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Justicia a secas

Fichero Político

Angel Mario Ksheratto


Se dice que cuando don Patrocinio González era gobernador, solía decir a menudo que para los amigos, “justicia y gracia; para los demás, justicia a secas”. Ahora lo comprendemos. Ignacio Flores Montiel, acusado desde entonces de infinidad de delitos, nunca fue llevado a los tribunales para que respondiera los señalamientos. Al contrario, se le otorgaron poderes extraconstitucionales al grado que el señor llegó al extremo de utilizar uniformes e insignias militares sin haber sido soldado raso.
Tales distintivos fantasmas le sirvieron para que en un momento dado, fungiera como presidente del Supremo Tribunal, Procurador de Justicia, Director de todas las policías (incluidas las municipales) y por si acaso, dicen, jefe de todas las bandas de asaltantes y asesinos de la época. La gracia de la que gozó desde entonces, llegó a su fin. Tarde, demasiado tarde, pero justo a tiempo para que su historia sirva de ejemplo para aquellos que en el pasado reciente y el inadmisible presente, creen que el poder es eterno y siguen usufructuando con desfachatez la justicia que en Chiapas, con todo y lo que se diga, sigue siendo selectiva y utilitaria para despojar de propiedades a las víctimas del pablismo. Sí, así como ha leído. Muchas propiedades (edificios, ranchos, casas, automóviles, joyas, dinero, etc., etc.) que les fueron aseguradas a los acusados por Pablo de delitos inexistentes, están siendo utilizadas por gente cercana los pablistas, contraviniendo descaradamente la ley. Pero ese es otro tema, pues en esas mismas propiedades se reúnen los enemigos de Juan Sabines para conspirar contra su gobierno y por tanto, merecerá otro espacio.
Decíamos que a Flores Montiel le llegó el momento de enfrentar a la justicia. Mocha, pero justicia al fin. Tardía, pero justicia de todas formas. El asesinato de Roberto Mancilla, los crímenes contra más de 30 homosexuales (oficialmente solo reconocen 14) asaltos bancarios y carreteros, desaparición de líderes sociales y campesinos, son los delitos que ahora sobrevuelan el destino de un jefe policíaco que jamás tuvo compasión de quienes llegaron a caer en sus manos. A Flores Montiel le recuerdo una ocasión que, en las puertas del viejo edificio que ocupaba la Procuraduría de Justicia, en el centro de Tuxtla, bofeteó a un alcalde municipal que había declarado a los Medios que la ola de asaltos se había incrementado en su municipio. “¡Hijo de tu puta madre! –le dijo al azorado edil que no intentó siquiera respirar–, a mis muchachos, nadie los pone en mal; vas y te retractas de las babosadas que dijiste a los pinches periodistas o mañana amaneces en medio de cuatro cirios”. Así era cuando ostentaba el poder.

Seriedad y responsabilidad

Las imágenes que vimos del viejo policía, nos muestran no solo la degradación humana del prepotente y absurdo exfuncionario, sino la podredumbre del hombre que nunca supo que el tiempo es implacable y no sabe perdonar. Aquel sujeto gordiflón, intocable, malencarado, dispuesto siempre a azotar personalmente a los guardias que no cumplían sus caprichos y a llevar a la cárcel a cientos de inocentes a quienes despojaba de sus propiedades, o que les inventaba delitos para despojarlos (¡el que tenga oídos para oír, que oiga y el que tenga ojos para leer, ¡pos que lea muy bien!) estaba ausente del Ignacio Flores Montiel que conocimos briago de poder. Sin fuerza moral y aplastado por la lluvia de dedos acusadores, el exjefe policíaco, cual piltrafa humana, ahora debe pagar uno a uno los delitos que al amparo de la gracia oficial cometió.
De ahí que los encargados de realizar las indagaciones, deben ser cuidadosos, serios y responsables y no cometer las pifias necesarias para que el acusado salga de prisión. Lo decimos porque la nueva historia oficial, parece no concordar, ni por asomo, con las demás historias oficiales que se han contado desde que Roberto Mancilla fue asesinado. Sería imperdonable que un yerro de los investigadores actuales, sirviera de defensa para el acusado, lo cual sería un fracaso rotundo para la pretensión de hacer justicia en un caso que nos sigue doliendo a los periodistas que tuvimos el honor de ser amigos y compañeros de Roberto. Ahí, sería muy importante rescatar las pesquisas que en su momento hiciera el famoso investigador Eduardo del Valle, por cuyos resultados tuvo que salir huyendo del país debido a la persecución de la que fue objeto.
En cuanto a los asesinatos de los homosexuales (que insisto, fueron más de 30; me tocó cubrir ese asunto para el periódico “El Observador” y contabilizamos algo así como 32 ó 34) las autoridades deben llegar a fondo, pues el asesinato de Mancilla, se dio precisamente porque tenía información clave y detallada de quiénes estaban detrás de esa espantosa ola de crímenes. De lo demás, solo esperamos que esto no sea una llamarada de petate o un alegrón de burro, pues en Chiapas, en algún momento debe haber verdadera justicia.
Y esperamos que los crímenes cometidos por Pablo Salazar, sus hermanos y la pandilla que lo acompañó en esa aventura contra los chiapanecos, también sean investigados; no sería grato tener qué esperar otros 13 ó 15 ó 20 años para que se haga justicia. Que nadie esté por encima de la ley, ¡nadie!

Tarjetero

*** Rubiel Gamboa Cárcamo, protegido de Jorge Morales Messner, no es otra cosa que la confirmación de la intención del secretario de Gobierno de trastocar la gobernabilidad que pretende Sabines. Es decir, seguir con el plan de Pablo Salazar de imponer, de todas formas, a Rubén Velásquez en un momento dado. Y es que Morales Messner, insiste en imponer como candidato de Villaflores a Gamboa Cárcamo, el mismo que firmó, promovió y alentó la oposición contra Sabines dentro del PRD. ¿Se atreverá Jorge M. Messner a negarlo? *** Que Jaime Valls ya es candidato del PRD a la alcaldía de Tuxtla. A ver si ahora lo vemos sonreír, aunque él dice que desde el sábado pasado, mandó a destrabar su quijada y anda con la comisura de los labios en el lóbulo de las orejas. *** Luego nos leemos.
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