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Mandar obedeciendo o el peso de las mayorías

Fichero Político

Angel Mario Ksheratto



Una de las máximas insoslayables y por lo mismo, atendible desde cualquier punto de vista en una democracia moderna, es aquella que indica con entera claridad que todo gobernante debe “mandar obedeciendo”. Vista desde una perspectiva imparcial, la frase puede ser, por un lado, autoritaria dentro del esquema de gobierno republicano y por otro, demagógica si se utiliza como mero pretexto para alcanzar determinada posición política en la sociedad. En términos reales, “mandar obedeciendo” es quizá, la gran utopía de las democracias en el mundo que sin embargo, puede ser un método efectivo que resuelva puntualmente la conflictividad derivada del caos institucional que a su vez, proviene de asociaciones peligrosas surgidas de intereses políticos caducos.
Es decir, el mandato popular expresado en los últimos días a propósito de la desaparición de la Fiscalía, puede ser la fórmula para que el gobierno de Sabines ancle su fuerza natural y, afianzado en el peso de las mayorías, cumpla con su obligación política de garantizar a los chiapanecos el respeto pleno a sus derechos civiles, humanos y constitucionales y, ejerza su derecho de gobernante a trabajar con los mejores hombres.
Esto, porque ha sido unánime la exigencia de terminar de una vez por todas con la execrable violación a los derechos humanos, el despojo constante y el abuso imperdonable de quien, hasta hoy, es en apariencia, solo el encargado de un Ministerio de Justicia inspirado en la doctrina juarista. No podemos concebir que por un lado, nos arrimemos al legado histórico y republicano de Don Benito Juárez y por otro, solo le utilicemos para adornar un acto que, implícitamente, lleva el apoyo incondicional de todos los chiapanecos. En ese sentido, la máxima de “mandar obedeciendo”, puede ser determinante para un gobernador que no se cansa de dar muestras de buena voluntad para recomponer el caos y la anarquía institucional que le dejaron como herencia. Hay por ahí algunas voces que dicen que si se echa a Mariano Herrán del Ministerio de Justicia podría haber revueltas; yo no lo creo. Si las opiniones por la desaparición de la temible policía política de la dictadura pablista fueran desfavorables a Sabines o si estuviesen divididas, posiblemente estaríamos en un grave riesgo. Pero no. El apoyo al gobernador Sabines por su tajante determinación ha sido unánime, como unánime ha sido el clamor porque Mariano Herrán se vaya de esa dependencia. No veo ninguna razón para que pensemos que si lo echan vamos a tener conflictos. Es muy probable que la delincuencia se desate; pero no porque vean debilidad en el gobierno o a quien sustituya al exfiscal, sino por otras razones de fondo que ya tocará a las autoridades competentes entender y desenredar. Si todos los chiapanecos apoyan al gobernador en esa medida y repudian categóricamente al encargado de ese Ministerio, no veo por qué se le ratifique en el cargo. No sería prudente ni benéfico; por el contrario, debilitaría la confianza del pueblo en su gobernador que ha mostrado talento político para ir conquistando los espacios que la dictadura quiso acaparar para sí. Debemos recordar que hay miles de chiapanecos inteligentes, humanistas, leales, honestos, rectos que podrían hacer un excelente trabajo en ese Ministerio. A ellos correspondería la oportunidad de ayudar al gobernador Sabines a enderezar el barco. ¿Los mismos? Sería un error irreparable. Juan Sabines debe atender el reclamo de las mayorías; no es una imposición ni tiene cariz de presión. Es solo la expresión de una esperanza real, el deseo de un pueblo que ha sido vapuleado, traicionado por la anterior administración; es el reclamo honesto de un poco de justicia.

Acabó la guerra de acusaciones

No vimos más que las mismas propuestas de hace decenas de años. Nada nuevo, salvo las acusaciones de tinte personal que hicieron de la campaña de proselitismo, el circo inmoral que tuvimos qué ver por todas partes. Declaraciones de victorias adelantadas, números sospechosos en las encuestas, lloriqueos, empujones. Pero, ¿alguien escuchó una propuesta creíble? Yo no. Esto nos obliga a reflexionar sobre el papel de los partidos políticos y sus plataformas. También nos obliga a repensar en torno a las instituciones electorales, cuyo trabajo ha dejado mucho qué desear en todos los sentidos. No hubo un trabajo serio y profesional para motivar a la gente a ejercer su derecho de sufragio. Hubo uno que otro comercial por ahí, pero no una campaña agresiva, determinante, comprometedora, convincente.
Ello, más la falta de propuestas y las condiciones de cada candidato, son elementos que habremos de ver con atención en éstos días, especialmente, el 7 de octubre por la noche, cuando sepamos los resultados y la afluencia de votantes. De tal manera que los retos de partidos e instituciones electorales, no tienen, hasta hoy, un reflejo claro y tampoco, la solvencia moral adecuada. Ahí está el PRI, cuya dirigente no ha hecho más que decir boberías que más que dar risa o coraje, dan pena. El PAN, sin dirigencia, no pudo ser ni siquiera, el sujeto de contienda real y el PRD, apenas si alcanzó a colocarse en la mira institucional para estar en la cena de negros en que se convirtió la campaña electoral. De los partiditos insignificantes, ni hablar. Con las sobras de las migajas son felices; no tenemos nada qué reprocharles. Ya tienen suficiente con su pobreza social. El hecho es que la sociedad debe sopesar su voto el domingo 7. Mi consejo es que vote; es su derecho y al mismo tiempo, su obligación. Si no lo convencieron los candidatos, tiene razón de enojarse, pero vaya y vote. Es mejor a no tener luego, la calidad moral para exigir que cumplan aquellas promesas desastrosas que hicieron algunos.

Tarjetero

*** Las muestras de repudio y apoyo por el caso de la Fiscalía, no cesan de llegar vía electrónica. La gente quiere justicia. Un ciudadano oaxaqueño dice que en un viaje de vacaciones por Chiapas, tuvieron un accidente; la persona que manejaba murió, pero un tío suyo sigue preso acusado de homicidio. Lo grave es que quisieron sacarlo bajo fianza, pero se las negaron bajo le pretexto que llevaban droga, acusación falsa, dicen, puesto que son evangélicos. *** Luego nos leemos.
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