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Los dilemas de la información

La sociedad, ¿rehén o beneficiaria de los Medios?

Mariana Morales Velázquez*



“Sólo es digno de llamarse libre
quien cumple honestamente
con sus responsabilidades.”
Manuel Buendía

Los Medios de Comunicación, vistos
por una prometedora estudiante
de periodismo de la UNACH.

Hace mucho tiempo, en un mundo llamado “Había una vez”, un hombre llamado Adam Smith, explicaba cómo funcionaba el capitalismo, mientras que otro llamado Carlos Marx –quien se había dado cuenta del valor substancial de la mano de obra del obrero–, explicaba que no funcionaba.
El tiempo pasó y apareció alguien llamado “Tecnología de punta”; esté venía acompañado de otros “alguienes”, quienes se apoderaron de “Había una vez” convirtiéndola en un lugar llamado “Post-modernidad”, donde cambiaron la forma de ver al mundo, las relaciones familiares, comportamientos y la vida misma.
Y aunque parezca cuento fantasioso, la evolución de nuestra historia ha cambiado, desde la aparición del hombre con sus pinturas rupestres hasta la actual era de la información, mismos cambios que no se han podido detener, pero que al paso del tiempo han traído aspectos positivos y negativos.

Aspectos en los que en hoy día, la moralidad queda en segundo término, con un más justificante: “El fin justifica los medios”; la moral no deja de ser sólo una última frase conocida mientras que la más importante es qué haces, no quién eres.

En el recuento de los cambios económicos, sociales, personales y culturales que están ocurriendo en el mundo, le damos crédito al alfabeto; “esté impulsó la transformación cualitativa de la comunicación humana" . Después llego el texto, imágenes y sonidos en un tiempo diferido o real; la televisión, creando una nueva galaxia de comunicación o, como diría Mc Luhan, una nueva aldea global.

Éste cambio hizo que se pasará de Gutemberg, con sus tipos móviles, a Mc Luhan, con una nueva cultura de los medios masivos de comunicación, en donde el público ya no era una audiencia masiva sino ahora, lo importante era quienes son o qué pensaban. Esto a través de la segmentación.

A las personas se les nombra público objetivo y se empiezan a diferenciar por sus gustos, ideologías y estilos de vida; ahora ya se podía saber a quién iba ir dirigido el mensaje y de que manera estructurarlo. La televisión por cable fue otro avance que cambio la forma de pensar de las personas; trajo consigo formas de pensar diferentes a la cultura de otros países, “Promueve una colonización cultural que afecta a los sectores socioeconómicos de clase media y alta que tiene acceso a ella, la televisión por cable llega a ser el consumo de otro estilo de vida”.

Otro invento del hombre que vino a cambiar totalmente es la red de redes, que esta definiendo el futuro de la historia. Inventos que marcaron una pauta en la historia y nos hicieron dependientes de ellos, ya no nos podíamos imaginar una sociedad sin televisión, radio, prensa o Internet. Pero la historia no sólo queda marcada por los avances tecnológicos que el hombre descubrió, sino que los precedentes históricos a estos hechos igualmente definieron el rumbo que cada país tomaría; desde la llegada de Colón a tierras indias, que abrió camino a la expansión global de la civilización europea, hasta la desaparición de la Unión Soviética y los bloques de los partidos comunistas con la caída del muro de Berlín, donde se perdió el equilibrio que había entre los países y dio lugar a que todos tuviéramos el sistema actual: El capitalismo.

Todo esto influyó para que se abriera paso a la globalización y se formara una nueva ola en la que la base principal fuera la economía, en donde todo girara alrededor del dinero y no importara lo demás.

La responsabilidad, libertad, solidaridad, respeto por la vida, diálogo, justicia e igualdad, son temas que día a día se van perdiendo en un mundo amorfo, donde lo importante es avanzar (para atrás). Los cambios no han sido trágicos; al contrario han ayudado al bienestar del individuo. Sin embargo, el uso que se les ha dado no ha sido para bien.

