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¿Volverán los oscuros golondrinos?

Fichero Político

Angel Mario Ksheratto




La Casona” es un moderno rancho situado en las afueras de Tuxtla, cerca del antiguo aeropuerto de Terán; hace unos años no pasaba de ser un enorme terreno baldío por el que nadie daría un céntimo. De la noche a la mañana se convirtió en el “bunker” de los pablistas desde donde salen las órdenes para desestabilizar al gobierno doméstico y los escritos para desprestigiar a los críticos de la dictadura; ahí pasan buena parte de su tiempo el exgobernante Salazar Mendiguchía, Rubén Velásquez, Roger Grajales, Arturo Velasco, Reybel Santos, Carlos Cruz Coutiño, Milton Cadstillejos y otros prominentes pablistas, sin faltar, desde luego, el dueño del exclusivo “restaurante”, Alfredo Palacios quien también de la noche a la mañana, se convirtió en un audaz discursero que no deja ocasión para tildar a Juan Sabines con los más diversos epítetos. Ahí es donde los golondrinos que se sirvieron con la cuchara grande preparan su retorno al poder (con Rubén Velásquez a la cabeza, por supuesto) y donde algunos líderes campesinos al mando de Arturo Luna, reciben instrucciones para organizar movilizaciones en contra del Gobierno… No faltan los presuntos zapatistas que ahí reciben por ejemplo, la orden para invadir reservas naturales.

Y cuando el tedio los alcanza, se refugian a un costado de la casa de Palacios, entre las paredes de un edificio en construcción que, se dice, será una clínica particular, a nombre de uno de los hijos del ahora encargado de la cultura chiapaneca. “En julio –dicen que soltó el exgobernante hace un par de semanas– empezamos con las acciones para demostrarle a éste pendejo quiénes somos los que mandamos en éste pinche pueblo”. El más entusiasmado con la idea fue Reybel Santos quien se paró y selló su lealtad con un beso en la frente del senador por el PRD. La idea central de las reuniones es obtener la mayoría en el Congreso del Estado en las elecciones locales de éste año.

El activismo de Alfredo Palacios para desestabilizar al gobierno sabinista, no solo se posa en sus reuniones a puerta cerrada con Velásquez y Salazar en su lujoso rancho (antes de ser funcionario no pasaba de ser un profesor con algo de suerte). Tanto para acarrear los insumos que sus distinguidos huéspedes consumen como para acarrear material para la construcción de su rancho y el edificio cerca de su casa, utiliza una camioneta oficial, cuyas reparaciones y sueldo del chofer, corren a cargo del erario público. Se trata de la camioneta Nisán con placas CZ13447, misma que en ocasiones en que quieren absoluta discreción, sirve para trasladar a los pablistas que son recogidos en los estacionamientos de cualquier centro comercial capitalino. Por si fuera poco, da trato de esclavos a los empleados de CONECULTA, al grado que a un chofer de esa institución, lo ha corrido si pagar los emolumentos de ley, pese a que en el tabulador de pagos, aparece como sufragado oficialmente el gasto. La deslealtad de Palacios va mucho más allá del asunto público. Por ahí hay una queja de acoso sexual ¡a un muchacho!, cosa de la que, una vez que tengamos la grabación ofrecida, daremos a conocer. Es vida privada, cierto, pero cuando se utiliza el cargo público para esas porquerías, es necesario decirlas.


Más de corrupción pablista


Los focos de corrupción del pablismo surgen por todos lados. Resulta que Joel, uno de los hermanos de Pablo, al parecer está involucrado en una serie de anomalías en el Zoológico “Miguel Álvarez del Toro”, en contubernio con el anterior director de ese lugar, una empresa proveedora de medicina animal y hasta un curtidor de pieles, pasando por traficantes de fauna. Las pruebas son fáciles de detectar: ¿Se acuerda usted de aquel enorme número de guacamayas? ¡Y de aquel montón de venados? Pues un censo de la fauna en el Zoológico dio como resultado que de más 120 guacamayas, hoy solo quedan como 25 animalitos. De más de 350 venados, no hay ni cuarenta. De más de 400 conejos que se sacrifican al mes para alimentar a los carnívoros, se vendían las pieles a u curtidor, sin que esas ganancias se reportaran a la administración del Zoo. Incluso, una empresa farmacéutica facturaba por enormes cantidades de dinero, sin entregar ni una sola medicina, bajo el pretexto que ésta tiene en calidad de comodato un aparato que nadie sirve para que diablos le sirve a los animales. Eso es poco, muy poco.

A una empresa particular de seguridad, se facturan 800 mil pesos anuales, por solo 14 elementos. Lo de la muerte del puma negro, persisten las dudas, pues hasta ahora, nadie autorizado ha visto el cadáver del felino. Y por si fuera poco, resulta curiosos que en una de tantas, se les “escapó” un cocodrilo de tres metros de largo y nadie se dio cuenta. Afortunadamente apareció en la colonia “Juan Sabinito”. La pregunta es, cómo atravesó, de día, el Libramiento Sur sin ser visto. La sospecha es que se lo quisieron robar y se les escapó en esa colonia. La corrupción ahí es de enormes proporciones y no basta con que despidan a los pablistas que estuvieron al frente de esa institución. Urge una investigación a fondo y que se castigue a los verdaderos culpables.

El tráfico ilegal de la fauna chiapaneca y lo peor, de animalitos en peligro de extinción, es un delito grave que no puede ni debe quedar sin castigo. ¡Vaya! Hasta documentos cobrables hicieron perdidizos para favorecer a Joel Salazar y un comiteco que por ahí anda llorando. El Gobierno está obligado a castigar esos abusos. No tiene de otra.

Tarjetero

*** Mi profundo agradecimiento al taxista desconocido que hace unos días, pasó a dejar un valioso documento que dejé olvidado en su taxi, a las oficinas del Cuarto Poder. Ojalá pudiere pasar a dejar su número de teléfono para agradecerle personalmente. No todos son como los que mencioné anteayer por el caso del “Taxista Vigilante”. *** Froylán Esquinca, es un inútil en el combate de incendios. Por eso fue corrido hace unos años y ahora, resulta que es el de la Comisión Forestal. Le tendremos más del asunto. *** Luego nos leemos.

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ksheratto@hotmail.com



El Tiempo Tuxtla Gutierrez, Chis.




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