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Trinchera facciosa

Fichero Político

Angel Mario Ksheratto

La principal obligación de defender los derechos humanos de los chiapanecos ha quedado en le último plano de las responsabilidades de Juan Carlos Moreno Guillén, cuyo esfuerzo personal está enfocado en dos asuntos que llaman la atención y que por las consecuencias morales para el gobierno doméstico, deben analizarse a profundidad. De oficina recaudadora de quejas por violencia institucional y particular, la Comisión Estatal de Derechos Humanos pasó a ser el reducto de un grupo de panistas interesados en manejar el proceso electoral de Acción Nacional y de paso, en patio trasero del presidente de ese organismo para ventilar sus asuntos financieros y familiares, reñidos con la moral que predica y con otros panistas a quienes éste y otros, han considerado adversarios. Así, de defensora de los derechos humanos de toda la ciudadanía, ese organismo es ahora el bastión desde donde se disparan cañonazos de fuego amigo a quienes, por angas o por mangas, determinaron ineficaz el trabajo de la esposa de Moreno Guillén, causa sin razón por la que los esfuerzos colectivos son ahora fiebres familiares y tormentas de grupo. Por si fuera poco, la inmoralidad asume su propio espacio en el lío del flamante tío de la CEDH, pues a pesar de haber colocado a la señora Ana Tovar en la Secretaría de Finanzas (en manos de un pablista), pretendía que en la subdelegación de la SEDESOL le renovaran un reciente contrato de trabajo con lo cual, se presume, la familia panista tendría triple ingreso.

Sin sangre en la cara, Moreno Guillén desplazó a un grupo de abogados (presuntamente de la CEDH) para que demandasen a la SEDESOL por “despido injustificado”, aún a sabiendas que los empleados de confianza en espacios de primer y segundo nivel, no tienen derecho a reubicación y mucho menos, a la pretensiosa indemnización que pretende el defensor de los derechos humanos.

No conforme con sus ambiciones familiares, Moreno Guillén presume la dirección de un grupo de panistas aliados a Manuel Espino (disfrazados de calderonistas, claro está) con el que pretende imponer candidatos al interior del PAN, trabajo que le resta espacio para atender las cientos de quejas por violaciones a los derechos humanos que ahí se presentan todos los días. Más aún, hace un par de semanas, la señora Refugio de la Rosa Alonso se quejó de mal trato en esas oficinas bajo el argumento de ser priísta, razón suficiente para no haber sido atendida.

Violación estatuaria

La actitud asumida por el presidente de la CEDH, es a todas luces violatoria a la legislación en la materia. Por principio de cuentas debemos recordar que su nombramiento se da en abierto desacato a la ley que establece que para ser presidente de esa Comisión, no se debió ser miembro del Congreso, dirigente o representante de ningún partido político unos años antes de ser nombrado; Juan Carlos acaba de ser diputado y ha sido representante del PAN en diversas instancias electorales, poco, muy poco tiempo antes de su nombramiento.

Ahora, no defiende los derechos humanos y ha convertido esa instancia en refugio de panistas ambiciosos, con lo cual violenta el estatuto, toda vez que en ésta se establece claramente que deberá actuar con total imparcialidad. Por otro lado, se establece que esa Comisión no podrá ser reducto de ningún grupo político y sus recursos deberán ser estrictamente para la defensa de los derechos humanos. ¿Quién nos garantiza que no se estén malversando esos fondos para pagar campañas de desprestigio contra panistas rivales al grupo de Moreno Guillén? Si éste pretende seguir ejerciendo sus juegos de politiquero, bien haría al renunciar al cargo pues ahí no ha sido puesto para financiar grupos ni ventilar asuntos familiares. Las influencias políticas no pueden ni deben tener cabida en una institución que, se supone, debe ser para todos y no para una facción política. Si el señor Moreno Guillén quiere hacer política, insistimos: ¡que renuncie! Ya mucha deshonra tuvo la CEDH en los tiempos del dictadorzuelo Salazar, como para que hoy vuelva a ser una institución inmoral e ineficaz.

Tarjetero


*** La violencia surgida en San Juan Chamula, sin duda que tiene nombre y apellido; es cuestión de rascarle tantito para darse cuenta que ahí, más de un alocado está tratando de llevar agua a su molino, lo cual no debe permitirse por muchas razones. Tampoco es sano que se pretenda minimizar un asunto de suma gravedad. Las cosas en Chamula deben verse y analizarse en su justa dimensión, dado el añejo historial de violencia e incomprensión de ese municipio. *** En breve le tendré la historia de misoginia y brutal racismo del rector de la UNICAH, quien pretende dejar sin educación superior a los indígenas. Es una historia verdaderamente vergonzante que hay qué conocer para que nunca más tengamos sujetos de esa calaña en la entidad. Claro, no se puede esperar nada bueno de otro pablista. *** Hablando de corruptos, el desbarajuste financiero del ISSSTE sigue sin ser resuelto, a pesar que, tras tres meses de inoperancia e incertidumbre, se nombró a un nuevo delegado administrativo, cuya labor será la de limpiar el cochinero existente o de plano, embarrarlo más. Hasta ahora ninguna autoridad honrada ha metido las manos para sanear las arcas de esa institución. *** Shubert García Lópezverde, está siendo acosado por los empleados de Eventos Especiales de maltrato, acoso y amenazas. ¡Aguas! Quienes conocen al sujeto en mención aseguran que cuenta con un historial de miedo. ¿Cuándo van a entender que el gobierno de Sabines es de inclusión no de pleito? No dudamos que ahí haya quedado uno que otro pablista ratero y sinvergüenza, pero no todos son de ese clan. Lo grave es que el Shubert, protege a los pablistas y ataca a los sabinistas. ¿Cómo está eso? *** Luego nos leemos.

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