FaKuyama, publica un artículo titulado “El Fin de la Historia” donde sostiene que lo que podríamos estar viendo no es solo el fin de la Guerra Fría, o de un particular período de post-guerra, sino el fin de la historia como tal: esto es, el punto final de la evolución histórica de la humanidad. Sin embargo, a Fukuyama, poco tiempo después, le demuestra la historia que ha caído en un error al desatarse la insurrección del EZLN en Chiapas (1994), las protestas multitudinarias en todo el mundo contra la globalización, el alzamiento del MST en Brasil, entre muchas otras acciones que expusieron que, en ese sentido, la historia sigue con gente que quiere mostrar que la globalización debería estar basada en la cooperación y seguridad y no sólo en decisiones que tome el mercado.

Y aunque se le tome a locos a los indigenistas, obreros, gay’s, ecologistas y otros que demuestran que no todo esta perdido y que hay otras cosas importantes, estos grupos expresan las consecuencias al centrarnos en un mundo en el que lo único que importa, es el capital

El impresionismo, expresionismo, dadaísmo y surrealismo, son corrientes artísticas que surgieron en el siglo XX; sin embargo, hoy día ya no se le toma tanta importancia a ningún tipo de arte. La literatura y pintura están siendo reemplazadas por tecnología, ya no hay intelectuales sino ideólogos o aún peor un “Mundo Feliz”, como tituló Aldous Huxley a su libro.

La sociedad de redes hace prescindibles a los pueblos y países excluidos de las redes de información, dice Manuel Castell en “La era de la información”, por lo que sería conveniente preguntarse qué pasa con éstos países que están en vías de desarrollo y creen estar dentro de la modernidad, cuando lo último que llega es lo que en otros lugares ya fue historia.

La historia del mundo, la de nuestro país y el contexto que envuelve a ambas, hacen que el sistema que actualmente vivimos haga de nuestras decisiones una competencia para con los demás, y que busquemos a como dé lugar una posición importante en la sociedad, no importando los valores morales que desde pequeños se nos han inculcado.

Y no es cuestión sólo de educación sino de todo, ya que aunque hayamos tenido por enseñanza un modelo de formación perfecto, al salir al mundo exterior y toparnos con una sociedad de contención, actuamos de otra manera.

Es allí cuando las decisiones individuales y todo lo anterior se conjunta para ser una sola frase: ética, o sistema de principios que guían la conducta y ayudan a distinguir entre el bien y el mal, o en algunos casos entre dos males, según Brian Brooks.

¿Cómo poder actuar en una sociedad que ha sufrido transformaciones desde sus inicios? Adentrarse en este tema de la responsabilidad implica someterse en un terreno de juicio; la ética resulta polémica pues es internarse en cuestión filosófica, ya que para lo que uno es bueno para otro es malo.

Volviendo a repetir no sólo es cuestión de educación, sino de mucho más: el contexto, el deber ser y el ser.

Cada persona debe tener la capacidad de razonar y de utilizar las normas, las reglas, los derechos con discernimiento a fin de saber las consecuencias, además de hacer juicios que favorezcan el bien común.

Pero en la actualidad los salarios, los empleos, la formación profesional, el favoritismo, y otros hacen que la ética quedé como sombra de los valores morales; quienes también ya no son tomados en cuenta.

Aún más, en el ejercicio profesional, cuando hoy día las carreras científico-técnicas son vistas como las más importantes en el ámbito laboral, mientras que las ciencias humanistas no son tomadas en cuenta al definirlas como: cero aporte a la humanidad, y más que decir que en un futuro se auguran como desaparecidas.

Esto hace que el desempleo y los bajos salarios se hagan presentes y traigan consigo la irresponsabilidad para con uno mismo y para con la sociedad. Los valores que se nos han inculcado desde pequeños, son desvanecidos en la realidad. Ahora no importa el sentir de los demás, ni las opiniones individuales, los valores ya están por la borda, y la concientización la acompaña.

