. Muy buena idea; el chiste es si se aplicará con eficacia y efectividad dicha ley. De nada sirve tener tantísimas leyes si nadie las respeta, nadie obliga a respetarlas. *** Ir a la delegación de Relaciones Exteriores en Tuxtla, es como ir a una cantina de amargados; la atención del personal es por demás deficiente, al grado que tratan a los ciudadanos como si fueran a pedir limosna. El mal humor, los gritos y la falta de amabilidad, son terribles ahí. *** Luego nos leemos.
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