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Exfiscales, al banquillo de los acusados

Fichero Político

Angel MarioKsheratto


La extinta fiscalía, en la mira del
Congreso; la gente aplaude que
los pillos que usufructuaron la
ley, vayan a la cárcel.

“Aquí se chinga usted y quienes yo quiera chingar; aquí mando yo, así que me va a responder positivamente las preguntas que le haga o me lo jodo de todas formas”, dijo con derroche de prepotencia José Feliciano Espinosa Nolasco a éste columnista el día en que, tras la primer detención, hube de comparecer ante la desaparecida Fiscalía de Asuntos Especiales y Relevantes. Su método preferido: la amenaza. Su especialidad, la invención de los delitos más absurdos en contra de los imaginarios enemigos de Pablo Salazar. “Si se me pega la gana, lo puedo mandar a chingar a su madre o lo puedo dejar en libertad; usted escoge”, solía decir cada vez que
una de sus insólitas preguntas no era respondida a gusto suyo. Por ejemplo, llegó a preguntar si recordaba el número de la cama del hospital donde nací o si conocía el domicilio de la comadrona que asistió a mi madre durante el parto. Ninguna de sus acusaciones en mi contra pudo comprobar; se limitó a inventar delitos sin el menor fundamento pero que de todas formas, consignó a un juez incompetente y corrupto que siguió el procedimiento aún sin las pruebas del entonces Fiscal de Asuntos Especiales y Relevantes. Por cierto, ése juez, de apellidos Sánchez Villalba, fue premiado con una magistratura y ahí permanece como si jamás se hubiera prestado a la ola de terror judicial que ahora vemos cómo, poco a poco se va deshaciendo.
Eran los tiempos de la dictadura, tiempos de canallas en los que también surgieron nombres como Marcelo Vega Robledo, cuya capacidad para despojar a los injustamente inculpados, fue notoria, pero al mismo tiempo, indignante. A tal grado llegaba el odio de estos personajes hacia los chiapanecos, que a una de sus tantas víctimas, dolosamente pusieron en su expediente el alias de “Calzonuda”. Oscar Moreno Villatoro, de Delincuencia Organizada y la Fiscalía Metropolitana, es otro exfuncionario que no dudó en inventar delitos graves aún sin contar con una sola prueba. En “El Amate” conocí a un muchacho acusado de un atentado mortal y el asesinato de un trabajador de la familia de éste. El acusado vivía en Mérida, Yucatán desde su adolescencia y solo venía eventualmente a visitar a su familia. La razón de fondo para acusar falsamente a éste joven fue la disputa por una herencia de 20 millones de pesos. Toda la familia tenía orden de aprehensión. Coludidos con Antonio Cordero, iniciaron una persecución ilegal en contra de una sobrina de Don Emilio Rabasa Estebanel, desoyendo un mandato judicial previo, en que se sentenció a Cordero a restituir un dinero que había tomado fraudulentamente, aprovechando el fallecimiento del esposo de la víctima. Hoy ella ha sido sentenciada a un castigo inadmisible, vergonzante para el sistema de justicia y evidentemente violatorio a la propia ley. Todo, debido a las presiones del acusador, quien dice tener influencias aún sobre Amador Rodríguez Lozano, Sonia Simán Morales y algunos funcionarios del Ejecutivo. Así de terribles siguen las cosas.

Justicia a secas

Los de arriba, son apenas leves ejemplos de cómo, la pandilla que estuvo al frente de la desaparecida Fiscalía tomó la ley en sus manos para satisfacer odios y rencores de un dictadorzuelo cruel que fincó sus pretensiones en su aparente cristianismo. Por eso vemos con satisfacción que el Congreso del Estado intervenga y llame a comparecer a los exfuncionarios, lo cual dará muchas luces de justicia a miles de víctimas de éstos. En ese sentido, también valdrá la pena que los diputados revisen no solo los expedientes de las organizaciones que han sido beneficiadas con la respuesta puntual de las autoridades, sino también, los de ciudadanos que no pertenecen a ninguna organización y que fueron atropellados en sus derechos, libertad e incluso, propiedades.
Será bueno además, que tales comparecencias y los resultados de éstas, sean en completa transparencia y no ocurra como ayer, que ninguno de los diputados asistentes al anuncio, fue convocado para ser consultado sobre la determinación que se había tomado. No vaya a ser que a la hora, sea el propio Congreso el que exonere a los ejecutores judiciales de la dictadura. La responsabilidad que tienen los componentes de esa Comisión, es enorme. Todos confiamos en que, como se anunció, de cada caso de abuso, se de vista a las autoridades competentes para que nunca más en Chiapas, se vuelva a ser víctima de delincuentes con charola y poder mediante ésta.
¿Abusos? ¿Invención de delitos? ¿Despojos? ¿Detenciones arbitrarias? ¿Amenazas? Todo, absolutamente todo ese rosario de delitos los cometieron los ahora acusados. A ellos nos les importó que estuvieran frente a inocentes para llevarlos al calabozo; que ahora, a las autoridades, no les tiemble la mano para castigar sus felonías. Sería un precedente muy malo y muy grave, que a éstos se les deje sin pagar sus culpas. “El que la hace, la paga”, dijo hace unos días el otrora cómplice y defensor de la tiranía pablista (obviamente, cómplice también de los ahora acusados) y hoy Ministro de Justicia. He ahí el riesgo: que por ser coyote de la misma loma, los abusivos de los que hablamos, puedan salir del atolladero sin problemas. La única ventaja es que Rodríguez Lozano ha abierto la boca y está obligado a cumplir. Que no le gane su complicidad.

Tarjetero

*** Conozco a Pedro López Ayanegui de hace un buen rato; a su hijo Juan Pablo, también. Junto con su familia, son dos hombres cultos, probos, honrados, buenos conversadores y por lo mismo, excelentes amigos y compañeros. A Pedro lo recuerdo siempre con un pantalón morado que alquiló, el día que me fue a ver a la cárcel. ¡Ese es un amigo! Es el momento de corresponder al afecto de hermanos que siempre me ha profesado y decirle que nada de lo que dolosamente se diga de él, se compara con el respeto y la admiración que sus amigos le tenemos. “Chato, la amistad es eterna”, me dijo una vez que me llamó para pedir apoyo a la candidatura de Juan Sabines Guerrero a la alcaldía de Tuxtla Gutiérrez. Sigo creyendo en eso. *** Luego nos leemos.
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