“Todo ello nos lleva a destacar el rasgo que seguramente va a caracterizar más esta nueva etapa histórica de los códigos: la ética de la comunicación social deja de ser una preocupación minoritaria o poco conocida, incluso deja de ser una preocupación exclusiva de las organizaciones periodísticas, para convertirse en un nuevo asunto social.”

La exigencia de ética en los medios y en la vida personal de cada uno, es un asunto que preocupa pues la función de un periodista que en un principio, parece informar y se complica cuando el contexto exige más de lo que da.

El mundo actual en el que nos desenvolvemos, se nos exige entrega al 100 por ciento, conocimiento y sobre todo, experiencia misma que un profesionista no considera dentro del estudio teórico.

Se les enseña desde la historia de México hasta la actualidad, se les enseña qué deben hacer y talvez cómo lo deben hacer; pero no se les enseña el actuar consecuente en el nivel individual o en el ámbito social profesional. Y lo mismo sucede a los comunicadores, comunicólogos, periodistas, pues en esta profesión, la más difícil del mundo como dice el maestro García Márquez, es una responsabilidad más informar de manera clara a las personas, “el mejor curso literario es la verdad.”

Es aquí donde los valores morales entran en juego, además del contexto actual de nuestra sociedad, en donde el periodista decide qué informar y qué no, hasta dónde llegar y cómo llegar.

En la práctica profesional el periodista se encuentra dentro de muchos dilemas ya que este campo es muy confuso, pues desafortunadamente, muchas veces los periodistas no pueden cumplir con su tarea de informar porque están sujetos a lo que el dueño del medio les dice y así, de qué sirve querer informar si no se va difundir.

Pero la otra cara de la moneda es el famoso “chayote” que reciben estos emisores de información, ese regalo tan tentativo que nadie puede despreciar y que tanto sirve en esta sociedad.

Sin embargo hay algo que los conocimientos no te dan, pero la práctica sí, además que mucho cuesta tenerla y más recuperarla: la credibilidad, y no solo para los periodistas sino para todo profesionista que se desempeña profesionalmente.

Ramonet afirma: “La calidad del trabajo de los periodistas está en vías de regresión y, con la precariedad galopante de la profesión, su status social lo está en igual medida.”

Por lo tanto el hombre debe buscar un bien común y a pesar de las paradojas del mundo actual, del sistema que se mencionó anteriormente, es grato impulsar los valores de justicia social, de igualdad, solidaridad y de verdadera libertad e insistir en los valores culturales y morales, en una técnica y una economía de rostro humano para así poder poner en práctica los valores morales que envuelven a la ética, ya que no sólo es asunto del periodismo escrito, sino de toda una sociedad entera que debe de asumir sus responsabilidades.

No es paradójico qué debemos hacer ante situaciones complicadas en el asunto laboral; sólo hay que tomar en cuenta las responsabilidades, obligaciones, los valores morales, libertad, igualdad, solidaridad, respeto por la vida, diálogo, responsabilidad y justicia; y el compromiso de asumir la tarea con honestidad y fraternidad.

No importa en que época del mundo estemos, ni cuáles hayan sido los precedentes históricos, lo único importante es que los valores morales los tomemos muy en cuenta ya que después de obtener los conocimientos básicos en una formación académica, es indispensable centrarnos en los contenidos de la práctica profesional.

Que no es lo mismo allá dentro que allá fuera. No sólo es cuestión de uno, sino de todos.


*Estudiante del noveno semestre
de Ciencias de la Comunicación. UNACH


Referencias:

http://www.comunicación y medios.com/Reflexión/teorias/Castells.htm
José Carlos Lozano Rendón. Teoría e investigación de la comunicación de masas. Alambra: México
Fernando Rey Arévalo. Ética Periodística. Antología. Pág. 20
García Márquez, El periodismo una pasión insaciable”. Revista Mexicana de Comunicación. N59 (año doce):
Carmen Gómez Mont. “Ser periodista hoy”. Revista Mexicana de Comunicación. n.58 (año doce)

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