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Inician auditoría a Secretaría de Obras por "Stan"

Fichero Político

Angel Mario Ksheratto


Sorpresivamente, auditores de la
Contraloría, asaltaron virtualmente
los archivos de esa dependencia.

El incontrolable temblor de manos y piernas de Reybel Santos, delataba que algo no andaba mal. Los casi 20 auditores que de pronto cayeron en la Secretaría de Obras Públicas, le arrebataron la tranquilidad con que hasta ahora, seguía el curso de vida que le dictaba su antiguo jefe, razón por la que casi nunca llegaba a sus oficinas. Lo primero que pidieron a Santos los enviados de la Contraloría, fueron las llaves de los archivos para indagar cómo se habían hecho las cosas durante la represora dictadura salazarista.
Vaciló antes de otorgar los permisos para que los sabuesos olfatearan a fondo; a punto estuvo –confesó entre dientes a sus colaboradores cercanos que corrieron presurosos a darle agua de ruda para que el susto no le derivara en sueños y espantos por las noches– de mandar por un tubo a los auditores, pero ya la soga la tenía al cuello; un movimiento y caería al vacío, cortándose la cervical. El personal, inquieto, se limitó a ver cómo sus equipos de computación eran tomados por el personal de investigación; La mayoría celebró que por fin terminara la etapa de simulación y corrupción. Los “contratistas”, amigos de los hermanos de Pablo Salazar que estaban en el momento de la irrupción, desaparecieron como fantasmas y no se les volvió a ver hasta el día de hoy.
Era el martes por la mañana; fue una auténtica invasión. Los primeros documentos revisados ya arrojaban números sospechosos. Uno de los auditores pidió que por cada obra, por cada contrato, le fueran presentadas las licitaciones. Todos enmudecieron. Y hubo quienes ahí mismo, a boca de jarrilla, confesaron que la mayoría de las obras se habían otorgado a los constructores sin la licitación correspondiente. Un cochinero, eso ero lo que había de principio a fin. Una factura de 30 mil pesos de un restaurante del municipio de Rayón, desató las sospechas. Demasiado dinero para una comida en un pueblito donde con 20 pesos se come lo de ocho días. Algo andaba mal, muy mal. No era necesario siquiera ocultar la podredumbre. Reybel Santos se encerró a piedra, cal y lodo en sus oficinas. Hizo varias llamadas y al rato, nadie lo volvió a ver. Unos dicen que salió por una puerta secreta; otros que salió disfrazado. Lo que trataron de ocultar en seis años de ignominia, por fin empezaba a ver la luz de la verdad. Hasta ayer, se supo, seguían los auditores revisando papel por papel. Y en cada uno, argumentos de sobra para fincar responsabilidades… O por lo menos, para ahondar las investigaciones y llegar hasta la punta de la madeja que sin duda, es donde están las millonadas aparentemente invertidas, pero que en obras reales, no aparecen por ninguna parte.

Fonden bajo sospecha

Los primeros hallazgos, trascendió, fueron posibles desfalcos al Fondo de Desastres Naturales, cuyas primeras cifras no concuerdan con los informes que sobre la reconstrucción por el desastre del huracán “Stan”, emitió en su momento el exgobernante. En ese tenor, una fuente reveló ayer mismo que el principal problema que han encontrado es que muchas obras no podrán ser comprobables de manera física, por el simple hecho que no fueron ejecutadas y que sin embargo, aparecen como sí realizadas. Pero hay algo más que llama poderosamente la atención: El miércoles se dijo que llegaron por lo menos 18 auditores para revisar las cuentas del Fideicomiso para Seguridad (FOSEG); llama la atención porque se supone que esos recursos, en primer lugar, son federales y en segundo, están destinados para mejorar los cuerpos de seguridad pública. Con todo eso, varias personas de esas dependencia que fueron consultadas, confirmaron que en efecto, se están revisando esos fondos y que una de las razones podría ser porque dos edificios públicos de reciente construcción (entre éstos un hospital) no reúnen los requisitos mínimos de seguridad; sobre el particular, supimos ayer por la tarde que en efecto, hay la posibilidad que un edificio construido durante el pabliato, tenga que ser derribado, sin que se especificase cuál y dónde está.
La corrupción en la Secretaría de Obras durante la dictadura, empieza a salir; su titular en ese entonces era la arquitecta Griselda Bonifaz, cuya labor también era la de acompañar a los seres amados del dictador para ir de compras a Paris, Nueva York, Tokio y otras ciudades del mundo. Así, será ella quien explique el cochinero que ha dejado y que exponga las razones por las que muchas obras son fantasmas y otras, fueron hechas con las patas. También deberá decir por qué la mayoría de éstas no se licitaron como obliga la ley y que devele quiénes fueron los “contratistas” y “constructores” que salieron beneficiados. Porque hay versiones que apuntan hacia los hermanos del exdictador y eso debe quedar perfectamente claro. El procedimiento, según se ha sabido tras las primeras investigaciones, es que las obras eran pagadas directamente a un supuesto supervisor, pese a que esa figura, en los hechos, jamás existió durante las ejecuciones de las obras. Es decir, fueron obras que en ningún momento fueron supervisadas. ¿Cómo entonces las pagaron al supervisor si no se supervisaron? Es todo un enredo. Según la normativa, la misma Griselda debió supervisar y firmar. Pero no; ahora resulta que a un pobre de apellido Molina quieren obligar a firmar las inexistentes supervisiones; claro, para que sea el quien valla a parar a la cárcel y no los verdaderos responsables. Por lo menos, hasta ahora, se han detectado anomalías graves en una obra de tres millones de pesos, una de más de 200 mil y una más de 600 mil pesos. En un solo día de investigaciones.

Tarjetero

*** Fichero Político aparecerá solamente los días lunes, miércoles y viernes de cada semana en este generoso espacio del Cuarto Poder. El resto de los días, sin embargo, podrá usted leerla en http://ksheratto.blogspot.com Agradezco, como siempre, la gentileza de su lectura. *** Ayer, pese a los rumores, vimos a los diputados del Partido Verde en distintas partes de la Ciudad; como quién dice que no cargaron sus maletas, como se había dijo en círculos políticos. *** Luego nos leemos.
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